Asistimos estupefactas de nuevo, estos días a la denuncia publica de la aplicación de la cultura de la cancelación a la prestigiosa profesora y escritora feminista Juana Gallego, por parte de su alumnado, en sus clases del máster de Género y Comunicación, que ella misma impulsó, en la Universidad Autónoma de Barcelona. Tan inconcebible como el acoso y persecución, también institucional, sufrido recientemente por otra compañera feminista, en su actividad profesional, la psicóloga Carola López Moya.
Volvemos a la Universidad, como institución de punto de partida, origen y caldo de cultivo actual de la base de esta cultura misógina de cancelación que estamos sufriendo las mujeres. Así fue, en el momento en que el estructuralismo posmoderno, ya estaba dando sus últimos coletazos en las universidades francesas, cuando se retomó in extremis, en los campus de California, como útil herramienta neoliberal a reinterpretar retroalimentada por los estudios llamados poscoloniales y de género.
El impulso definitivo, como sabemos, fue a través de la teórica Judith Butler, en los años 90, cuando las investigaciones de género desde el contexto universitario estadounidense, se centraron en la performatividad y el análisis del binarismo sexual, encaminado a “ampliar” y disolver el sujeto político feminista, como en su momento hiciera igualmente, la socialdemocracia neoliberal con el sujeto político de clase, desactivando así la lucha social que implicaba.
Poco a poco, estas tendencias tanto conceptuales como metodológicas, se extenderían al resto del ámbito académico global, como buen imperialismo, también cultural, desde finales del pasado y comienzos del actual siglo.
Quince años han pasado de la instauración del llamado Plan Bolonia en nuestro país, en octubre del 2007, el Gobierno aprobó un real decreto para dotar a la Universidad del marco normativo sobre el que se asentara el Proceso de Bolonia, un acuerdo, basado en el sistema norteamericano e impulsado por las universidades europeas , en 1999, con el objetivo de modernizar el sistema de educación superior y lograr mayor autonomía a la hora de diseñar una oferta de titulaciones, homologable a la del resto de instituciones europeas para facilitar el intercambio de estudiantes.
Con la implementación de novedosas titulaciones de Grados, incluidas las Enseñanzas Artísticas Superiores, y las actualizaciones y reformas igualmente de las Enseñanzas Profesionales, para ciertas voces del mundo académico, comenzó un claro proceso de neoliberalización y progresiva privatización de las universidades públicas del Estado. No solo con el incremento salvaje en el aumento de tasas (curiosamente unido a un recorte de becas y ayudas), y la precarización absoluta del profesorado interino, adjunto y demás categorías, sino también con una “novedosa” metodología volcada en los conceptos y neologismos más mercantilistas e ideológicamente neoliberales.
En ese proceso del que hace esos 15 años ya, fue en el que a muchos y muchas docentes nos impartieron, en su día, cursos centrados en la implantación de las nuevas metodologías del Plan Bolonia. La terminología conceptual de esas “nuevas metodologías “en las Universidades y Escuelas Superiores, donde echan a andar las nuevas titulaciones, pasa a ser descaradamente empresarial, globalista y mercantilista, transversalmente en todos sus aspectos, desde esa terminología en la configuración de unidades didácticas, hasta la reestructuración orgánica de centros y departamental, esto unido a los procesos de selección y confección de listados de profesorado especifico, eternamente en interinidad, movilidad y precariedad, hasta la implantación de criterios metodológicos como la evaluación por competencias; llegando a niveles tan explícitos como escuchar afirmaciones como “-A los alumnos, a partir de ahora hay que considerarlo ya no como estudiantes, sino como clientes”. Reitero que aunque parezca increíble, hablamos de la Universidad Publica o Centros Superiores de impartición de Grados.
El cambio de paradigma que supuso esta progresiva transformación, se reflejó ya, no solo en cambios drásticos de metodologías, procesos y de conceptos (por supuesto con ciertos aspectos positivos como el aprendizaje proyectual, cooperativo, etc.), sino también, cuestión más grave de fondo, en el propio concepto de la enseñanza y de la educación en nuestras sociedades “avanzadas”, hasta entonces entendida como un derecho, y no como una “oferta mercantil competitiva” entre otras tantas, especialmente para quien pueda costeársela tanto publica, como privada .
Todo este proceso afectó estructuralmente, a lo que hasta entonces se asimilaba básicamente por Enseñanza Superior, basada en la investigación y los valores igualitarios, el fomento del conocimiento y pensamiento crítico y ético, y la libertad de cátedra en todos sus ámbitos. Universidades como espacios de enseñanza, investigación y de construcción de conocimiento dentro, siempre, del marco de los paradigmas científicos fundamentales y de los Derechos Humanos, así como foro académico de debate y discusión libre de ideas bajo principios democráticos y de respeto.
