Antes de la era cristiana Aristóteles, uno de los padres de la filosofía afirmó, refiriéndose a las mujeres, que “Parecen hombres, son casi hombres, pero son tan inferiores que ni siquiera son capaces de reproducir a la especie, quienes engendran los hijos son los varones”, (…). “son meras vasijas vacías del recipiente del semen creador”. Esta lapidaria frase, que ha sembrado todo el pensamiento filosófico, ha construido una sociedad jerárquica que ha encasillado a la mujer en una situación de dependencia, sumisión e inferioridad.
Vasijas, reproductoras, cuidadoras, limpiadoras, planchadoras, lavanderas, tendederas, eternas madres, siempre hijas y al final, en el mejor de los casos viudas cuyo trabajado no ha sido reconocido ni remunerado, cuya vida navega siempre al lado de la pobreza y, económicamente, depende de con quien estuvo, no de quien fue. Abuelas que con poca carne y mucho tiempo cuecen el mejor de los potajes.
Pintoras de óleos sin firma, de textos filosóficos que las llevaron a la guillotina, reivindicadoras de derechos, abolicionistas, brujas cuyas fórmulas, de haber sido descubiertas por hombres las hubieran conocido como científicas. Parteras que, ejerciendo como varones, fueron doctores.
Creadoras de melodías anónimas, de nanas sin cuna, de romances e intrigas, prosas y poesías de afligidas, de bustos y esculturas recónditas, furtivas y firmadas por benefactores.
Vasijas, reproductoras, cuidadoras, limpiadoras, planchadoras, lavanderas, tendederas, eternas madres, siempre hijas y al final, en el mejor de los casos viudas cuyo trabajado no ha sido reconocido ni remunerado
Vendedoras, cigarreras, bordadoras, conserveras, operarias, tejedoras, encajeras o envasadoras que percibía unas monedas mientras amamantaban a sus hijos en los puestos abandonados por hombres en guerra.
Cambistas de especies y de especias, programadoras del arte de multiplicarse. Guerreras siempre, especialmente, de las conciliadas. Sempiternas dolientes por sentir, por plañir.
Alcahuetas en vez de exploradoras, gitanas que son adivinas, mediadoras del amor, tildadas de celestinas, artesanas de la tierra y generadoras de vida.
Muñecas rotas que fueron modelos o musas. Prostitutas o rameras nacidas de vicios ajenos. Reinas de ocasos en paz.
Mujeres…
Todo ello y más somos las mujeres pese a que la misoginia nos ha sacudido como botín de contiendas ajenas. Todo eso y mucho más es los que necesitan conocer las y los alumnos para conocer las discriminaciones habidas en la historia por razón de sexo y de género. Sobre todo ello necesitan reflexionar para comprender la reivindicación de las mujeres en el ámbito laboral.
Desde Aristóteles a Ortega y Gasset y pasando por Eurípides, Rousseau, Nietzsche, Schopenhauer, Jung o Freud demasiados necesitaron ensalzar al varón menospreciando a la mujer.
Dostoievski, Molière, Calderón de la Barca, Erasmo de Rótterdam, Baudelaire, Balzac o San Agustín son unos pocos ejemplos de ardientes plumas que defendieron durante siglos y siglos de historia, hasta hoy, la existencia de un orden natural en las cosas, de un orden en las que mujeres y debilidad cimientan los valores superiores de los varones. Sus sentencias al ostracismo por razón de sexo encabezan todos los siglos de la historia.
En pleno siglo XXI, lamentablemente, la desigualdad por razón de sexo es una realidad. El trabajo femenino sigue sin remunerarse y las mujeres para acceder al mercado laboral han de masculinizarse o, en el otro extremo, hipersexualizarse y mercantilizar sus cuerpos. El tiempo femenino y de dedicación a la reproducción, la crianza y los cuidados no tienen valor pecuniario en nuestra sociedad, tampoco tienen reconocidos derechos.
