El día después

Victoria Sendón de León
Victoria Sendón de León
Dra. en Filosofía y escritora feminista.
- Advertisement -

Pues no, no me estoy refiriendo a la píldora ni, por lo visto, a un programa de fútbol que se llama así. Me refiero al día después de “las manis” del 8 de marzo, claro. Qué cantidad y qué nutridas, ¡voto a Bríos! Lo que me queda claro es la cantidad de mujeres feministas que hay en España, aunque – eso sí – de distintas obediencias, que dirían los masones.

Siempre sucede que a las manifestaciones “oficiales”, en general, va mucha más gente, ya que hay más dinero detrás, más financiación, más publicidad, se suman las huestes de distintos caladeros y, al final, celebran su procesión anual plenos de devoción al poder de turno. Hasta ahora, lo normal era que la oficial lo abarcara todo, pero este año, por primera vez, las manifestaciones feministas se han dividido, que no el feminismo. Muchas feministas, por la confusión general y por mantener la unidad ante todo, se han sumado a la oficial tragándose el sapo de la obediencia debida o del deber cumplido. La libertad de elección es sagrada, cómo no.

Paralela a la oficial, la abolicionista, ya que el staff ministerial de los distintos gobiernos, en ese sentido, amagan y amagan, anuncian y anuncian, prometen y dicen, pero nada. Y el abolicionismo, sin duda, no debe estar al final del camino, sino al principio. Pensar que la democracia podía avanzar en el silgo XIX manteniendo una situación esclavista de la población negra en la América blanca, era simplemente imposible por contradictoria. Ya en Chile a finales del XVII se liberó al pueblo mapuche de la esclavitud. Y el abolicionismo se ha extendido a la pena de muerte y al segregacionismo racial por necesidad lógica. Sin embargo, pasan los años, pasan los siglos, y las esclavitudes relativas a las mujeres permanecen silenciadas a fuer de haber sido naturalizadas. Parece natural que para atender a la sexualidad compulsiva de los varones, ha de existir todo un sistema prostitucional que la satisfaga. Fabuloso negocio en el que unos pagan, otros se enriquecen y otras sobreviven jugándose el cuerpo, la dignidad y hasta su propia humanidad a partir de un principio falso.

Todo pivota en torno de las “necesidades” masculinas. La familia, en la mayoría de los casos, también responde a otras necesidades varoniles: la necesidad de cuidados, de afectos, de estabilidad, de tribu (siendo el jefe) y de servicios subalternos a cargo de las mujeres. Todo ello en virtud del amor, que también ponen ellas sobre todo. Es éste otro ejemplo de naturalización, que cambiaría radicalmente si lo dimensionáramos económicamente, pero no interesa.

En torno a la abolición, además de la prostitución, está el control para niños y adolescentes de la pornografía, que constituye un aprendizaje de la violación y humillación de las mujeres. La pornografía constituye la antesala de la formación como putero, pero también una de las causas de la miseria en las relaciones afectivo sexuales entre los jóvenes. Provoca un auténtico desastre emocional, mental y ético en personalidades que se están formando. Sin duda que las feministas están preocupadas por este asunto. Y mucho, sobre todo las madres y educadoras.

Un tercer aspecto sería la abolición de los vientres de alquiler de mujeres pobres. Esta práctica destroza totalmente el sentido profundo de la maternidad y de la filiación. Y esto inquieta y destroza la ética feminista en su base. Actualmente hemos visto consternadas toda una sala de criaturas recién nacidas que ni pueden volver con sus madres biológicas ni pueden ser entregadas a los compradores de niños en Ucrania, uno de los países-granja-de-mujeres, que además son rubias con los ojos azules. Un desastre de la humanidad.

La Agenda feminista-abolicionista sigue sumando temas en la medida en que el Ministerio de Igualdad va proponiendo nuevas leyes cada vez más disparatadas. Sin ir más lejos, el “Anteproyecto de ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI”. Me pregunto la igualdad con quién, de qué, por qué, para qué. Claro que la igualdad se ha convertido en un comodín que sirve lo mismo para un roto que para un descosido. Y no me voy a poner a discutir aquí la ley, que ya está muy discutida, pero sí a poner de relieve aquello por lo que luchamos las abolicionistas, aquello que nos inquieta profundamente. Y lo que nos inquieta es la infancia, la adolescencia, la juventud temprana. Pero también nuestra propia identidad como mujeres.

Cualquier niña o niño podrá cambiar su nombre registral libremente a partir de los 16 años; con 14, acompañados por un representante legal; y desde los 12 con ciertos requisitos. Es decir, que pueden pasar de ser varones a ser mujeres  y viceversa con esa facilidad pasmosa. Así, con un lóbulo frontal sin desarrollar, por tanto, sin capacidad para tomar decisiones importantes. Lo peor es que este proceso va precedido por un adoctrinamiento feroz que produce conversos en masa, y seguido de una medicalización hormonal de por vida con efectos aún sin calibrar, sin contar con las cirugías a las que muchos se someten.

            Por todo esto, el día 8 de marzo en Sevilla, donde estuve, en una tercera concentración, las feministas gritaban: ¡La infancia no se toca! Me impresionaron la fuerza y el convencimiento con que lo repetían. Era un grupo de unas 200 o 300 mujeres que ni siquiera habían concedido ir con la mani de las abolicionistas porque las organizadoras, que pertenecen a un partido determinado, habían aceptado no hacer alusión alguna a la ley trans. Ellos mandaron y ellas obedecieron, por supuesto. ¡Vaya feminismo! En esta concentración estaban las RadFem (feministas radicales), las Cigarreras y el PFE de Sevilla, además de otras cuantas mujeres que se habían unido libremente. Por lo menos tres horas haciendo proclamas, cantando, leyendo manifiestos y dejando bien claro que las concesiones no las iban a hacer ni por la unidad ni por las dudas. Hay cosas sobre las que no se puede dudar. Esta resistencia no es más, ni menos, que una apuesta por la ética, por la ética feminista. Una joven de 19 años se me acercó para decirme que en su Facultad la acusaban de TERF (tránsfoba) y acudía para unirse a algún grupo feminista y sobrevivir al “bullying”.

            Fueron tres modos de manifestar la lucha y el sentimiento feminista, y cada quién eligió la que consideró más oportuna, incluso apuntarse a varias, como cuando en Semana Santa una va de procesión en procesión, de esquina en esquina, de calle en calle para la visión más estética. No todo está perdido y las cosas se irán aclarando. Este artículo es simplemente para explicar a algunas personas perplejas porqué hubo esa división en las manifestaciones del 8 de marzo.

Auguro para el año que viene una mayor claridad de ideas e, incluso, acontecimientos impredecibles. Ahí vamos.

- Publicidad -

Comentarios

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Síguenos en redes

Últimos artículos

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos y para mostrarte publicidad relacionada con sus preferencias en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos de navegación. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Configurar y más información
Privacidad