Ha conmocionado a una España que parecía anestesiada por una pandemia, una serie documental que en sus primeros capítulos nos ha mostrado una mujer rota por el maltrato y por el arrancamiento de su hija e hijo. Curiosamente ella, Rocío, lo llamó arrancamiento y no negaré que me sorprendió, porque hemos sido las mujeres madres las que lo hemos denominado así, porque es así cómo se percibe y se vive, ARRANCAMIENTO.
Utilizó también otra metáfora que yo misma utilizo, este arrancamiento ni siquiera se asemeja al dolor de un hijo muerto, perdido, porque los hijos y las hijas arrancadas no se mueren, no podemos llorarles como tal, viven alejados de nosotras y se nos prohíbe acercarnos, por orden judicial o psicosocial o vaya usted a saber por orden de quién se inventarán en los futuros por venir. El motivo no es otro que poner de manifiesto que su padre les maltrata de las múltiples formas que puedan imaginarse. Empujadas y creyendo que en el uso de nuestro derecho/deber de madres debemos denunciar esos abusos/malos tratos que impiden ser felices a nuestros hijos e hijas, nos cargamos de valor y creyendo protegerles denunciamos. No tardando mucho tendremos unos brazos vacíos, un alma rota, unos ojos cansados de llorar, la mirada perdida y silencio, ese silencio que romper más vale temprano que tarde para seguir viviendo, pero también para que se sepan las aberraciones que se están llevando a cabo en el siglo XXI, con la venia y en nombre de supuestos, inexistentes y falsos síndromes.
No seré yo quien juzgue a Rocío por cobrar al romper su silencio, cuando cobraron otros todos estos años por no callar, tanto monta monta tanto, no juzgaré. Me detengo en ella, en su testimonio, en su trayectoria, en la mujer que se rompió y a quienes la han etiquetado sin guardar silencio tras escucharla y a quienes la etiquetaron todos estos años sin conocer nada y creyeron a quienes hablaban. Rocío está lanzando infinidad de mensajes no solamente con su voz, con sus manos, con sus ojos, con su mirada a veces perdida, con sus silencios, con su respiración que muchas veces se torna casi imposible. Rocío está mostrando la primera capa de piel de toda mujer madre que ha sufrido malos tratos continuados, dejando al descubierto el horror del coraje que hay que reunir para seguir viviendo ya no cada vez que te sacuden físicamente un bofetón, cinco o una soberana paliza, sino ese coraje infinito, esa supervivencia de madre que te arrebatan con insultos, humillaciones, vejaciones, para convertirte en nada y aún así conseguir reunir una bocanada de oxígeno que salve lo más preciado, a tus hijas y tus hijos. Es una pena que tanto profesional que anda suelto y es un peligro público no esté reflexionando sobre su trabajo y ojalá el periodismo reaccione.
A los periodistas llevamos años llamando para que se hagan eco de estas injusticias, para que publiquen como de la misma forma que a Rocío le archivaron cuantas denuncias por malos tratos presentó nos las archivan al resto de las mujeres y cómo en consecuencia nuestros hijos acaban inmersos en custodias compartidas impuestas que se vuelven vidas imposibles.
No olvidemos que Ana Orantes también salió en un programa del corazón a contar su terrible historia así como Carmina Ordóñez. Lo importante es romper el tabú, cierto que Ana Orantes era anónima y que Rocío y Carmina no.
Posiblemente Rocío no sea quien represente a las miles y miles de mujeres madres que se encuentran en situaciones mucho peores que ella, pero lo cierto es que ha abierto la caja de pandora en una cadena que ha vendido el maltrato a las mujeres como falsos y los arrancamientos a las madres como justicia para colocarlas en su sitio y enmendarlas, vayamos sino a la hemeroteca de T5.
Posiblemente Rocío no sea quien represente a las miles y miles de mujeres madres que se encuentran en situaciones mucho peores que ella,
Que nuestras políticas hayan dado un respingo también es importante, pero permítanme decirles que ustedes, sí, ustedes, tienen sus mails llenos de quejas que les envían las madres y las asociaciones civiles queriendo tan sólo ser escuchadas. Que estamos insistiendo hace muchos años, pero muchos quizá y no me equivocaría la friolera de 16 años que el iSAP (inexistente síndrome de alienación parental) no existe y que en nombre de ese falso invento machista, retrógrado, lleno de ira, sin sustento alguno se están matando infancias y destruyendo vidas cada día. Que no sirve de nada recomendar, sugerir o indicar, que hay que PROHIBIR Y CASTIGAR a quienes lo utilicen con sucedáneos o sin ellos, de lo contrario nuestra infancia, nuestros niños, niñas y adolescentes están sumidos en situaciones de auténtica locura y pérdida de criterios sanos y fuertes. La hija y el hijo de Rocío no tienen isap porque es un invento de un americano que justificaba la violencia y los abusos con ese artefacto diseñado para arruinar vidas sin piedad. Qué casualidad que siempre se invoca este artefacto maldito cuando la mujer madre denuncia la violencia, los malos tratos y los abusos que se vienen ejerciendo sobre ella por parte del “pater familias”. Esos niños han crecido manejados por un sistema que permitió una custodia compartida entre dos progenitores que no tenían relación alguna y que, a más abundamiento, la lucha paterna por quitárselos a la madre era el objetivo final, nunca fue compartirlos ni mucho menos. No hacen falta falsos síndromes para llevar a cabo estos fines, basta con boicotear la vida del contrario, humillar, perseguir, difamar, ridiculizar, continuar con el maltrato ya comenzado mucho tiempo antes, el resto llega solo. La víctima que ya de por sí está tocada, acabará desfallecida y se rendirá, agotada de tanto sufrir, se llama MALTRATO, no síndromes inventados y se utiliza a los hijos e hijas como armas arrojadizas sin pudor, VIOLENCIA EN SU MÁXIMO GRADO. El neomachismo, el patriarcado necesitaba justificar semejante aberración para seguir saliendo ileso de tanto odio a las mujeres, de tanta insidia y se inventó el falso, cruel e inexistente sap y así de nuevo y como siempre, desde que Eva le dio la manzana al pobrecito Adán, vuelve a salir el hombre salvado de tanta malicia y perversión femenina, volviendo a ser la mujer señalada y culpabilizada.
