En el libro de “De animales a dioses”, Yuval Noah Harari distingue entre dos realidades: la realidad real y la realidad imaginada. La realidad real son los árboles, los ríos, los leones… Esto es real. Una empresa, los derechos, el dinero… no es real, es una realidad imaginada a la que le damos la categoría de ser.
El género es, por tanto, una realidad imaginada. En 1947 el psicólogo John Money puso de moda el término “género”, entendido como construcción social de hombres y mujeres que tienen en la sociedad. Los seres humanos nos sentimos bien cuando pertenecemos a un grupo social. Para ello nos pasamos la vida taxonomizando, es decir, agrupando entre similares (la taxonomía es la ciencia que se ocupa de los principios, métodos y fines de la clasificación). Agrupamos según la forma en la que nos alimentamos (vegetarianos, carnívoros…), color de piel, origen (asiáticos, europeos…), género, etc.
Después de taxonomizar, los humanos hemos cogido el grupo de hombres y les hemos dado unas características (fortaleza, racionalidad, lógica, capacidad de decisión, osadía…) y lo mismo con las mujeres (empatía, flexibilidad, capacidad de colaboración, intuición, generosidad…). Se habla en general de estos dos géneros tan marcados en la historia, pero quiero recalcar la existencia de otros géneros. Una vez entendido esto, dirijámonos al problema.
El problema viene tras haber taxonomizado y asignado una serie de características dentro de los grupos, lo siguiente que hacemos es comportarnos y esperar que los demás se comporten según el grupo de pertenencia. De una mujer se espera que cumpla con las características dadas, al igual que ocurre con el hombre.
• La masculinidad es conjunto de características físicas, psíquicas o morales que se consideran propias del varón o de lo masculino, en oposición a lo femenino.
• La feminidad es el conjunto de características físicas, psíquicas o morales que se consideran propias de la mujer o de lo femenino, en oposición a lo masculino.
Un segundo problema es que el patriarcado ha cogido los atributos que hemos dado a los hombres y los ha ensalzado, ha dicho que con estos atributos se contribuye a alcanzar el éxito. Y ha cogido los de las mujeres y ha dicho que estas cualidades tienen menos valor y no sustentan el éxito.
Esto explicaba Mercè Brey en la cumbre “Tu mujer salvaje” organizada por Sonia Herrero y Ana Gutiérrez. Y con esta breve explicación nos encontramos con las ideas básicas en las que se sustenta el patriarcado y el origen de los mayores problemas a los que hoy en día nos seguimos enfrentando.
¿Qué diferencia la masculinidad y feminidad de hombres y mujeres?
Hoy por razones que han desbordado la “capacidad” de lo masculino se produce la fisura en el muro implantado contra la mujer y posiblemente estemos en el momento histórico para que enfrenten al verdadero contrincante. Pero es mi lectura de la “cosa”, sin pretender convencer atento que es una elección en los múltiples caminos a seguir. La naturaleza no es amoral ni moral. Lo moral, lo ético es una imposición del encéfalo. La imposición se impone. Imponer es poder.
Con el poder se derrota el sistema genocida, con más poder que el del sistema genocida. Siempre es una elección si se presenta la oportunidad, la conveniencia y la interpretación. Siempre sería prevalente la elección y la decisión. Es un hecho de poder; seguir así en ésta línea o la mujer intenta otra vía, pero de intentarlo debe derrotar al varón. No tomar el poder le significa, a la mujer, proseguir en el enredo “leguleyo” del varón que abruma con “avances” y elocuencia sobre informes y programas de desarrollo humano. ¿Que serían en realidad estas “disposiciones”, producto del sistema masculino? Papeles “pintados”. No se pretende emitir un juicio de valor, sólo describir desde mi punto de vista. Lo real indicaría que es un juego de “poder” y el problema, en definitiva, es de la mujer
Osvaldo Buscaya
OBya
Psicoanalítico (Freud)
Femeninologia Ciencia de lo femenino
CABA
Argentina
18/6/2020