Argentina: el primer país que suscribió Yogyakarta en 1995

Maria José Binetti
Maria José Binetti
Doctora en Filosofía y Magíster en Estudios de las Mujeres y de Género - Investigadora del CONICET (Argentina) Filosofía Contemporánea y Filosofía Feminista - Activista por los derechos de las mujeres en base al sexo - Integrante de la Campaña Argentina por el Reconocmiento de los Derechos de las Mujeres en Base al Sexo
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Argentina, un país con el 50% de pobreza –60% en el caso de la infancia–, 50% de inflación anual, 50% de empleo informal precarizado, 50% de menores que no terminan el secundario y una mujer asesinada cada 24 hora, es sin embargo un país tan adelantado en políticas queer que ha suscrito los Principios de Yogyakarta ya en 1995. Así lo confirma el “Programa Nacional para la Igualdad de Géneros en Ciencia, Tecnología e Innovación” creado el 2 de junio de 2020 por una Resolución del Poder Ejecutivo Nacional (https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/rs-2020-35843690-apn-mct_1.pdf)

Esta Programa se establece con el objetivo de reducir la brecha entre los géneros en las instituciones científicas y tecnológicas, promover la igualdad de las mujeres y población LGTBI+ en el acceso a posiciones jerárquicas y/o de prestigio, monitorear y evaluar la composición del personal científico y tecnológico, y proponer acciones y recomendaciones en favor de dicha equidad. El articulado del Programa para los géneros en la ciencia pasa revista a una serie de compromisos del país con la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW), la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (Belem do Pará), los principios de la Conferencia Mundial sobre la Mujer de 1995 y ciertos principios sobre la Aplicación de la Legislación Internacional de Derechos Humanos con relación a la Orientación Sexual y la Identidad de Género suscritos también en 1995. Me permitiré citar in extenso unos pocos párrafos del documento en cuestión y subrayar algunas sorprendentes afirmaciones.

El mentado Programa declara:

“Que asimismo, suscribimos en 1995, los principios de la CONFERENCIA MUNDIAL SOBRE LA MUJER, que compromete a los Estados participantes a combatir las limitaciones y obstáculos para la igualdad y desarrollo de las mujeres, promoviendo así el adelanto y la potenciación del papel de las mujeres en todo el mundo a través de la garantía de sus derechos humanos y libertades fundamentales.

Que en la mencionada CONFERENCIA, los Estados que suscriben entienden que es indispensable diseñar, aplicar y vigilar políticas y programas a todos los niveles con la plena participación de la mujer, entre ellos políticas y programas de desarrollo efectivos, eficaces y sinérgicos, que tengan en cuenta el género y contribuyan a promover la potenciación del papel y el adelanto de la mujer.

Que a su vez se suscribió en 1995 los PRINCIPIOS SOBRE LA APLICACIÓN DE LA LEGISLACIÓN INTERNACIONAL DE DERECHOS HUMANOS CON RELACIÓN A LA ORIENTACIÓN SEXUAL Y LA IDENTIDAD DE GÉNERO, que compromete a los Estados participantes a adoptar todas las medidas apropiadas a fin de garantizar el desarrollo adecuado de las personas de diversas orientaciones sexuales e identidades de género, según sean necesarias, para garantizarles a estos grupos o personas el goce o ejercicio de los derechos humanos en igualdad de condiciones.

Que en los mencionados Principios, se establece el compromiso de los países a integrar en sus políticas y toma de decisiones un enfoque pluralista que reconozca y afirme la complementariedad e indivisibilidad de todos los aspectos de la identidad humana, incluidas la orientación sexual y la identidad de género.

Que además, en los mencionados Principios, los Estados se comprometen a asegurar que tanto la producción como la organización de los medios de comunicación regulados por el Estado sea pluralista y no discriminatoria, como también que en la contratación de personal y las políticas de promoción, dichas organizaciones no discriminen por motivos de orientación sexual o identidad de género”.

 

Analicemos sucintamente la operación “manipulación y fraude” del Programa. Este declara que Argentina suscribió en 1995 los principios de una Conferencia Mundial que al parecer aludiría a la adopción de los objetivos estratégicos de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, cuya suscripción obligaría a Argentina a “tener en cuenta el género”. Ese mismo año, se afirma que Argentina suscribió otros principios que serían como los Principios de Yogyakarta unos 11 años antes de que fueran redactados. Estos principios equivaldrían a un Tratado internacional vinculante, que obligaría al Estado a proteger la “identidad de género” como un aspecto central de la “identidad humana” –ausente de la identidad animal, vegetal o mineral– y a garantizar los derechos humanos de todas las personas en igualdad de condiciones identitarias.

