Otra vez la infancia no es libre

Ester Ruiz
Ester Ruiz
Enfermera, Estudiante de Derecho, feminista, madre, activista, coordinadora de la Plataforma Luna contra el SAP, directiva del proyecto "Doble Victimización, violencia institucional hacia mujeres"
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Seguimos con el mismo tema que días atrás. Nuevamente se ha criminalizado a otra mujer, otra madre que ni siquiera huyó ni se escondió, simplemente estaba viviendo, cumpliendo con su deber de madre, cuidando y protegiendo a su hija.

Podría hacer un artículo lleno de jerga jurídica que posiblemente sólo entenderían unos cuantos profesionales. Pero no es esa mi razón al escribir sobre esta materia que dicho sea de paso, cuando menos no entretiene sino todo lo contrario.
Ya reflexioné anteriormente sobre este tema en otro de mis artículos. Intenté aproximar a quien me lee a una situación poco conocida aunque no por ello poco común. Somos cientos, quizá ya miles de madres y con nosotras miles de niñas y niños las que nos encontramos en situaciones parecidas a las que se han encontrado las mujeres de la asociación “Infancia Libre”, unas que tienen orden de protección, otras que no, unas que tienen custodias compartidas impuestas, otras que no, unas que han conseguido que se condene a sus maltratadores Y LOS DE SUS HIJAS E HIJOS y otras que desgraciadamente no. Porque ya se sabe que en esto de las denuncias y condenas tiene mucho que ver la llamada “suerte de la víctima” referida a quién enjuicia, quién recoge la denuncia y en qué momento de dolor se encuentran las víctimas, la mujer maltratada y sus hijos maltratados evidentemente.

Hay quienes equivocadamente piensan que las madres predisponemos a nuestras hijas e hijos con el fín de salir aventajadas de un divorcio, como si diera puntos meritorios la capacidad para predisponer a quien nos escucha. Habitualmente el discurso de una mujer que ha sufrido violencia suele ser nulo, incluso su lenguaje gestual y emocional se ven anulados, todo ello como consecuencia de los malos tratos sufridos. De la misma forma, las y los pequeños ven empobrecido su diálogo, sus ganas de juego y de referir verbalmente aquéllo que les hace sufrir. Sin embargo, no deja de ser terrible, que tanto unas como otros se vean obligados a verbalizar una y otra vez los actos vejatorios a que han sido sometidos, ante personas desconocidas y con carácter de autoridad. Pensar que las mujeres maltratadas y sus hijas e hijos utilizan su dolor en su beneficio es tener nulo conocimiento en la materia.

Estos casos terribles tienen un mismo denominador común. Todas ellas, todas nosotras solicitamos auxilio judicial cuando nos encontramos en la peor de las situaciones, debilitadas física, psicológica y económicamente. Pensamos que nuestros hijos e hijas encontrarán la protección en el sistema y nos equivocamos gravemente. Como una bofetada más dolorosa que la que hemos recibido por parte de nuestras ex parejas o ese insulto tan ruín y salvaje que nos regalan un día tras otro, vamos procesionando con nuestros hijos de la mano o nuestras hijas en brazos, por los diferentes profesionales del sistema que dicen protegernos pero que pronto entenderemos que no lo hacen, que muy al contrario van convirtiéndonos en culpables de aquellos males que nosotras mismas denunciamos. Da lo mismo si verbalizamos malos tratos psicológicos, estamos exagerando, da lo mismo si son golpes, también los exageramos. Impensable que verbalicemos que nuestros pequeños son maltratados por sus padres porque ahí, justo ahí, cae sobre nosotras la losa más pesada que jamás nos quitaremos.

Solas, hundidas, terriblemente humilladas, temblando literalmente a diario, somos víctimas de una maquinaria judicial que acabará arrancándonos a nuestros hijos e hijas como no nos sometamos a cuantas terapias, exámenes psicosociales, programas de intervención y por supuesto régimenes de visitas cercanos a la locura nos impongan. Mientras, se estará enjuiciando al presunto maltratador con el que nuestros hijos siguen teniendo contacto por orden judicial. Se van anulando nuestras pruebas con sus informes disfrazados de bondad, esa bondad que jamás existió y que tampoco existe por más que intenten inventarla. Se suceden las vistas judiciales, las intervenciones varias, donde en todas ellas se va deformando la realidad de los sucesos y donde, en definitiva somos cuestionadas, eso sí, CON LA

AMENAZA DE PERDER A NUESTROS HIJOS PARA SIEMPRE.
Hubo un tiempo en que todos estos casos, todas estas situaciones de imposible sufrimiento y justificación eran silenciadas. En el año 2006, un grupo de madres afectadas por estas situaciones pusimos en marcha la Plataforma Luna contra el Sap, la primera plataforma en España que agrupó a madres de todos los países que, bajo alias para evitar ser reconocidas, expusimos aquellas terribles torturas a que nos estaban sometiendo. Se elevó a la Comisión Europea el trato vejatorio que recibíamos por parte de las instituciones. Años después, todo aquel horror no ha cambiado, me atrevería a decir que se ha perfeccionado. Lo bueno de tener trayectoria es que permite conocer sobradamente lo que ocurre.

Estas madres como tantas otras NO HAN HUÍDO HACIA NINGUNA PARTE NI FORMAN NINGUNA TRAMA. En el sano ejercicio de su libertad se han asociado con la sana y honrada intención de PROTEGER A SUS HIJOS E HIJAS. Solicitaron la tutela judicial efectiva sobre todo para SUS HIJOS E HIJAS que les fue negada a base de informes torticeros. Unieron su lucha y manifestaron públicamente a través de los mecanismos de los que disponemos TODOS LOS CIUDADANOS sus quejas y desacuerdos en el tratamiento que recibimos por parte del sistema. Exactamente de la misma forma que lo hicieron y hacen aquéllos que ahora las señalan.

Hablan de trama, de investigaciones policiales, basura informativa para dibujar mujeres locas, arrogantes, obsesivas y enfermas. Por el contrario, con la cantidad de congresos internacionales que se han celebrado para hablar del sap, con los mismos ponentes, los mismos colaboradores, los mismos profesionales que intervenían para salvaguardar la dignidad que los presuntos maltratadores no tenían, siendo que siempre eran los mismos, con los mismos informes, los mismos argumentos, ahí nunca han hablado de tramas, ni se les ha cuestionado por ello. Si los presuntos maltratadores, denunciados, arrancan a los hijos e hijas de sus madres, de sus hogares y se ocultan con ellos sine die no son machacados por la prensa, aquí sí que se presume presunción de inocencia.
Gardner, inventor de un falso síndrome que está arrasando con la infancia ya herida de por sí al tener que vivir episodios violentos y/o abusos de sus padres varones, ya lo recogía en sus libros autopublicados, los terapeutas que son capaces de sucumbir a las mentiras de las mujeres que manipulan a sus hijos deben ser señalados y retirados. Y éso es exactamente lo que se pretende hacer, que los profesionales que no forman parte de esa “supuesta trama patriarcal” se retiren para que nos encontremos solas, desprotegidas y sin prueba alguna.

No voy a nombrar a ningún elemento de la supuesta trama a que hago referencia y no por miedo, no les daré el gusto de leer su nombre y manchar mi artículo. Concluyo con un refrán que pretende reflejar con claridad la situación actual “ Se cree el ladrón que todos son de su condición”.

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