Que las violencias patriarcales a las que estamos sometidas afectan a las mujeres en todos los aspectos y esferas de la vida es una cosa bien sabida por todas. Pero las violencias, estigmas y diferenciación de trato y diagnóstico dentro del campo de la salud mental es todavía un tema muy desconocido por la gran mayoría de la sociedad.
La última Encuesta Nacional de Salud nos lanzó unos datos escalofriantes que pasaron desapercibidos en la mayoría de los medios de comunicación; una de cada cuatro mujeres tiene riesgo de padecer un problema de salud mental, esto supone un 25% frente al 14% de los hombres. Es más, la OMS considera ser mujer, un factor de riesgo para problemas de este tipo. También existen datos que apuntan una mayor presencia de trastornos depresivos o de ansiedad en mujeres o enfermedades como la fibromialgia, que hasta hace poco era entendida por algunos como un umbral más bajo al dolor, dejando entrever que el hecho de ser mujeres nos hace más sensibles. Por suerte hoy día empezamos a saber que debajo de la fibromialgia se esconde un trastorno orgánico.
una de cada cuatro mujeres tiene riesgo de padecer un problema de salud mental, esto supone un 25% frente al 14% de los hombres. Es más, la OMS considera ser mujer, un factor de riesgo para problemas de este tipo.
La relación entre salud mental y violencia es clara, para la psicóloga Mónica Sánchez, las violencias estructurales o simbólicas ejercidas en los cuerpos femeninos, sumadas a la violencia machista, el acoso o abusos sexuales, son un enorme factor de riesgo para la salud mental de las mujeres. Estos datos son corroborados por la OMS que propone que la violencia sea tratada en un apartado específico y que se elaboren planes y estrategias para abordarla. Por otro lado, el trabajo en casa, el exceso de peso en los cuidados y la conciliación laboral son causas de estrés y desencadenantes de problemas de salud mental.
Aunque en términos absolutos, hay más casos de suicidios en hombres que en mujeres, la realidad es que ellas lo intentan tres veces más. Que en muchas ocasiones no se pueda llegar al suicidio, no implica que la intencionalidad no sea la misma; quitarse la vida. Pero aquí también hay condicionantes que tienen que ver con el sexo, ya que las mujeres tenemos acceso a otros medios para llevar a cabo un suicidio, como pueden ser los psicofármacos, y estos medios en la mayoría de los casos son menos efectivos. La relación entre suicidio y violencia también es preocupantemente alta, ya que según la OMS el maltrato es el precipitante en el 25% de los casos de suicidio en mujeres.
Por otro lado, según Mónica Sánchez, existe un enorme sesgo a la hora de medicalizar y patologizar el dolor y el malestar de las mujeres, infantilizando, ignorando o tapando los síntomas con psicofármacos, sin ofrecer una mirada más amplia. El hecho es que las mujeres consumen el 85% de psicofármacos que se recetan en la UE frente a el 15% que consumen los hombres, y que existe una mayor psiquiatrización ante cualquier problema psicológico o biológico que presente una mujer. Por otro lado, el tratamiento que se ofrece a las persona con un Trastorno Mental Grave también difiere según el sexo, tendiendo más a la medicalización en el caso de las mujeres, con todos los efectos secundarios (pérdida de menstruación, aumento de peso, apatía, temblores…) y con la pérdida de autonomía personal que comporta. Además a ellas se les deriva menos a recursos de inserción sociolaboral y tienen menos acceso a recursos de ocio o comunitarios, que son básicos para romper con el aislamiento que padecen y para poder empezar, en muchas ocasiones, a establecer relaciones sociales sanas y satisfactorias.
las violencias, estigmas y diferenciación de trato y diagnóstico dentro del campo de la salud mental es todavía un tema muy desconocido
Debemos tener en cuenta, que la mayoría de recursos están diseñados atendiendo a un patrón de necesidades masculino, lo que comporta que no respondan bien a las necesidades específicas de este colectivo. Si a esto se le suma el escaso nivel de empoderamiento, que no las hace sentir como sujetos de derecho, el papel de las familias que sobreprotegen e impulsan en mayor medida que en el caso de los hombres, a quedarse en casa y que en los centros de derivación existen diferentes sensibilidades hacia las mujeres y los hombres, lo que también promueve la menor derivación a recursos, conseguimos una cronificación que es muy difícil romper.
