Si alguna vez hubo un leve soplo de verdad en la palabra justicia hoy se ha esfumado definitivamente. En los próximos días el sistema judicial, con el beneplácito del aparato institucional del gobierno, cometerá el mayor de los latrocinios. A nuestra compañera María Salmerón le será arrebatada su libertad contraviniendo todos los principios de la Justicia con mayúsculas. El movimiento feminista y de derechos de infancia no ha dejado de dirigirse al gobierno pidíendole que parase esta atrocidad y, o no han respondido o lo han hecho con palabras huecas. Esta semana nos hemos enterado de que la misma Ministra que despachaba la solicitud de indulto de María Salmerón con el cacareado “impedimento legal” por reincidencia le denegó en abril de este año la cancelación de los antecedentes penales. ¿A quién pretende engañar este gobierno? Llamemos a cada cosa por su nombre. Alguien en algún lugar allá en lo alto ha debido decidir que si se dejaba a María Salmerón salir ilesa sentaría precedente y muchas otras mujeres serían más valientes para proteger a sus hijos e hijas, más mujeres desobedecerían sentencias en las que se expusiese a sus hijos e hijas a progenitores violentos. Conocemos la estrategia, la seguimos sufriendo década tras década, la “educación” de las mujeres a través del miedo, el maltrato institucional como forma de control.
Estamos hartas de que mientras organismos internacionales como la ONU le tira de las orejas a España por un sistema judicial en el que el machismo sigue campando a sus anchas
Estamos hartas de que mientras organismos internacionales como la ONU le tira de las orejas a España por un sistema judicial en el que el machismo sigue campando a sus anchas (disculpen las juezas y jueces feministas por la generalización) en casa seguimos dejando que todo siga exactamente igual. Hasta la coronilla de que se aprueben leyes nuevas que quedan en papel mojado porque no son suficientemente claras para tirar abajo décadas de aplicación del SAP (sólo hace falta revisar la jurisprudencia aplicable o la Circular del año 2009 de la FGE sobre el testimonio de niños y niñas víctimas) o porque ningún gobierno las ha concretado y dotado de recursos. Estamos cabreadas, no hay otra palabra, porque el gobierno al que se le llena la boca diciendo que los hijos e hijas de víctimas no tendrán que visitar a sus progenitores es el mismo que permitirá que nuestra compañera sea hecha prisionera, ¡nunca jamás la llamaremos presa!.
Todo el sistema ha actuado durante 20 largos años para cobrarse su presa. Con las garras del SAP. Recuerda el juego sádico del gato que no asesta el golpe mortal a su víctima, posterga el final, se regodea en él, aunque, por supuesto su presa no tiene desde el principio ninguna oportunidad. Con María Salmerón y con su hija Míriam han jugado las instituciones dende el minuto cero. Desde el mismo momento en que se le dice a aquella mujer que acaba de salir del maltrato (¿será necesario recordar que el violento no cumplió la condena de cárcel porque no tenía antecedentes?) que ella se salva pero su hija, un bebecito, no, que su hija se queda atrás, bajo el control del agresor. Lo ha seguido haciendo cada vez que ignoró las peticiones de ayuda de madre e hija y en cada una de las ocasiones en las que se aceptaron las denuncias presentadas por el victimario, evitando ver lo obvio, que eran un instrumento más para mantener a María bajo control, agotarla económicamente, irle quitando año tras año de vida. Nada ha cambiado. No me digan que se ha avanzado, no lo aceptamos. Esto es tan sólo el colofón de la estrategia más burda y al mismo tiempo más efectiva del patriarcado en las últimas décadas, la aplicación del SAP y la terapia de la amenaza. Por que de eso va el tema, de amenazar, de amenazarnos a todas. Entre las líneas de la notificación de ingreso en prisión a María Salmerón va escrito en tinta indeleble: “esto es lo que te puede pasar si denuncias”. ¡Qué gran sistema judicial, cuán grande su poder pedagógico! Por eso, con María nos vamos todas a la sombra.
María, eres grande. Luchas cada día por tí, por tu hija, por todas nosotras. Cada acto de resistencia te honra y lo seguirá haciendo. Nosotras nos sentimos impotentes ante tamaña injusticia, con ese absurdo pero tan necesario destello que perdura con la esperanza de que algo suceda a tu favor en el último momento. Esta carta es fruto de la desazón y no está especialmente bien escrita, pero no hay nada peor que quedarse de brazos cruzados.
Compañera, estamos contigo. 100.000 almas han pedido tu libertad y te siguen allá donde estés. No nos redimos, no lo haremos jamás.
Gracias Estrela por tú claridad, por poner los puntos sobre las ies, por abrir esta puerta a la verdad y a la solidaridad. Tus palabras forman frases contundentes, francas, fraternal es y reivindicativas; golpean la conciencia de las personas y reafirman en la lucha por la justicia, contra el machismo violento y opresor. Soy una de esas 100.000 almas que está con María Salmerón. Otra vez mil gracias.