La Audiencia de Vizcaya ha imputado por segunda vez a la Diputación Foral de Vizcaya, en concreto a varios directivos del Servicio de Infancia, por un delito de maltrato institucional, entre otros hacia una madre y su hija de corta edad, a quienes arrancó a una de la vida de la otra y a quienes está condenando a verse o “visitarse”, como ellos le llaman, a 8 horas semanales en periodos de 4 horas cada uno, de los cuales la mitad los pasan acompañadas de una educadora que invade tiempos, espacios e incluso el amor de madre e hija. Estas 8 horas han venido precedidas de escasas dos horas encerradas en un punto de encuentro, bajo vigilancia severa y donde eran cuestionadas por tardar en despedirse, por hablar en euskera o por transmitirse gestos o frases cariñosas que, según los intocables, los expertos y los intachables técnicos del pef, gestionado por Bizgarri, eran mensajes cifrados.
Dos años hará en Agosto que a esta madre le arrancaron a su hija en la Diputación Foral de Vizcaya, en presencia de varios ertzaintzas, personal de seguridad y personal de Servicios Sociales, la madre cree recordar que la friolera de 10 adultos, muchos de ellos uniformados. La niña de 5 años fue llevada en volandas y en un estado deplorable hasta el garaje del edificio, la madre fue sujetada por el personal de seguridad y ertzaintzas, quedando como huellas de ese terrible e insufrible dolor incluso a día de hoy, su cuerpo amoratado. Después de producirse este arrancamiento, la sentaron para leerle la orden foral donde le comunicaban que a partir de ese momento y hasta que Diputación estimara no podría volver a verla. ¿Se puede ser más inhumano y causar más dolor?¿En qué manos estamos?….
¿Qué delito cometió esta madre, de qué fue acusada para producir semejante desgarro en su vida y en la de su hija? Pues como no podía ser de otra manera, fue acusada de (I)sap, ese síndrome inventado por un pedófilo, esa patología inexistente a la que recurre tan cotidianamente el sistema, esa barbarie que se está llevando a cabo contra mujeres y sus hijos. Fue acusada de manipular a su hija, de provocarla que perdiera el control de esfínteres en la puerta del pef, que intentara escaparse de la mano de su abuela por no querer entrar a ver a su padre poniendo en riesgo su vida en una calle transitada por vehículos, de desampararla, de encontrarse en riesgo grave de desprotección…. INAUDITO.
No fue la madre quien denunció los hechos en ninguna comisaría. Esta madre como tantas otras no denunció por miedo, por vergüenza, porque saben que nadie las cree. Fue el propio hospital quien accionó dos veces, sí, DOS VECES el protocolo de malos tratos al presentar la niña varias lesiones. Madre e hija durante años fueron obligadas a realizar multitud de entrevistas, de tests, de declaraciones, mientras que al no producirse ni siquiera la suspensión cautelar de visitas al padre debían seguir yendo al pef, donde la niña no quería entrar de ninguna manera. Estos hechos no se resolvieron de una manera rápida, se prolongaron en el tiempo, aproximadamente unos tres años, donde madre e hija iban a tantas entrevistas e intervenciones como les obligaban, repitiendo una y otra vez lo mismo, revictimizándolas y como no puede ser de otra manera, creando en la pequeña una incertidumbre y desconfianza elevada a cuantos adultos le interrogaban.
Las regresiones que sufren los niños y niñas que son expuestos a la violencia son amplia y sobradamente conocidas por los expertos en la materia, las pérdidas de control de esfínteres, terrores nocturnos, desconfianza, bloqueos emocionales, disfunciones en el lenguaje, son todas ellas propias de situaciones de peligro, porque así las perciben los niños Y PORQUE ES LO QUE SON.
No es la primera vez que esta niña es brutalmente separada de su madre. Cuando contaba con escasamente año y medio, su padre en compañía de los abuelos paternos arrancó a la niña de su silla de paseo y se la llevaron durante sesenta días y sesenta noches, estando en paradero desconocido. Nadie, ni siquiera el sistema judicial hizo nada por encontrarla. Cuando tras esos sesenta días el padre es requerido por autoridad judicial argumentó que ante la imposibilidad de poder estar con su hija, bajo impulso tomó esa decisión. Fue absuelto del delito de secuestro y se IMPUSO una custodia compartida que, evidentemente fue el desastre más absoluto y la manera de desprotección más terrible que podía haber sufrido esta niña. Contaba entonces dos años y la habían arrancado violentamente de su madre. Ahí lo dejo.
Nadie, NADIE hasta este momento, ha reprochado aquella medida, aquella custodia compartida que fue un absoluto fracaso. Nadie ha tenido en cuenta estos antecedentes, nadie, con tanto experto que ha rodeado este caso, ha valorado que el miedo insuperable de esta niña a perder a su madre para siempre ha marcado su rechazo hacia su padre. Nadie ha tendido una mano a esta madre y su hija. De todo el circuito que ha participado en esta brutal medida nadie se ha puesto en la piel de una bebé a la que arrancan de cuajo a su madre y todo su entorno de seguridad para trasladarla a un lugar desconocido. A la reacción normal de una madre de proteger a su hija y de desconfiar de un padre que impone sus derechos por encima de los de su propia hija, a la reacción normal y natural de una niña que teme perder a su madre para siempre, con la sensación de angustia que supone, a todas esas reacciones normales, naturales y me atrevo a decir LEGALES, le han llamado (i)sap, desprotección grave, maltrato infantil, manipulación, interferencias marentales y han llenado folios, informes, han presentado programas de intervención terapeútica, programas de intervención familiar y un sinfín de despropósitos que a día de hoy no han terminado.
Dolor, más dolor, mucho más dolor, angustia, tristeza, ansiedad, éso ha generado el servicio de infancia del País Vasco. Por éso han sido imputados por segunda vez por la Audiencia de Vizcaya, por éso se está investigando. Por éso se solicita una peritación externa a Diputación y por supuesto a Bizgarri y la propia Diputación se opone. ¿Por qué?¿Qué es lo que temen?¿No están para velar por el interés superior del menor?¿Por qué no vamos a escuchar a profesionales de reconocido prestigio y hemos de dar sólo por buenos sus informes y sus análisis?
Urge revisar protocolos, urge revisar concesiones externas a empresas que potencian y fomentan la mayor arma de destrucción contra las mujeres y la infancia, el inexistente síndrome de alienación parental con todos sus seudónimos. Urge proteger de verdad a la infancia, proporcionarles una vida feliz y tranquila al lado de quienes les quieren y no de quienes les utiliza como arma arrojadiza. Urge prohibir las visitas al menor síntoma de malos tratos y urge visiblilizar todo tipo de situaciones terribles como ésta, donde madre e hija se ven obligadas a vivir separadas, donde el daño causado tanto a la madre como a la hija ya es irreparable.
Urge para ayer que se dejen de cometer estas atrocidades, de montar a una niña de cinco años en un coche rodeada de extraños para ser entregada a quien teme y con quien no quiere estar.
Va por ti y por tu hija. Y va por todos los niños y niñas arrancados de sus madres y sometidos a esta tortura.