Las mujeres continúan hoy, atadas a un suelo pegajoso que las perpetúa esclavizadas a la atención sin reportación, a no poder conciliar la vida laboral y familiar y, tras largas jornadas, a llevar la carga del trabajo doméstico.
En el terreno educativo las niñas siguen sin tener referentes y los manuales están huérfanos de figuras femeninas que tanto en las letras como en las ciencias llenaron la historia. La elección de estudios superiores está condicionada, sin ninguna duda, por los roles, estereotipos y modelos aprendidos e imágenes ausentes en los libros.
En el terreno educativo las niñas siguen sin tener referentes y los manuales están huérfanos de figuras femeninas que tanto en las letras como en las ciencias llenaron la historia.
En el mejor de los casos y finalizados los estudios, las mujeres se adentran en el terreno profesional hallándose con el impedimento de ser mujer, con entrevistas y protocolos que la juzgan no por su valía sino por tener interiorizado que, antes o después, ejercerá una maternidad que interrumpirá su presencialidad en el trabajo “productivo”. Finalizado el tiempo de atención a los y las hijas las mujeres se reincorporan a puestos laborales que han quedado estancados a la par que ellas con una formación obsoleta.
Brechas salariales, solicitudes de baja, excedencias no pagadas, medias jornadas fuera de la casa y completas en el hogar, ese es el mundo laboral de las mujeres que desean ejercer la maternidad. Por otro lado están las vigiladas como estériles, tachadas de solteras, cuidadoras de progenitores y dependientes y que también luchan por romper el techo de cristal.
En este panorama de desequilibrios por razón de sexo surge VisiBiliz-ARTE, un proyecto socio- cultural cuyo propósito es evidenciar a través de obras de arte, en las que se apoyan relatos creativos y personales, la realidad de las mujeres. Si en la I parte del proyecto se cuestionaron mitos y leyendas en torno a ellas y en la II se rescataron nombres de pintoras de todos los tiempos para poner en alza el valor intelectual de las mujeres y conocer sus producciones, en esta III el propósito es evidenciar la vida laboral de las mujeres, la falta de reconocimiento, la precariedad de las condiciones en que trabajan y, lo que es, si cabe, más inaudito y anclado en conceptos ancestrales, es que en pleno siglo XXI y en naciones que presumen ser desarrolladas, exista una mano de obra gratuita, en definitiva esclava.
La servidumbre de la época clásica, el vasallaje medieval, la opresión de los tiempos modernos o el sometimiento contemporáneo ha permitido a los varones la posibilidad de cambio social y laboral mientras las mujeres continúan esclavas y víctimas de un amor romántico que les otorga un papel secundario, fatal, dependiente y desfavorecido que las retiene subyugadas a sentimientos e instintos que se presuponen innatos y que se han favorecido para mantenerlas como mano de obra esclava. Hablar de femiesclavismo parece tener cada día más sentido puesto que las féminas somos un componente esencial en el desarrollo económico y social del mundo, una realidad indispensable creada, para algunos, como un hecho natural y necesario que sustenta la base del poder necesario para sostener a la clase privilegiada.
Musas, brujas, prostitutas, parteras, filósofas, cocineras, conductoras, conserveras, científicas, reproductoras, cigarreras, exploradoras, escritoras, espigadoras, guerreras, sirvientas, escultoras, vendedoras, madres, hijas, pintoras, cuidadoras, lavanderas, tendederas, deportistas, taberneras, músicas, economistas, maestras, adivinas, programadoras, enfermeras, celestinas, abolicionistas, plañideras, artesanas, viudas, operarias, limpiadoras, solteras, reinas, bordadoras, encajeras, modelos, juristas, planchadoras, abuelas, envasadoras, diseñadoras, lecheras, tejedoras y matemáticas. Eso y más son las mujeres cuyos trabajos, la sociedad patriarcal ha infravalorado, ocultado y, la gran mayoría de las veces no remunerado.
