Investigaciones prevén que los bebés con zika tendrán déficits cognitivos al crecer

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Fotograma extraído de un vídeo fechado el 20 de marzo de 2018, que muestra un mosquito «Aedes aegypti», tomado en La Paz, Baja California Sur (México). La bacteria wolbachia será utilizada para prevenir la propagación de los virus del Dengue, Zika y Chikunguña, responsables de la transmisión de enfermedades epidémicas en Baja California Sur, estado del noroeste de México. EFE/Mahatma Fong

Un equipo de investigación de brasileño determinó que los bebés nacidos con el virus del zika tendrán discapacidades cognitivas al crecer, entre otras dificultades, según un estudio publicado hoy en la revista especializada Science Translational Medicine.
Además de los déficits cognitivos, los expertos de la Universidad Federal de Río de Janeiro identificaron el desgaste de la función motora y la pérdida de peso como otros efectos que estos menores podrían sufrir en los próximos años.
El brote del zika en Brasil en 2015 demostró por primera vez que la infección de este virus puede tener consecuencias devastadoras para las mujeres embarazadas y sus fetos.
En ese momento se detectó la asociación entre la microcefalia y la infección por el zika durante el embarazo.
Sin embargo, los niños que nacieron con esa infección tienen actualmente unos 3 años de edad, por lo que se desconoce cuáles serán las consecuencias a largo plazo.
En su investigación, llevada a cabo con ratones infectados por zika, detectaron que la memoria y la sociabilidad también se vieron afectadas, lo que puede estar relacionado con otros estudios que apuntan a que la exposición viral puede estar asociada al desarrollo tardío del autismo y la esquizofrenia.
Por otro lado, el grupo observó que, al igual que los roedores recién nacidos expuestos a la infección por zika en el útero de su madre, los ratones algo más mayores con ese virus también tenían convulsiones espontáneas.
Mientras que la mayoría de los ratones no tuvieron convulsiones inmediatamente después del nacimiento, el día nueve después de la infección, el 65 % había tenido convulsiones, y en el día 12 más del 90 % de los ratones presentaban episodios de crisis epilépticas, según los datos del centro brasileño.
El momento de las convulsiones y el de la replicación del virus en el cerebro del ratón se superpusieron, lo que indica que las convulsiones «pueden representar una respuesta del cuerpo a la actividad del virus», indicaron los autores.
A pesar de la extensa lista de graves consecuencias de este virus, la investigación también abrió la puerta a que un medicamento aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA, por sus siglas en inglés) pueda ser efectivo contra algunos de los síntomas neurológicos observados en los ratones.
El equipo usó infliximab, un inhibidor del factor de necrosis tumoral (TNF-a), para investigar si sería capaz de detener las convulsiones en ratones jóvenes si se administraba poco después de la infección.
Efectivamente, para el día 12, el infliximab había reducido significativamente el número de ataques en ratones jóvenes y la mayoría de los animales había respondido bien ese medicamento

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