Sabíamos durante años de las criticas y denuncias puntuales de colectivos sociales de diferente índole, sobre todo ambientalistas y feministas, a ciertas actividades y cursos extraordinarios planteados y promocionados desde la Universidad, (en diferentes facultades y Universidades de nuestro contexto), actividades presentadas en ocasiones como los “Global Bussines” del futuro, que abarcaban , por poner un ejemplo, desde el blanqueo tanto de prácticas mercantiles extractivas dañinas para el medio ambiente, como el Frakking y otras, como actividades de similar legitimación social de la explotación sexual y/o explotación reproductiva, dirigida a mujeres y niñas.
Mucha indignación ha suscitado estos días la decisión hecha publica, de la Universidad de Valencia con la reciente “recomendación” y/o expulsión indirecta del alumnado ruso de programas de intercambio, a mitad de curso, equipos plegados claramente a someter en cualquier momento, los intereses de las universidades a los dictados internacionales belicistas.
También recientemente, estos días convulsos por muchas circunstancias, comprobamos con esta última grave denuncia publica que afecta de nuevo, a destacadas y cercanas profesoras feministas de gran prestigio profesional, que están siendo “canceladas”, por la institución indirectamente o por el propio alumnado, hecho relativamente reciente en nuestras aulas, como ya se denunció reiteradamente que estaba ocurriendo en muchas otras universidades de prestigio y de diferentes contextos a nivel global, en el Congreso Internacional Dofemco (Docentes Feministas por la Coeducación) al que muchas profesionales, alumnado, familias e interesadas, asistimos el pasado noviembre de 2021.
La terminología conceptual de esas “nuevas metodologías “en las Universidades y Escuelas Superiores, donde echan a andar las nuevas titulaciones, pasa a ser descaradamente empresarial, globalista y mercantilista,
Esta “tendencia”, porque tristemente va más allá de hechos puntuales o contextuales, es sumamente grave a nivel social y supone el reflejo de la introducción, de lleno ya, de la ideología más ultra neoliberal, antifeminista y misógina, en instituciones como la Universidad Pública. De la que por supuesto, se reconoce y aprecia mucho, máxime en estas circunstancias, la gran, constante y valiente labor de resistencia y avance que se realiza sin descanso, desde los diferentes departamentos y sobre todo desde las Unidades de Igualdad de nuestras Universidades publicas.
Aunque paralelamente, no nos extraña que se mantengan en el tiempo, como una constante, demasiados casos aún “abiertos” en nuestras universidades (publicas y privadas), de denuncias por abusos sexuales a alumnas, por parte tanto de profesorado como, en casos de estudiantado varón. Expedientes frecuentemente gestionados con protocolos burocráticos eternos y, en muchas ocasiones, con imposiciones de sanciones simbólicas e irrisorias, con el conllevado cuestionamiento e incluso ensañamiento, de sus entornos hacia las propias estudiantes denunciantes .
Uno de los ejemplos más reseñables supuso, hace más de dos años las denuncias por acoso sexual y abusos sexuales realizadas por un centenar de estudiantes de la Universitat Jaume I (UJI) de Castelló, que saltaron a las redes y a escasos medios de comunicación, teniendo muy poca transcendencia. Hechos escandalosos, que inspiraron a Nuria Garrido junto a la cámara Lidia Pérez, para realizar y presentar, recientemente el pasado enero de 2022, su trabajo “Mujeres que no callan”. Un documental a través del que en palabras de su autora, “abordan la violencia machista que muchas alumnas han sufrido por parte de profesores de universidades públicas españolas. Un tema invisibilizado y silenciado”. «Es una contradicción que una universidad pública, que se declara feminista y que ofrece másteres con perspectiva de género, tenga dos profesores que continúan recibiendo denuncias y sigan dando clases tranquilamente. Todo esto decepciona mucho, sobre todo cuando piensas en todas estas chicas a las cuales han destrozado su vida universitaria».-Nuria Garrido.
Exactamente en el entorno cultural, social y político actual, donde los hombres profesionales con denuncias y sentencias firmes por abusos a mujeres, nunca parecen merecer, que se les aplique la cultura de la cancelación cultural y social, especialmente si ocupan puestos de poder en sus ámbitos; curiosamente a las mujeres feministas que denuncian esa violencia con argumentos de peso, se les cuestiona, cuando no, se les sanciona directamente de una u otra manera. Y tristemente esto se está aplicando igualmente con el profesorado, pero al revés, porque parece que paradójicamente es entonces, cuando se trata de cancelar a docentes feministas, al alumnado como al cliente, desde la institución, siempre hay que darle la razón.
Ayer en la presentación publica en redes del libro “Lolita contra el lobo”, de Laura Strego y de Nuria Coronado, esta última afirmaba :
“Cuando escuchéis que un 20% de menores en nuestro país, el 80% niñas, sufren abusos sexuales no creáis que es ficción. La tremenda realidad marca para siempre. Por eso este libro es tan importante. Va por ellas. Va por todas”.
Esperemos que ese alumnado que hoy ejerce como brazo ejecutor de la cultura de la cancelación contra profesoras feministas, que defienden a las estudiantes dotándolas de herramientas políticas y colectivas, para evitar esa “indefensión aprendida inducida” frente a la violencia del sistema, no sean mañana víctimas en carne propia, de la misma táctica de cuestionamiento, culpabilización, acoso y cancelación, cuando se vean forzadas a denunciar situaciones reales de abuso sufrido hacia ellas, tanto dentro como fuera de la institución.
