Me canso. Me canso de estar recibiendo tantas críticas por todos lados. Tanto por algunos sectores del radfem a los que explico mi historia pero hacen oídos sordos, como por los sectores del TM, que quieren borrar a las verdaderas transexuales del mapa sirviéndose del transgenerismo. Y también me canso sobre todo de tener que repetir hasta la saciedad que soy mujer trans y de tener que defenderme como tal.
Para empezar, recapitulemos algunos conceptos del radfem. Para empezar, el género no es una binariedad como pretende el TM, sino más bien una jerarquía en la que se pone a los hombres por encima y a las mujeres por debajo, y es la arma principal que usa el patriarcado para provocar toda clase de situaciones machistas. Y hace falta discernir los conceptos de sexo y género. Mientras que en el sexo hombres y mujeres se distinguen mediante sus características biológicas, que las hacen respectivamente macho y hembra humanos adultos, en el género se distinguen mediante su posición respecto las castas sexuales, respectivamente opresor y oprimida. Pero ¿qué es lo que lasa cuando estamos ante casos de gente trans? Para aclarar conceptos, hace falta discernir entre transgénero y transexual. Un autodenominado transgénero es una persona que quiere adoptar los roles del género contrario a su sexo pero no tiene ninguna característica material vinculada a él. Pero en cambio, a un transexual sí que se le ha impuesto de algún modo extraño el género opuesto a su sexo, y además sufre disforia de sexo.
Ojo a esto último, porque tanto a nivel de conocimiento de a pie como a nivel de diagnósticos de los DSM I, II, III, IV y V (si es que aún no ha salido el VI), sólo está visible lo que se conoce como disforia de género, que consiste en una inconcordancia entre el género que se es y el género que percibe la demás gente, pero más en terreno de roles, estereotipos y pronombres. En cambio la disforia de sexo es un rechazo a aquellas partes del cuerpo de la persona que conciernen los caracteres sexuales primarios y secundarios, provocando en ella que se haya hormonado, operado y/o sometido a criogenizaciones de modificación génica del sexo cromosómico, o por lo menos que tenga el deseo de realizar estas acciones y además esté moviendo los peones correspondientes en el terreno de la salud (médicos, psicólogos, etc.) para ponerlas en la agenda sanitaria. Y ésta última sí que es vinculante a la hora de poder llevar a cabo la expresión social con el género girado.
El motivo principal de la opresión femenina es el género mujer, y éste suele ir estrechamente asociado a la capacidad reproductiva de las mujeres (sexo). Para que una persona sea sujeto político del feminismo, debe haber sufrido opresión como género mujer. Esto les viene por carta a las mujeres biológicas, ya que el patriarcado se aprovecha de su capacidad reproductiva para explotarlas. Y de ahí salen las distintas formas de opresión que se tienen documentadas: acoso, agresiones, humillaciones, vejaciones, feminicidios, estigmas maternales como el aborto o la maternidad misma, mutilación genital en el África, maltratos, gaslighting, retorcimiento de pies en la China, sexualizaciones, miedo a salir solas por la noche, y un largo etcétera. Pero curiosamente, a las mujeres transexuales (las que somos transexuales de verdad), se nos oprime aparentemente sin venir a cuento, casi siempre bajo una excusa disuasoria que muchas veces acaba resultando falsa, en mi caso, un falso diagnóstico de ásperger siendo neurotípica, pero del que han tirado para hacerme un acoso tan bestial que pasa las fronteras del bullying, para ningunearme, para anularme el criterio, para infantilizarme, para hacerme trashing, etc., sólo “porque soy ásperger”, cosa que NO es cierta; pero que en otros casos pueden ser excusas de este estilo pero no necesariamente psiquiátricas. Y justo cuando nos damos cuenta después de largas reflexiones sobre nosotras mismas que en efecto ha sido opresión femenina, y además experimentamos disforia de sexo, pues ahí recién empezamos a sufrir la discriminación por no ajustarnos a la norma patriarcal, que sufrimos tanto transexuales como transgéneros, además de la opresión que ya sufríamos antes.
Rebatiendo el argumento de los TMs, el género NO es una identidad, es una opresión en sí. Por lo tanto, es una estupidez pensar en la posible existencia de géneros no binarios, porque éstos mismos están definidos en base a sentimientos de identidad, y no en base a opresiones materiales. Para empezar, ¿qué es sentirse hombre? ¿Qué es sentirse mujer? Intentad responder a estas preguntas sin caer en estereotipos ni roles ni en idealismos vacíos de contenido realista, y vais a ver que es imposible. ¡¡Hasta el mismo neurosexismo es un estereotipo!! Así que el transgenerismo NO cuenta para aquellos nacidos hombres que dicen “sentirse” mujeres.
