(Una narrativa del calibre necesario para levantar ese espíritu de lucha en el que las mujeres nunca salen vencidas).
Por María Luisa Balaguer*
En “The Swimmer”, John Cheever hace atravesar a Ned Merrill, un ejecutivo de la actividad publicitaria muy al uso norteamericano de los sesenta, piscinas y chalets de lujo, sin que el lector llegue a adivinar que en realidad está nadando en piscinas secas y casas arruinadas. Durante un buen rato, mantiene la ilusión de una América de alto standy.
Luciana Prodan, locutora, periodista y escritora joven y comprometida con la realidad de su tiempo, está familiarizada con el amor, con la pasión, pero también con la muerte y el dolor. Por eso, “La perfecta casualidad de seguir con vida”, es un grito que da la vida al empecinamiento de los que matan los sueños. La dedicatoria de este libro nos abre la puerta a sus verdaderas intenciones, las de conjurarse en una lucha por la supervivencia pese a los agoreros destructores de sueños. Como en su Prólogo nos dice Marifé Santiago, es en la cuerda floja donde todo tiene lugar, tanto el miedo como el deseo, y a las mujeres, nos es obligado siempre construir sobre ruinas, pero es ahí donde “aguarda la imparable rebelión, la mas valiosa, porque no espera heroicidad sino justicia”.
Por eso, porque sabemos que en ocasiones nuestros hijos cuando estorbamos nos venden la casa y nos arrojan a las afueras del tiempo, siempre podemos estropearles los planes adelantando los finales. O cuando nos negamos el lenguaje porque sabemos que no vamos a ser escuchados, por los que nos quieren reconducir, o cambiamos nuestro cuerpo por una cometa porque “sentirse amado no tiene tiempo”.
Hay en estos cuentos una intención en adelantarse a las voluntades de otros apenas se adivinan. A intervenir para deshacer malévolos planes, que tienen sobre nosotros malas intenciones, y esa ruptura narrativa es lo que a mi juicio constituye uno de los valores por los que merece la pena leer este libro. Más allá de la impecable factura de la narrativa, el dominio lingüístico con el que se acierta con cada palabra, Luciana nos dice que aunque el azar se empeñe en humillarnos, en presentarnos ante nuestra vida el dolor, la miseria o la traición, podemos alterar el curso de esas intenciones, aunque solo sea adelantándonos a ellas, e interviniendo para romper esas voluntades que no son las nuestras. Romperle el plan a la vida cuando se ceba en esa casualidad que nos toca sin que la esperemos, un amor roto, un accidente inesperado, un cuchillo de mango blanco, o una maleta en la puerta.
Luciana Prodan nos presenta en todos estos cuentos un mundo interior reducido y asfixiante que se desenvuelve en los dormitorios y en las cocinas de los hogares de familias atormentadas e infelices. Ahí siempre ocurren cosas. Cosas que desembocan en aparentes desgracias, pero a veces no llegan a ser sino soluciones a otros problemas más profundos, la soledad, el miedo, la traición, en definitiva, es la vida real que se superpone siempre a nuestra vida imaginada. Y en medio de estas excusas narrativas, la escritora introduce una consideración mantenida de como ve la vida: “Nadie es capaz de sentirse inmensamente feliz o infeliz durante mucho tiempo. Nadie”.
En el fondo de todos estos relatos hay una raíz feminista que reconduce cada uno de ellos a una consideración que me atrevería a decir que tiene algo de autobiográfico. No solo por el hecho de que la protagonista sea en todos ellos una mujer, sino por la evidencia de que los sentimientos que maneja representan siempre un entorno en el que las mujeres llevan con diferencia la peor parte. Pero Luciana Prodan no las dejará desasistidas proporcionando finales inesperados muy emancipadores. A veces no se trata solo de hacer ruido, sino de la venganza más sutil e inesperada que queda pensar de una señora madre de familia y esposa ejemplar, que decide hacerse justicia a sí misma.
Es muy importante atender a esta literatura que desde hace algunos años intenta la igualdad de las mujeres desde posiciones muy liberalizadoras de ese destino que alguien diseñó paras nosotras sin consultarnos, y sin que se sea como una amenaza, convendría que se tomara nota de la capacidad que representa una narrativa del calibre de este libro, para levantar ese espíritu de lucha en el que las mujeres nunca salen vencidas.
Leer este libro es importante para aprender que el destino no es verdad, que la única realidad somos nosotras aunque siempre haya quienes quieran borrarnos.