Actualmente se está dando cobertura informativa a diferentes casos de arrancamientos de custodias, tanto por parte de los Juzgados como de los departamentos dependientes de Servicios Sociales de cualquier Comunidad Autónoma española.
Llevamos años denunciando el atropello que, en base a un INEXISTENTE síndrome, se viene dando por parte de los y las operadoras judiciales, así como las asociaciones y entidades privadas denominadas sin ánimo de lucro, tras la externalización de la mayoría de los servicios relativos a Infancia, Servicios Sociales e incluso relacionados con las mujeres.
En raras ocasiones se utiliza el nombre de este artefacto al que nos referimos, arma de exterminio de una virulencia extrema contra mujeres y sus hijas e hijos. El mal llamado “síndrome de alienación parental” emplea ahora eufemismos mucho más elaborados para intentar maquillar su utilización. Así, nos podemos encontrar denominaciones como instrumentalización, conflicto de lealtades, interferencias marentales, preocupaciones mórbidas, obstaculización, madre maliciosa, no colaboradora, que enredan a quien tiene escasa formación sobre este “engendro” llegando a producir el efecto deseado por quien escucha o lee las tribulaciones de quien lo invoca.
Este INEXISTENTE síndrome lleva aparejada lo que llama “LA TERAPIA DE LA AMENAZA”, consistente en someter a la mujer que denuncia violencia machista y/o abusos sobre sus hijos e hijas cometidos por el padre a una infinidad de valoraciones psicológicas, sociales y de cualquier otra índole con el fin de invalidar su testimonio y conseguir que retire la denuncia o pruebas sobre la violencia cometida sobre ella y sobre sus hijos e hijas. Dicha terapia se lleva a cabo por los y las profesionales que intervienen en el caso, anulando e invalidando cualquier testimonio o prueba a la que tienen acceso puesto que culpan a la mujer de manipuladora, perversa, falseadora, capaz de cualquier cosa por salir beneficiada, frente a un padre que siempre definen como bondadoso, lleno de habilidades, colaborador e injustamente alejado de su prole. Se amenaza a la madre con perder la custodia de sus hijos e hijas si no colabora, si no se somete, si no permanece inmóvil y acata todo aquello que se le propone.
Los y las profesionales que intervienen en estos casos, se ponen en contacto con los centros escolares, centros de salud, amenazando y comunicando la actitud perversa de la madre y las consecuencias que recaerán si colaboran con ella, de forma que la madre no sólo queda desprotegida e invalidada, si no que se anula toda posibilidad de defensa. Cual bucle, cuanto más intenta esa madre protegerse y defenderse menos lo consigue.
La terapia de la amenaza culmina con el arrancamiento de los hijos e hijas de manera virulenta, siendo convocados a dicho arrancamiento los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado en número considerable, ante fácilmente una decena de personas que reducirán físicamente a la madre y ARRANCARÁN literalmente a los hijos e hijas para entregárselos al padre al que temen y con quien no quieren estar. Estos hechos que pueden parecer sacados de una novela policíaca de ficción están sucediendo prácticamente a diario en cualquier punto de España con la venia de Sus Señorías y con la elaboración de informes realizados por personal adoctrinado en (I)sap.
Tras ese arrancamiento cruel, despiadado y violento se mantendrá a la madre separada de sus hijos e hijas por un tiempo indefinido que será marcado por los terapeutas, técnicos o cualesquiera que hayan intervenido en el ARRANCAMIENTO, pudiendo ser 30, 60, 90 días, tiempo al que el creador de este engendro al que llamamos (I)sap, lo denomina “desprogramación”. Tras la desprogramación, la madre accederá a sus hijos e hijas telefónicamente durante un breve periodo de tiempo, donde permanecerá vigilada en todo momento y se le darán las pauta de qué debe o no les debe decir. Nuevamente se evaluará esa comunicación y si es apta se procederá a conceder visitas supervisadas (VIGILADAS Y OBSERVADAS POR DOS/TRES TÉCNICOS) de escasa duración.
Los ARRANCAMIENTOS avalados por la aplicación del (I)sap se llevan a cabo a menores de cualquier edad, no pudiendo valorar qué edad es la más adecuada, puesto que para llevar a cabo esta salvajada no existe edad. Así, los y las más pequeñas se bloquearán ante cualquier estímulo y los y las más mayores se bloquearán y ocultarán cualquier sentimiento de pérdida. De forma que las valoraciones que se realicen posteriores a la consecución de dicho ARRANCAMIENTO por parte de los profesionales o ente que los produjo no tendrán valor probatorio puesto que el ser humano, por naturaleza, tiende a protegerse de un elemento externo al que no puede hacerle frente, bien con regresiones bien con introversión, provocando un bloqueo absoluto de elevado sufrimiento que NUNCA RECOGERÁN DICHOS INFORMES.
La magnitud, la virulencia, la crueldad de la toma drástica de esta medida, de la utilización de este INEXISTENTE síndrome, debería ser considerada como crimen de lesa humanidad. La situación de desprotección, de vulnerabilidad a la que se somete a la infancia debe ser repudiada por todo aquel o aquella profesional que se precie. Se deberían revisar los protocolos de actuación. El circuito judicial que no sólo esté respaldando si no que empuja a que se tomen estas medidas debería ser expedientado y separado, puesto que incumple la recomendación del Consejo General del Poder Judicial que INSTA A LA NO UTILIZACIÓN DE ESTE INEXISTENTE SÍNDROME.
Los diagnósticos clínicos vienen definidos en los códigos para tal fin, todos ellos sometidos a peer review y refrendados por la comunidad y comités científicos, lo que no recogen no existe. Es curioso que este inexistente síndrome tiene unas características peculiares, por un lado sólo se aplica en caso de abusos y de malos tratos y contra las mujeres y por otro lado su cura, su desintoxicación sólo es posible a través del circuito judicial o servicios sociales, gestionados por empresas externas, todas ellas insisto, SIN ÁNIMO DE LUCRO.
Arrancar a un niño o niña de su entorno, de su zona de confort, de su rutina es DESPROTEGERLE. Arrancar a un niño o niña virulentamente de sus referentes es ABANDONARLE. Obligar a un bebé a abandonar la lactancia materna en pro de la comunicación o estancia con un padre es MALTRATARLE.
Una sociedad desarrollada que se precie, que presuma de proteger a la infancia y de salvaguardar al débil debería avergonzarse de permitir esta locura. Las madres que protegen a sus hijos e hijas de los malos tratos no están locas, ni desequilibradas. Es el sistema quien enloquece ante los avances de la sociedad que reclama otras medidas, otros derechos, pretendiendo defender un sistema patriarcal tan denodado como agresivo y peligroso.
Pronunciamiento contra el (i) SAP y su terapia de la amenaza
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Siguen rigiendo los juegos de azar. Otras mujeres reciben un exceso de poder en un divorcio, enferman de la cabeza debido a ese exceso de poder, y son los hijos los que han de demostrar que la madre no rige bien para cortar el chantaje entre pobreza o maltrato.