Sonia Fernández-Vidal vuelve con sus superhéroes cuánticos para salvar al mundo

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Imagen facilitada por la editorial Destino. Es una de las cien personas más creativas del mundo, según Forbes, una cualidad que Sonia Fernández-Vidal reparte entre su amor a la ciencia y a la divulgación con la ayuda de sus superhéroes del mundo cuántico, que ahora regresan en una nueva aventura para restablecer el orden en las leyes de la física. «La senda de las cuatro fuerzas» (Destino) es la segunda parte de «La puerta de los tres cerrojos» (2011), una trilogía en la que la doctora en Información y Óptica Cuántica cuenta en clave de novela de fantasía, los principios de la misteriosa y «antiintuitiva» física cuántica, dice en una entrevista concedida a Efe. EFE/Alberto R. Roldán

Es una de las cien personas más creativas del mundo, según Forbes, una cualidad que Sonia Fernández-Vidal reparte entre su amor a la ciencia y a la divulgación con la ayuda de sus superhéroes del mundo cuántico, que ahora regresan en una nueva aventura para restablecer el orden en las leyes de la física.
«La senda de las cuatro fuerzas» (Destino) es la segunda parte de «La puerta de los tres cerrojos» (2011), una trilogía en la que la doctora en Información y Óptica Cuántica cuenta en clave de novela de fantasía, los principios de la misteriosa y «antiintuitiva» física cuántica, dice a Efe.
Parece difícil imaginar que un libro se convierta en superventas cuando habla de coherencia, quarks, gluones o del patrón de interferencia, y más si está dirigido a adolescentes, pero ella lo hizo con «La puerta de lo tres cerrojos», traducido a 14 idiomas y que ahora se reedita junto a la nueva segunda parte.
La experiencia de haber visitado «muchas escuelas e institutos» le dice a Fernández-Vidal (Barcelona, 1978) que «los más pequeños son más capaces de seguir terminologías abstractas que los mayores. Se me quedan más bloqueados los adultos», que se acercan a sus libros para entender los rudimentos de la cuántica.
En «La senda de las cuatro fuerzas», el joven Niko debe regresar al mundo cuántico junto a sus amigos, el hada Quiona -«soy superfan de ella», dice- y el elfo Eldwen -«un cerebrito»- porque las leyes de la física están descontroladas y este equipo de «superhéroes» tiene que reestablecer el equilibrio.
Niko ya había visitado el mundo de la física cuántica (que describe cómo se comportan las partículas fundamentales) donde pasan cosas «que parecen magia» como poder estar en dos sitios a la vez, teleportarse, atravesar las paredes o tener un gato, el de Schrödinger, que está muerto y vivo simultáneamente.
Ahora debe seguir descubriendo como funciona ese extraño lugar recorriendo, con sus amigos, la senda de las cuatro fuerzas que rigen el Universo (electromagnética, gravitatoria, nuclear fuerte y nuclear débil), enfrentándose a decenas de pruebas y enigmas.
Una viaje por conceptos algunos de los cuales que no se estudian «hasta llegar al doctorado», pero que transforma en una divertida narración con todos los ingredientes del género fantástico: príncipes enfrentados, princesas, pero también casinos y parques de atracciones con cualidades increíbles.
«No podía narrarlo de otra manera que no fuera con la fantasía. La física cuántica es tan antiintuitiva -explica- que choca con la parte racional de nuestro cerebro, por eso creo que la forma más sencilla de entrar es con la fantasía. Además a mí me apasiona como género literario».
Los colegas «del departamento se partían de la risa cuando les conté lo de la leyenda de decoherencia o la leyenda del príncipe cuántico y el príncipe clásico. Me decían: cómo diablos se te ha podido ocurrir», recuerda la profesora de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Un libro lleno de recursos gráficos y con guiños «ochenteros» para personas adultas, pero también para que las niñas y niños sepan que «la ciencia no es ni buena ni mala, pero sí lo son las consecuencias de lo que los humanos podemos hacer» con ella.
Estamos -dice- en una sociedad que depende cada vez más de los avances tecnológicos y científicos y, a la vez, nuestra ignorancia de cómo funcionan es cada vez es más grande. «Avances tecnológicos con ignorancia es una mezcla explosiva, pienso que es muy importante desarrollar una cultura científica muy fuerte en la sociedad, para evitar este combo».
Fernández-Vidal, que describe la ciencia como «una ventana al Universo. La herramienta que, afortunadamente» le ha dado «más preguntas que respuestas», llena su libro de enigmas para que el lector intente descubrirlos antes que los protagonistas.
Son «una especie de masaje neuronal» -explica- para estimular el cerebro cuando la parte racional se queda bloqueada al intentar comprender un campo que «no nos describe cosas cotidianas». Solo hace falta pensar un poco para saber: «¿qué puedes llevar en un bolsillo roto sin perderlo?».
Carmen Rodríguez

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