Luego también está el sector de aquellas radfems que niegan por completo que las mujeres trans hayamos sufrido opresión aunque seamos verdaderas transexuales. Muchas veces les trato de explicar mis experiencias desde un punto de vista neutro, pero no me creen, porque se empeñan en creer que sólo he sufrido discriminación, cosa que sólo ha sido cierta a partir de 2017, que es cuando decidí dar la cara como ser humano socializado mujer. Y el dar la cara, en general, es súper importante para definir bien lo que es ser una verdadera transexual. Porque lo típico en los transgéneros, que se sustentan mucho por la teoría queer, lo aducen más bien al querer escudarse en un sentimiento que muchas veces no se corresponde con la realidad, a veces en absoluto.
Y aquí quiero hacer hincapié en esta última cuestión: ser hombre verdaderamente transexual es realmente complicadísimo, ya que para ello, habiendo nacido hembra humana, hay que tener una suerte casi como de lotería para no sólo no haber socializado en la opresión femenina, sino de hecho verse como opresor en toda regla. Y ya os advierto, es como la lotería porque prácticamente siempre (digamos en probabilidad casi segura), a las hembras humanas se les oprime como mujeres por su capacidad reproductiva. Así que encontrar a un hombre transexual es más raro que encontrar un mirlo blanco. En cambio, hemos más mujeres trans porque más bien hemos tenido mala suerte en este sentido. Así que si conocéis a varios hombres trans en un área relativamente pequeña, como del tamaño de tres Cataluñas como mucho, lo más probable es que todos ellos sean mujeres que han sufrido opresión como tales, y que han decidido transicionar para huir de esta opresión, tal como explicaba Sheila Jeffreys en “Gender hurts”, en el capítulo “Woman who transgender”.
Pero estas explicaciones son puramente teóricas si tenemos en cuenta en la práctica que desde que Judith Butler creó la teoría queer, y sobre todo desde el año 2008, cuando se acuñó el acrónimo TERF (Trans Exclusionary Radical Feminist), que como muy bien explicó Irene Gil en su artículo “TERF: el nuevo insulto misógino”, estigmatiza para mal a las radfems, han ido proliferando un montón de hombres que dicen ser mujeres trans pero cuyo único objetivo es usurpar los espacios no mixtos en las asambleas feministas para conseguir acaparar toda la atención y coger galletitas, y si además tenemos en cuenta que hay reglas legales o estigmas sociales que nos obligan a ser “inclusivas” con ellos, pues lo tenemos jodido!!! Ya se sabe de ese mismo artículo que eso es misoginia pura y dura, pero lo que no se ha comentado bajo ningún concepto, es que esto además nos borra por completo a las verdaderas transexuales, y como es tanta avalancha de machoqueers, pues acabo encontrando normal que ciertos sectores del radfem se empeñen en decirme que yo jamás he sufrido opresión como mujer, aunque son comentarios que niegan mi integridad, pero son normales y entiendo que me los digan debido a todo este bombardeo queer.
Por eso aquí quiero dejar clara esta distinción: son sujeto del feminismo las mujeres biológicas, las mujeres transexuales de verdad, los hombres transgénero, y aquellas mujeres que fueron engañadas para creer que son hombres trans pero han acabado detransicionando, como ahora Bellatrix. Y precisamente las mujeres transexuales necesitamos ser visibilizadas, porque el lobby queer habla del oxímoron de “mujeres con pene”, pero en cambio nosotras lo que queremos reivindicar es que debido a nuestra opresión y a nuestra disforia de sexo, queremos transicionar hacia el sexo mujer, ya que tenemos totalmente presente cuál es la verdadera definición de mujer: HEMBRA HUMANA ADULTA. Y las de nosotras que no son ni bisexuales ni asexuales, tienen el temor constante de ser falaces. Por ejemplo, al hablar de translésbicas (es decir, que sólo les gustan las mujeres), mientras aún no tengan características de hembras humanas, casi la tendencia sería hablar de hombres heterosexuales, porque no hay lesbianas con pene ni lesbianas que les gusten penes. Recordemos que la orientación sexual es hacia el SEXO, no hacia el género. Del mismo modo, al hablar de mujeres transhetero, porque quedarían catalogadas como gays. Las analogías para hombres transexuales las dejo para reflexión del lector.
