Las mujeres, pese a los avances conseguido en siglos de lucha, seguimos ocupando un lugar subalterno y -lo que es radicalmente inadmisible- seguimos sufriendo sumisión, doble explotación y violencia extrema (basta con echar una ojeada a los datos oficiales, algunos de los cuales cité en el artículo anterior).
Pero, además, actualmente, soportamos un hiriente desengaño: este gobierno, en el que teníamos puestas tantas esperanzas, lejos de tomar disposiciones efectivas para avanzar en nuestras demandas de igualdad y justicia, nos ignora e incluso legisla contra nosotras.
No voy a volver sobre lo ya expuesto en los dos artículos anteriores, pero ilustraré la situación con tres ejemplos:
- Como señalé ayer, solo en los primeros seis meses de este año, se denunciaron 1.600 violaciones. Ante la agresión sexual sufrida por una menor en Igualada, dada su extrema violencia y la difusión que ha tenido ¿por qué no ha habido una declaración institucional? ¿acaso la frecuencia de estos delitos los convierte en triviales? ¿no debería, por el contrario, agravarlos? Pero el gobierno ha guardado clamoroso silencio (porque, claro, el lamentable tuit de “blablablá” de la ministra más bien resultaba ofensivo).
- También hace unos días, una agencia de “subrogación” (o sea, dedicada a compra-venta de bebés usando el cuerpo de las mujeres) ofrecía descuentos con motivo del Black Friday. Dado que la clínica es ucraniana, nuestro gobierno no puede actuar legalmente contra ella, pero nos parece inconcebible que siga sin tomar las medidas precisas para convertir en radicalmente imposible tal comercio. Nos gustaría, incluso, que presionara a los organismos de la EU a fin de que legislaran de manera decisiva y obligatoria para todos los países miembros. Nos gustaría que nuestro país fuera avanzadilla en este asunto y en los demás que conciernen los derechos de las mujeres, tal como ocurrió con la Ley contra la violencia machista promulgada por el gobierno de Zapatero.
- Y un ejemplo que puede parecer menor (y que ciertamente lo es comparado con la gravedad de los dos anteriores): Montero acude, acompañada de algunos cargos de su ministerio, a un espectáculo de temática trans. La ministra puede, por supuesto, frecuentar de manera privada teatros, cines o fiestas que considere de su agrado, pero, si acto seguido, publican fotos, loas y demás, el hecho adquiere un carácter institucional. Al no hacer lo mismo con las tres obras teatrales escritas por mujeres que están en cartel, demuestra un gran desprecio hacia ellas (igual que cuando aplaudió el vergonzoso “ladrillazo” a Lucía Echevarría).
Sí, nuestro panorama es sombrío. Pero ¿nos deprimimos? No. Rotundamente NO.
Puede que individualmente y, en ciertos momentos, nos gane el pesimismo y el desaliento. Puede. Eso, individualmente. En conjunto: ni hablar.
El movimiento feminista tiene la piel dura. Lo de que las mujeres somos “seres delicados” resultaba una patraña. Más bien al contrario: las mujeres han cargado con las responsabilidades y trabajos que los varones no querían para sí…
Esta “cultura” del esfuerzo (impuesto y al servicio de otros) nos ha de valer para luchar por lo nuestro. Y, de hecho, nos ha valido. Si miramos hacia atrás, vemos la determinación de nuestras predecesoras (no olvidemos que, por ejemplo, las sufragistas del Reino Unido pelearon durante 60 años hasta conseguir el derecho al voto).
Y, si bien en ciertos momentos el feminismo ha tenido algún respaldo institucional, somos nosotras, las feministas, quienes hemos asumido, organizado, promocionado y liderado nuestra lucha.
Porque ¿Cómo se consigue cambiar lo que hay? ¿acaso el capitalismo se va a autodestruir solito? ¿lo hará el patriarcado? Ya vemos que, por el contrario, este ha emprendido nuevas y sofisticadas maniobras para intentar que las mujeres volvamos a las catacumbas de la sumisión. Como demuestra la historia, la realidad social solo se transforma con la determinación de quienes creen que otro mundo es posible. Mientras haya humanos y humanas que no se resignan a la injusticia, a la degradación individual, social y planetaria, nada está perdido.
Y pregunto: actualmente ¿hay algún otro movimiento comparable al feminista? Pese a sufrir constantes vilipendios y agresiones, pese a tener en contra los poderes gubernamentales y los de los medios de comunicación, es –y de lejos- el que cuenta con más militantes dispuestas a poner voluntaria y generosamente su esfuerzo, su saber, su inteligencia al servicio de una causa. Lo he dicho en numerosas ocasiones y lo repito: el movimiento feminista es ejemplo para cualquier movimiento que desee un cambio social.
En resumen: las feministas no nos deprimimos ni vivimos en la queja, nos remangamos y militamos. Así ha sido y así seguirá siendo. Militamos y nos implicamos de mil maneras y en múltiples asociaciones, grupos, entidades…
Ahora, ante las feroces embestidas patriarcales, disfrazadas, además de “feministas”, es momento de mostrar que, lejos de amedrentarnos, vamos un paso más allá a fin de fortalecer nuestra lucha. Por eso hemos decidido fundar un partido político feminista, el FAC (Feministas al Congreso) que muy pronto será presentado ante los medios.
Os llamamos a uniros.
¡Que tiemble el patriarcado!