Pero hay todavía más. El Programa continúa explicado:

“Que la REPÚBLICA ARGENTINA suscribe los OBJETIVOS DE DESARROLLO SOSTENIBLE DE LA ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS del año 2015, que en el objetivo número cinco (5) compromete a los Estados miembros a lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas”

Curiosamente, el objetivo número 5 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible (2015) se refiere a la “igualdad de género” entre varones y mujeres, no a la “igualdad entre los géneros” identitarios de todas las personas.

Con tal fundamentación, el Poder Ejecutivo de Argentina aprueba la creación del Programa Nacional para la Igualdad de Géneros en materia de ciencia, tecnología e innovación. La Comisión Asesora del Programa consta de 15 miembros, entre ellos Diana Maffía, Marisa Herrera y Vanesa Vázquez Laba, muy influyentes también en la agenda educativa y la reforma jurídica de los géneros  (https://www.argentina.gob.ar/noticias/fran-bubani-se-incorpora-la-comision-asesora-del-programa-para-la-igualdad-de-generos).

Como investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), el Programa de Igualdad de Géneros incide directamente en mi labor profesional y la expectativa de igualdad estructural entre varones y mujeres en mi ámbito de trabajo. Desconozco entre cuantos géneros reparte el Programa la promoción de la igualdad basada en el sexo. Desconozco también si las mujeres que no nos identificaciones con la estereotipia del género “femenino” somos contabilizadas por los monitoreos y estadísticas del Programa como masculinidades, personas trans o no-binarie. Tampoco sé en función de cuáles datos son reconocidas las personas “trans”, dado que según la Ley de Identidad de Género a estas se les asigna el sexo femenino o masculino y su partida de nacimiento original es confidencial. ¿Aplicará el Programa el precientífico método “a ojo”? ¿O recurrirá acaso a la declaración de sentimientos profundos, la misma por la cual la cual las mujeres seríamos el profundo sentir de la hetero-cis-norma?

La falsificación y confusión introducida por el Programa desnuda el modus operandi general de la ideología y el activismo queer a fin de colgarse de instituciones culturales que deberían proteger los derechos de las mujeres. A saber, la manipulación fraudulenta de la res publica, con el agravante de que en este caso es el propio Estado el que adultera hechos, conceptos y normas para justificar la eliminación del sexo.

La operatoria desplegada deja en claro por qué Argentina es líder mundial en políticas queer. Las razones hay que buscarlas en el insulto a la institucionalidad democrática, la inmoralidad pública y la corrupción descarada de quienes tienen a su cargo el destino de la nación, en especial de sus mujeres. El lobby queer y su oneroso financiamiento –agencias de la ONU, Spotlight, Open Society Foundations, Banco Centroamericano de Integración Económica, ARCUS, GATE, ILGA, etc.– recala sin filtro ni freno ni escrúpulos en la agenda “de géneros” del empobrecido país sudamericano.