Que nuestras políticas hayan dado un respingo también es importante, pero permítanme decirles que ustedes, sí, ustedes, tienen sus mails llenos de quejas que les envían las madres y las asociaciones civiles queriendo tan sólo ser escuchadas.
Así se mueve la sociedad, así se asienta el orden de las cosas desde hace siglos, desde siempre, ellos arriba y ellas abajo. Si ella asciende laboralmente se ha acostado con alguien, por su inteligencia no es y por su valía profesional tampoco, si ellos llegan lo merecen. Si él no pide la custodia de sus hijos hay que entender que los hijos están mejor con la madre, pero cuidado no se siembre la más mínima sospecha sobre la madre que en un abrir y cerrar de ojos “mala madre”, “madre desalmada”, “madre sin corazón”, será lo que desayunes, comas y cenes. Y cuanto más intentes deshacerte de esas malditas etiquetas más te perseguirán, hasta que un día cansada de humillaciones digas basta ya, dejes de callar y le quites la careta al padre amantísimo y empieces a contar el infierno en el que llevas años viviendo, el maltrato al que está sometiendo a tus hijos y por supuesto a ti y ese día comienza la cuenta atrás para arrancarte lo que más quieres en la vida, TUS HIJOS.
En algo está equivocada Rocío, en el padre de su hija e hijo como único culpable. No, él no lo es, es mucho más culpable el sistema, ese sistema que archivó cada denuncia, que permitió que la mentira se hiciese verdad, que el dolo y sus secuelas quedaran impunes, que los niños crecieran entre dos mares encontrados sabiendo que no era bueno para ellos, que a pesar de ello su madre intentó remediar la locura cediendo todo para no enloquecer sobre todo a ellos, a sus hijos y que también ese gesto fue utilizado para hablar de abandono.
En algo está equivocada Rocío, en el padre de su hija e hijo como único culpable. No, él no lo es, es mucho más culpable el sistema, ese sistema que archivó cada denuncia, que permitió que la mentira se hiciese verdad, que el dolo y sus secuelas quedaran impunes,
Les duele que respiremos, que existamos, entramos en una espiral, la de la violencia, donde ellos nos conducen y salir es complicado, cuesta la vida. Cuando sales eres una muñeca rota, llena de arañazos y perdida, sin nada dentro ni fuera. Entendí ese llanto contenido que no explotaba, esa angustia que no salía del alma. Te queda mucho Rocío, acabas de salir pero estás en el camino. Reconstruir, así lo llamo, toca reconstruirse, encontrarse antes de todo, cuando eras tú. Cuando nada de esto había pasado y te esperaba la vida. Pegar los pedacitos que reconstruirás poco a poco, lenta pero segura, sin girarte oigas lo que oigas. Olvidar no se puede, perdonar no se puede, pero no a ellos que aparecieron en tu vida y la rompieron, ellos no son importantes. Lo lamentable y triste es que el sistema apoya y justifica esa violencia terrible y que mata aunque sigas viva, aunque respires, la peor muerte, la muerte en vida. Un sistema que no protege a nuestras hijas e hijos y les abandona mientras se construyen leyes y derechos que sólo son papel mojado y se invocan en Sentencias y Autos judiciales que de nada sirven pero lavan conciencias. Un sistema que no funciona porque no quiere a las mujeres libres, porque siguen en la mujer mala, perversa, maliciosa, capaz de todo por salirse con la suya; una justicia involucionada, trasnochada, conservadora y una sociedad que sigue dando la espalda a una realidad silenciada por siglos y que por ese silencia sigue latente, la normalización del maltrato a las mujeres, el desprecio, la arrogancia frente y hacia nosotras.
2021, tras una pandemia mundial, España se rasga las vestiduras ante un testimonio de malos tratos, cuando nos despertamos con mujeres asesinadas, hijos e hijas asesinadas a manos de sus padres varones. Si nos ponemos a andar bienvenida seas Rocío, pero qué triste que haya habido que esperar que se siente la hija de…. para que la sociedad despierte y el periodismo se lo piense mejor cuando exculpe.