Por Gloria López
Periodistas y activistas reflexionan sobre cómo se abordan las noticias vinculadas a los derechos de las mujeres, cuál es el tratamiento mediático de casos de violencia de género, así como de iniciativas del movimiento feminista y cuál es la representación de las mujeres en los medios.
¿Son machistas los medios de comunicación? Periodistas y activistas feministas reflexionaron en torno a ese interrogante que, tras el hito del 8 de marzo, ha adquirido un nuevo significado: ¿está cambiando la agenda y el discurso de los medios?, ¿siguen invisibilizadas las mujeres?, ¿es imparable la participación de las periodistas en la dirección de secciones hasta ahora masculinizadas?, ¿se ha trasformado el tratamiento mediático de la violencia machista?
De oscuro, en solidaridad con las trabajadoras de Radio Televisión Española que han impulsado una campaña que denuncia la manipulación y la desigualdad a la que se enfrentan. Así aparecieron, invitadas por Alianza por la Solidaridad, la periodista Nuria Varela, Montserrat Domínguez, directora de Huffington Post, Ana Bernal Triviño, profesora doctora de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), la activista feminista Justa Montero, Ana Requena, periodista de eldiario.es, y por la organización anfitriona, María Salvador. Estuvieron moderadas por la periodista Rosa Tristán.
El debate comenzó con una exposición de los resultados de un estudio realizado en Bolivia, sobre el tratamiento en los medios de los derechos sexuales y reproductivos. El 68% de las noticias referidas a la sexualidad aparecen vinculadas a la tragedia y muestran el cuerpo de la mujer como un objeto, de acuerdo al modelo de belleza y reproduciendo estereotipos de género. “Los medios de comunicación en Bolivia todavía no cuentan con las organizaciones de mujeres como referentes informativos”, explicó María Salvador, quien puso de manifiesto la ausencia del enfoque de derechos humanos en el tratamiento de estos temas. ¿Es diferente a lo que sucede en los medios españoles.
“Los medios son un reflejo de lo que sucede en la sociedad, por lo tanto, también son machistas, aunque eso está cambiando pero muy lentamente”, aseguraba Montserrat Domínguez. Nuria Varela matizaba: los medios no solo son un reflejo, sino que “construyen ese imaginario colectivo, que es patriarcal”. Todo el proceso informativo es una toma de decisiones, implica incluir, excluir, jerarquizar las informaciones y eso no es “neutro”. Así, “lo importante de un buen profesional es la mirada”, concluía Varela, y “los medios todavía nos miran mal a las mujeres. Y también nos miran muy poco. Nos miran a través de un lenguaje sexista. El cuestionamiento es continúo. Y más si las mujeres se dedican a la público”.
Efectivamente, según Ana Requena, “cada persona lleva su mochila machista y eso se refleja en la mirada”, pero “estamos hablando desde un momento especial”, donde el androcentrismo convive “con más cantidad de buenas prácticas, más conciencia y más conocimiento”. Hay un cambio, “el feminismo ha entrado en la agenda mediática”, otra cosa es cómo se maneje. La directora del blog Micromachismos advertía del peligro de crear “contenedores” y que esta perspectiva de género “no atraviese todas las secciones”. Eso sería una forma de dar respuesta a la demanda, pero sin acometer la transformación necesaria.
“los medios todavía nos miran mal a las mujeres. Y también nos miran muy poco. Nos miran a través de un lenguaje sexista. El cuestionamiento es continúo. Y más si las mujeres se dedican a la público”, Nuria Varela
Violencia de género
Uno de los aspectos donde más evidente resulta esa falta de coherencia en el discurso informativo, a pesar de la efervescencia de los postulados feministas, que han llegado hasta las redacciones de los medios, es en el tratamiento de la violencia de género. Fue un avance situar esa violencia fuera del ámbito doméstico y ubicarla como un asunto público, y el periodismo tuvo que ver en este logro. Pero “falta un discursos completo”, dijo Nuria Varela, “no está unida la violencia de género a la desigualdad”.
Redes sociales
En ese proceso de toma de conciencia, en cierto modo catapultado el 8 de marzo, aunque acumulado durante tiempo, las redes sociales han sido fundamentales. “Muchas chicas jóvenes han tomado conciencia a través de las redes”, explicaba Ana Isabel Bernal, quien valoraba también su influencia para censurar titulares machistas o difundir campañas como #me too, ‘Juana está en mi casa’, o #Cuéntalo. También advertía del retroceso que suponen ciertas prácticas, como difundir bulos machistas.
Pugna por el relato
Bernal defendió la necesidad de abordar los derechos de las mujeres desde el enfoque de los derechos humanos. De algún modo, el 8M consiguió visibilizar muchos conflictos que atraviesan la vida de las mujeres, “en plural”, matizaba Justa Montero desde su activismo feminista. Ahora bien, “hay una pugna por el relato (feminista) que es política y que hemos puesto en los medios. De cómo se entienda derivan una serie de políticas. Por tanto, nos importa cómo se posicionen los medios. Los medios de comunicación tienen un poder importantísimo para construir ese relato”.
Para ilustrar su reflexión Justa Montero hizo alusión a algunos “retos”. Por ejemplo, que sea noticia que Ana Botín se reconozca feminista, pero no lo sea del mismo modo el varapalo que los PGE han dado a las empleadas del hogar. O que hablemos de cuotas en los consejos de administración de las empresas pero no de lo que pasa con las mujeres inmigrantes en situación irregular que sufren violencia. “No podemos caer en un feminismo de élite basado en mujeres que están en posiciones de poder”, argumentó la histórica feminista.
A lo largo del intercambio se escuchaba un clamor: Hay un punto de inflexión en el 8M. Y las periodistas hicieron un gran aporte “parando”, impulsando la movilización y dando visibilidad al feminismo.