Y hay una cosa que quiero dejar clara con todo esto: ser transexual no es como ser homosexual, bisexual o asexual, que en cuanto sientes algo sales del armario y tal. Sino que es más bien toda una batalla a lo largo de la vida desde que hay consciencia de ello para comprobar que no mientes. Y las mujeres transexuales que somos radfem lo tenemos muy difícil en especial, porque por el lado de ciertos sectores de las radfem mujeres biológicas explicamos nuestras experiencias desde la misma teoría radfem, y se nos tacha de misóginas por los comentarios que hacemos, que ya nos cuesta horrores hacerlos sin que haya malos entendidos, y por el lado del TM, se nos tacha de reaccionarias que nos odiamos a nosotras mismas y que no respetamos lo que llaman “las distintas identidades de género”, a veces viniéndonos por carta que debamos “aceptar” que existen los géneros no binarios, o seríamos tachadas de lo que llaman “enebefóbicas”, y encima para ellos esa supuesta fobia es transfobia en sí. De hecho, ya ni podemos hablar de nuestros problemas con nuestra biología, porque automáticamente se nos tacha de transfóbicas. Y en líneas generales, por lo que parece en ambos bandos, es que creen que por ser trans debemos aducir lo trans a una supuesta “identidad de género”, que por cierto, es otra falacia más de la teoría queer.
Yo por lo menos estoy intentando todo el rato redefinir lo que es ser trans, sin tocar la definición de lo que es ser mujer, que es hembra humana adulta. Y eso por no hablar de las dificultades que tenemos añadidas al ser transexuales y además radfem, tanto a lo que concierne el coste de los tratamientos, como a lo que concierne de hecho la misma historia que tienen los centros médicos donde nos atienden para estas cuestiones, por ejemplo, Transit en Barcelona, que para sorpresa de algunos, tiene unas cuantas relaciones directas e indirectas con el TM. Aquí en España de momento no he encontrado a ninguna transexual radfem como yo, y en Inglaterra, Fionne Orlander y Miranda Yardley, que son las dos únicas que “he encontrado”, resulta que no son radfem, aunque por lo menos están dispuestas a luchar contra la misoginia del transactivismo (de ahí la sigla TM). Así que en líneas generales, ser transexual es un truño, es una maldición. Y por favor, que no me venga propaganda basura diciendo “Trans is beautiful”, ¡¡porque no, de beautiful nada!! De hecho, en particular soy medio misándrica (y por lo tanto automisándrica), porque el mundo ideal que imagino es de sólo mujeres (tal cual hembras humanas adultas), siendo yo una de ellas, como si ya hubiera nacido con vulva.
“Radfem siendo trans: conflictos internos y externos”, evidencia que lo que denominamos “carácter”, está contenido en gran parte con un material de excitaciones sexuales, y se compone de los instintos fijados desde la niñez, de construcciones dadas por sublimación y de aquellas construcciones destinadas, al sometimiento efectivo de los impulsos perversos y reconocidos como inutilizables. La disposición sexual general perversa de la infancia puede considerarse como la fuente de toda una serie de nuestras “virtudes”, en cuanto da motivo a la creación de las mismas por la formación reactiva. Enfrente de los procesos de represión y sublimación, la filogénesis parece haber fijado el orden en que han de ser activadas las diferentes tendencias y la duración de sus actividades hasta ser sustituidas por otras nuevas o sucumbir a la represión. La alteración del ordenamiento temporal, en la síntesis de los componentes del instinto sexual, se reflejará en una modificación del resultado y un travesti no es una mujer.
Por eso el sentido y la verdad del feminismo (la mujer) es absolutamente la derrota del varón; perverso irresoluble y ambiguo sexual.
Mi Femeninologia Ciencia de lo femenino es la serie de configuraciones que con mi conciencia voy recorriendo constituyendo, más bien, la historia que desarrollo en la formación de mi conceptualización. Es decir, una suerte de escepticismo consumado, que en realidad sería, el propósito de no rendirme, a la autoridad de los pensamientos de otro, sino de examinarlo todo por mí mismo ajustándome a mi propia convicción; o mejor aún, producirlo todo por mí mismo y considerar como verdadero tan solo lo que yo hago.
*Hoy, como ese infante entre los 4 a 5 años adaptando mi pensar en la realidad, interpretando mi actividad onírica . . . . .
Por Osvaldo Buscaya (Bya)
(Psicoanalítico)
Femeninologia (Ciencia de lo femenino)
Lo femenino es el camino
Buenos Aires
Argentina
18/06/2019