A través de innumerables obras de arte y de imágenes se puede sensibilizar sobre estos temas que, además, aproximarían a los u las alumnas al arte y a la realidad de una pasado dónde Botticelli, Waterhouse, Julio Romero de Torres, Alexander Kucharsky, Diego Velazquez , Tamara de Lempicka, Max Liebermann, Rafael Sanzio, Gustav Klimt, Millet, Laura Knight, Joaquín Sorolla, Rebecca Solomon, Kate Kollwitz o Edvard Munch, entre otros, ponen su arte al servicio de la educación, de la formación en igualad para dejar de ser sus obras piezas de valor en museos y colecciones carentes de valor pedagógico, pasivas , en tanto en cuanto pueden dialogar y tender la mano a quien las observa.
Sonia Ricart De la Torre, Maria Eugenia Plaza Martínez, Loli Salvador Plans, Ricardo J. Montés, Juan José Ávila López, Nani Canovaca López, José Carlos Torró, Cristina Gracia Tenas, Albertina Oria de Rueda, Amparo Tamarit Valero, Carmina Gordo Herrero, Maite Soriano Pardo, Jorge Zarco Rodríguez, Gema Blasco Ferrer, Ezequiel Barranco Moreno, Nicolás Puente Martínez, Bárbara Vázquez De La Oliva, José, Álvaro Castells Ureña, Inma Guillem Salvador, Isabel Serrano Rubio, Alina Assenova, Pilar Uruñuela Aransay, Gonzalo Alonso Vázquez, Eulalia Rubio Pérez, Amalia Virginia Navia Gómez, Carmen Sánchez Gijón, Mary Carmen Delgado Barranquero, Rafael Escalante Ruiz, Adelina Gimeno Navarro, Mar Busquets-Mataix, Marta Navarro Calleja, Ramón Martínez Aguirre, Patricia Crespo Alcalá, Susana Gisbert Grifo, Almudena Villalba Organero, Marie Gómez de Zaldúa, Silvia Arribas Alonso, Joaquín Gómez Bononad, Ángel Luis Fernández Sanz, Remedios García Tenza, Maruxa Duart Herrero, Maria Asunción Vicente Valls, Querubín Negro Autor,, Trinidad C. Álvarez, Mercedes Boix Más, Diana Mari-Pino Arias, Teresa Miquel March, Miriam Cristina Reyes Fernández, Cristina Renú Ferrero, Ibán José Velázquez de Castro Castillo y Viviana Fátima Andrada son esos y esas revolucionarias que, con su pluma dan voz a las mujeres que, desde el pasado y el presente, dan voz a las mujeres que desde su espacio laboral vindican igualdad.
En VisiBiliz-ARTE, las cincuenta escritoras, hombres y mujeres, que formamos este proyecto te invitamos, a través de nuestros relatos y reflexiones, a cuestionar los principios que conforman la sociedad, a actuar desde la crítica constructiva, avanzar en los derechos y apostar por una realidad dónde tengan las mismas oportunidades y responsabilidades con los hijos, hijas y dependientes, las personas. Te invitamos a poner tu mirada en el arte y en el pasado, en las vidas y testimonios de ocultadas y marginadas. Te brindamos la oportunidad de dar tu mano a quien trazada con óleos o acuarelas te solicita empatía, solidaridad, sororidad y te ofrece una historia humana que contar.
VisiBiliz-ARTE es, desde el primer hasta el último relato, una declaración de derechos de la mujer en el trabajo que, circunscrita a un lienzo acotado por un marco, exhorta igualdad.
VisiBiliz-ARTE te invita a que este año la manifestación más revolucionaria tenga lugar en las aulas, educando en igualdad y visibilizando los trabajos de las mujeres incitando al alumnado a que lean sobre la realidad de las mujeres.