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Comentarios

  1. “Advierto que, Facebook me imputa que mis comentarios infringen sus Normas comunitarias, restringiendo mis publicaciones, no obstante publicar, el suscripto, consideraciones sobre reales situaciones”.
    a) {Argentina, un país con el 50% de pobreza –60% en el caso de la infancia–, 50% de inflación anual, 50% de empleo informal precarizado, 50% de menores que no terminan el secundario y una mujer asesinada cada 24 hora, es sin embargo un país tan adelantado en políticas queer que ha suscrito los Principios de Yogyakarta ya en 1995. Así lo confirma el “Programa Nacional para la Igualdad de Géneros en Ciencia, Tecnología e Innovación” creado el 2 de junio de 2020 por una Resolución del Poder Ejecutivo Nacional}
    Pues, la situación del feminismo se encuentra en un fenómeno globalizado, con sectores de alta prosperidad material, motivada por el cambio constante de la economía, donde los mercados imponen modalidades “culturales” estructurales. Es necesario comprender los procesos de estos cambios inherentes a la transexual ecuménica perversa civilización patriarcal, que una vez logrado diseñan los mecanismos que reflejen su adaptabilidad a la diversidad, y así la “creatividad” del patriarca le asegurará que nada cambie, para satisfacer su irresoluble perversión y ambigüedad sexual.
    b) {El mentado Programa declara: Que a su vez se suscribió en 1995 los PRINCIPIOS SOBRE LA APLICACIÓN DE LA LEGISLACIÓN INTERNACIONAL DE DERECHOS HUMANOS CON RELACIÓN A LA ORIENTACIÓN SEXUAL Y LA IDENTIDAD DE GÉNERO, que compromete a los Estados participantes a adoptar todas las medidas apropiadas a fin de garantizar el desarrollo adecuado de las personas de diversas orientaciones sexuales e identidades de género, según sean necesarias, para garantizarles a estos grupos o personas el goce o ejercicio de los derechos humanos en igualdad de condiciones.}
    Pues, el transexual ecuménico perverso patriarcado, generaría así otra clase de “liderazgo” que le facilite emerger como “novedosa” creando, con su enredo “leguleyo”, condiciones “institucionales” de nivel internacional vinculadas con los sectores nacionales “prometiendo” alternativas de igualdad con la mujer. Crea de esta manera una suerte de “condicionamiento”, que encubre la autoritaria metodología de imponer direcciones en el uso de su autoridad, para hacer creer que confiere poder a lo femenino «a fin de garantizar el desarrollo adecuado de las personas de diversas orientaciones sexuales e identidades de género». El poder del transexual ecuménico perverso patriarcado se relaciona con su creatividad para crear «visiones”, que condicionen al feminismo en el significado de ir; adonde ninguna mujer ha ido antes.
    c) {La falsificación y confusión introducida por el Programa desnuda el modus operandi general de la ideología y el activismo queer a fin de colgarse de instituciones culturales que deberían proteger los derechos de las mujeres. A saber, la manipulación fraudulenta de la res publica, con el agravante de que en este caso es el propio Estado el que adultera hechos, conceptos y normas para justificar la eliminación del sexo.}
    Pues, la “sabiduría” del transexual ecuménico perverso patriarcado desde los orígenes y en la trayectoria evolutiva de su impuesta ética y moral, debe orientar nuestra mirada en el sentido de preguntarnos cuáles serán los destinos futuros de tal “cultura” y porque avatares habrá aun de pasar al advertir ante todo en la globalización “cultural”, que muy pocas personas serían capaces de una visión total de la actividad humana en sus múltiples modalidades, que tienen como común la sumisión de la mujer, sin valorar exactamente la irresoluble perversión y ambigüedad sexual del varón. Las variantes culturales de la perversa civilización patriarcal, a través del tiempo, arriban en la globalización a enfoques políticos, desde la izquierda a la derecha con ideologías contradictorias de oriente a occidente en el dominio del varón, privilegiando en todas las épocas, como de nuevo ahora, la alternancia de varones “superiores” en su actuación de “conductores” de las masas y “educadores” de las generaciones futuras, basado en su superioridad sobre lo femenino que desnuda el modus operandi general de la ideología y el activismo queer a fin de colgarse de instituciones culturales que deberían proteger los derechos de las mujeres. De éste modo, los límites de la “educacionalidad” del varón, en su irresoluble perversión y ambigüedad sexual, solo lo resolvería la eficacia de la transformación cultural mediante el absoluto poder de lo femenino: Un experimento que está aún por hacer y a mi juicio el destino de la especie humana será decidido por la circunstancia, de si el desarrollo cultural, en poder de lo femenino, logrará hacer frente al instinto de agresión y de destrucción del varón; irresoluble perverso y ambiguo sexual.
    Mi Femeninologia *Ciencia de lo femenino es la serie de configuraciones que con mi conciencia voy recorriendo constituyendo, más bien, la historia que desarrollo en la formación de mi conceptualización. Es decir, una suerte de escepticismo consumado, que en realidad sería, el propósito de no rendirme, a la autoridad de los pensamientos de otro, sino de examinarlo todo por mí mismo ajustándome a mi propia convicción; o mejor aún, producirlo todo por mí mismo y considerar como verdadero tan solo lo que yo hago.
    Hoy, como ese infante entre los 4 a 5 años adaptando mi pensar en la realidad, interpretando mi actividad onírica.
    El sentido y la verdad del feminismo (la mujer) es absolutamente la derrota del varón; perverso irresoluble y ambiguo sexual.
    Correspondería que, quienes se adjudican representar el psicoanálisis en el orden mundial y
    local, evaluar el proceso iniciado al comienzo del año 2020 en el programa del poder global del patriarcado sobre la masa planetaria en el Siglo XXI.
    Buenos Aires
    Argentina
    22 de noviembre de 2021
    Osvaldo V. Buscaya (OBya)
    Psicoanalítico (Freud)
    Femeninologia *Ciencia de lo femenino

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