En el caso específico de la violencia contra las mujeres, el hecho de padecer un problema de salud mental aumenta entre dos y cuatro veces el riesgo de sufrir violencia machista. De hecho, el 80% de las mujeres con un problema de salud mental que han estado en pareja han sufrido episodios de este tipo, y un 42% no es capaz de identificarlo como tal. Esto se debe a múltiples factores, entre los que podemos destacar que se trabaja poco en el empoderamiento y la mejora del autoconcepto y la autoestima. También, en muchas ocasiones, se minimiza el problema por parte de familiares o especialistas que las atienden por el hecho de tener una patología. El acceso a recursos para mujeres que sufren violencia de género también se encuentra limitado para ellas y en ocasiones no se les permite ni siquiera interponer una denuncia o se les ponen más trabas, si se tiene conocimiento de su estado de salud mental, dejándolas indefensas.
Como sociedad no podemos permitir que sigan existiendo mujeres invisibilizadas, encerradas, maltratadas, infantilizadas, silenciadas. No podemos permitir que se siga cometiendo un maltrato no solo en la esfera privada, sino un maltrato institucional basado en el estigma y el desconocimiento de la salud mental.
Hemos de acabar con las desigualdades que sufrimos las mujeres, pero las mujeres con alguna patología mental también forman parte de la sociedad, y si no avanzan con nosotras, a nuestro lado, escuchando sus necesidades y vivencias sin tratar de hablar por ellas, no conseguiremos nada.
En la lucha por un futuro feminista debemos estar todas.
a) Que las violencias patriarcales a las que estamos sometidas afectan a las mujeres en todos los aspectos y esferas de la vida es una cosa bien sabida por todas. Pero las violencias, estigmas y diferenciación de trato y diagnóstico dentro del campo de la salud mental es todavía un tema muy desconocido por la gran mayoría de la sociedad.
Pues, la lucha contra las motivaciones del transexual ecuménico perverso patriarcado es en el control que ejerce, él mismo, en la totalidad del ordenamiento social, el punto débil de cualquier alternativa de “acordar” la mujer con el varón, la igualdad. Los logros de la mujer como concesión del transexual ecuménico perverso patriarcado, en la actualidad, es la artimaña interpuesta para no atacar la irresoluble perversión y ambigüedad sexual del varón. Disimular simplemente el motivo de su desprecio a lo femenino, por lo menos temporalmente.
b) La relación entre salud mental y violencia es clara, para la psicóloga Mónica Sánchez, las violencias estructurales o simbólicas ejercidas en los cuerpos femeninos, sumadas a la violencia machista, el acoso o abusos sexuales, son un enorme factor de riesgo para la salud mental de las mujeres
Pues, hallamos en la transexual ecuménica perversa civilización patriarcal un rasgo conservador en cuanto a su irresoluble perversión y ambigüedad sexual, que una vez constituida, tiende a perdurar, aunque la idea inconsciente que halló en ello su expresión, haya perdido su significación primaria.
c) El acceso a recursos para mujeres que sufren violencia de género también se encuentra limitado para ellas y en ocasiones no se les permite ni siquiera interponer una denuncia o se les ponen más trabas, si se tiene conocimiento de su estado de salud mental, dejándolas indefensas.
Pues, esta condición de la historia de la transexual ecuménica perversa civilización patriarcal, relativa a la perversión que la caracteriza, es la correlación necesaria teóricamente exigida de su irresoluble perversión y ambigüedad sexual, porque la sexualidad no interviene como un “motor” emergente una sola vez en el proceso de la transexual ecuménica perversa patriarcal civilización, sino que constituye la fuerza impulsora de cada uno de los fundamentos éticos y morales, y de cada una de sus imposiciones.
Un penoso conflicto que la mujer padecería sería; ¿Cómo admitir que el patriarcado es el padre, el hermano, el compañero, el dirigente, el ecuménico, etc., y que en esta regla no habría excepción?
El sentido y la verdad del feminismo (la mujer) es la derrota del varón; perverso irresoluble y ambiguo sexual
“El feminismo es única y absolutamente la mujer”
El discurso de la acción femeninológica, de mi ciencia de lo femenino (Femeninologia), expone al varón frente a aquello que ha silenciado en el pasado; el fundamento agresivo que encubre con su hipócrita moral y ética patriarcal, que se demuestran insostenibles en el presente.
Por Osvaldo Buscaya (OBya)
(Psicoanalítico)
Femeninologia (Ciencia de lo femenino)
Lo femenino es el camino
Buenos Aires
Argentina
27/9/2020