Mis consideraciones se ajustan a reales situaciones, a riesgo de padecer reiteradas restricciones a las mismas.
a) {Asistimos estupefactas de nuevo, estos días a la denuncia pública de la aplicación de la cultura de la cancelación a la prestigiosa profesora y escritora feminista Juana Gallego, por parte de su alumnado, en sus clases del máster de Género y Comunicación, que ella misma impulsó, en la Universidad Autónoma de Barcelona. Tan inconcebible como el acoso y persecución, también institucional, sufrido recientemente por otra compañera feminista, en su actividad profesional, la psicóloga Carola López Moya.}
Pues, la regresión permanente de la transexual ecuménica perversa civilización patriarcal sería la representación de aquellas imágenes sensibles que descompone el “material “de las que nació con anterioridad. Las diversas “modalidades” de adaptación del transexual ecuménico perverso patriarcado en el transcurso de la historia; animismo, religión y científica serían modificaciones que las hacen más o menos transitables o intransitables para el curso de su irresoluble perversión y ambigüedad sexual, que caracteriza las fases edípicas del varón en su repudio a la mujer.
b) {El impulso definitivo, como sabemos, fue a través de la teórica Judith Butler, en los años 90, cuando las investigaciones de género desde el contexto universitario estadounidense, se centraron en la performatividad y el análisis del binarismo sexual, encaminado a “ampliar” y disolver el sujeto político feminista, como en su momento hiciera igualmente, la socialdemocracia neoliberal con el sujeto político de clase, desactivando así la lucha social que implicaba.}
Pues, “disimula” el irresoluble ambiguo sexual varón su temor a ser castrado con las argumentaciones, dogmas y “explicaciones” filosóficas que conforman el sendero libre para el ejercicio regresivo que le permite ocupar el nivel significativo de ser la Ley. Esta regresión es una de las más importantes peculiaridades psicológicas del “proceso” de la transexual ecuménica perversa “civilización” patriarcal, que corresponde dentro de su aparato psíquico, desde cualquier acto complejo de representaciones culturales a través de milenios al material bruto de las huellas mnémicas, que reaviva constantemente las imágenes de percepción en las que se halla basado su repudio y desprecio a la mujer.
c) {Mucha indignación ha suscitado estos días la decisión hecha pública, de la Universidad de Valencia con la reciente “recomendación” y/o expulsión indirecta del alumnado ruso de programas de intercambio, a mitad de curso, equipos plegados claramente a someter en cualquier momento, los intereses de las universidades a los dictados internacionales belicistas.}
Pues, la “elaboración” de la transexual ecuménica perversa civilización patriarcal llevada a cabo en milenios, es una transmutación de todos los valores psíquicos edípicos despojándolos de su intensidad transfiriendo sus representaciones a otras innumerables, como en el Siglo XXI “OMICRONADO” y “UCRANIA”.
d) {Esperemos que ese alumnado que hoy ejerce como brazo ejecutor de la cultura de la cancelación contra profesoras feministas, que defienden a las estudiantes dotándolas de herramientas políticas y colectivas, para evitar esa “indefensión aprendida inducida” frente a la violencia del sistema, no sean mañana víctimas en carne propia, de la misma táctica de cuestionamiento, culpabilización, acoso y cancelación, cuando se vean forzadas a denunciar situaciones reales de abuso sufrido hacia ellas, tanto dentro como fuera de la institución.}
Pues, considerar la “cambiante” conducta y carácter transexual ecuménico perverso patriarcal, constituiría un reconocimiento en dirección progresiva a sucesivas alucinaciones; esto es, son “ideas” transformadas en imágenes que corresponden, efectivamente, a regresiones: ideas “originales” en imagen de la mujer, repudiada y despreciada en su reconocimiento genocida, abuso sexual, pedofilia, femicidio. Deseo del transexual ecuménico perverso varón que se potenciaría en cada percepción de la mujer. El acto de pensar del transexual ecuménico perverso varón, no sería otra cosa que la sustitución del deseo alucinatorio de su fálica superioridad. Resulta pues, perfectamente “lógico” ésta modificación del proceso psíquico “acostumbrado” en la transexual ecuménica perversa civilización patriarcal, durante milenios, que hace posible la “vitalidad” en una dirección ideológica de la moral, ética y valores que impone la irresoluble perversión y ambigüedad sexual del varón.
El sentido y la verdad del feminismo (la mujer) es la derrota del varón; perverso irresoluble y ambiguo sexual
“El feminismo es única y absolutamente la mujer”
Un travesti o un trans; no es una mujer
El discurso de la acción femeninológica, de mi ciencia de lo femenino (Femeninologia), expone al varón frente a aquello que ha silenciado en el pasado; el fundamento agresivo que encubre con su hipócrita moral y ética patriarcal, que se demuestran insostenibles en el presente.
Buenos Aires
Argentina
20 de marzo de 2022
Osvaldo V. Buscaya (OBya)
Psicoanalítico (Freud)
Femeninologia
Ciencia de lo femenino