Feminismo o barbarie es el título de una obra (muy recomendable) de la feminista y analista de ficción audiovisual Pilar Aguilar Carrasco que nos permite reflexionar sobre la capacidad civilizatoria del feminismo. Hablamos de una potente teoría crítica que examina las relaciones de poder que subyacen al patriarcado y, al mismo tiempo, un movimiento político con capacidad de desestabilizar las bases de su dominio y de ampliar, por tanto, el espacio democrático. Desde sus orígenes el feminismo ha generado poderosas categorías con una capacidad explicativa considerable. Esta es una tarea fundamental porque, como apunta la maestra Celia Amorós, conceptualizar es politizar. Disponer de conceptos que expliquen la realidad, que muestren cómo funcionan los dispositivos de poder que jerarquizan a las mujeres es imprescindible para tomar conciencia tanto de nuestra subalternidad como de nuestra capacidad como sujeto político colectivo para exigir justas reivindicaciones.
Nos gustaría traer aquí nociones que ponen de manifiesto la dimensión política de la racionalidad feminista: patriarcados de coacción y patriarcados de consentimiento, dos categorías que debemos a la filósofa Alicia Puleo. El primero es aquel que despliega la coacción para reforzar la jerarquización femenina, para invisibilizar a las mujeres y las niñas con el fin de que no existan como sujetos. La violencia de estos patriarcados se evidencia de forma magistral en montajes fotográficos de la artista yemení Boushra Yahya Almutawakel. Reconocemos la geografía en la que estos patriarcados coactivos son hegemónicos actualmente.
Los patriarcados de consentimiento, por el contrario, administran la agresividad a través de formas más difusas pero no menos brutales: los grandes medios de comunicación son las instancias que transmiten roles y estereotipos sexuales que justifican y reproducen la cosificación de las mujeres trasladando el mismo mensaje: las mujeres no son sujetos, son sexo al servicio de los varones. Identificamos esos patriarcados en el mundo occidental, en sociedades que se califican a sí mismas de igualitarias. La maquinaria propagandística, la moda, el cine o, por supuesto, el relato pornográfico son algunos de los canales que utiliza el segundo.
Lo que ponen de manifiesto tanto los conceptos como las imágenes, aparentemente dispares, es la habilidad camaleónica del patriarcado para reproducirse en contextos autoritarios o liberales, su coincidencia para seguir deshumanizando a las mujeres por diferentes medios. En un caso, ocultándolas, haciéndolas desaparecer, literalmente, de la esfera pública. En el otro, desnudándolas, troceando su cuerpo, despojándolas de su individualidad, de su ser sujeto.
En los patriarcados coactivos se envían órdenes; el segundo, aupado por el capitalismo de las emociones, ahorma conciencias para modular subjetividades (consentidas) conforme roles sexuales patriarcales. En ambos casos se busca la deshumanización, un proceso que forma parte de las estrategias de los sistemas de poder para legitimar el abuso y la violencia sobre quienes se ejerce. En el patriarcado la cosificación es conditio sine qua non para que el mercado de la explotación sexual de mujeres y niñas, incluyendo su variante filmada (pornografía), los llamados “vientres de alquiler”, las doctrinas que cuestionan la subordinación de las mujeres en función del sexo, las diferentes formas de explotación y silenciamiento del colectivo femenino… sean percibidas como realidades “normales”.
Cuando lo hacen, las sociedades formalmente igualitarias señalan, de forma harto insuficiente, y artera, la violencia de los primeros. Sin embargo, el feminismo impugna la crueldad de los dos poniendo de manifiesto la ilegitimidad de ambos, porque ambos escamotean dignidad y derechos al 50% de la población. Por eso el feminismo sigue siendo una herramienta imprescindible de transformación social. Feminismo o barbarie
Facebook me censura, debido a mis consideraciones ajustadas a reales situaciones. También me advierten por Mail, que instalaron un virus troyano en todos mis dispositivos creando un video, que arruinará mí reputación y mi vida para siempre.
a) {En los patriarcados coactivos se envían órdenes; el segundo, aupado por el capitalismo de las emociones, ahorma conciencias para modular subjetividades (consentidas) conforme roles sexuales patriarcales. En ambos casos se busca la deshumanización, un proceso que forma parte de las estrategias de los sistemas de poder para legitimar el abuso y la violencia sobre quienes se ejerce. En el patriarcado la cosificación es conditio sine qua non para que el mercado de la explotación sexual de mujeres y niñas, incluyendo su variante filmada (pornografía), los llamados “vientres de alquiler”, las doctrinas que cuestionan la subordinación de las mujeres en función del sexo, las diferentes formas de explotación y silenciamiento del colectivo femenino… sean percibidas como realidades “normales”.}
Pues, la importancia ética que hemos de dar a los deseos reprimidos del varón irresoluble ambiguo sexual, está en las fantasías de la milenaria imposición cultural y educativa del transexual ecuménico perverso patriarcado transmitiendo, entre otras sobre lo femenino, la pérdida del paraíso por culpa de la mujer. Fantasía ecuménica perversa transmitida de generación a generación, sobre lo social, odiando irreversiblemente e ideológicamente el macho lo femenino (mujer). La realidad de los deseos inconscientes del transexual ecuménico perverso patriarcado sobre lo femenino, es su complejo de castración.
b) {Cuando lo hacen, las sociedades formalmente igualitarias señalan, de forma harto insuficiente, y artera, la violencia de los primeros. Sin embargo, el feminismo impugna la crueldad de los dos poniendo de manifiesto la ilegitimidad de ambos, porque ambos escamotean dignidad y derechos al 50% de la población. Por eso el feminismo sigue siendo una herramienta imprescindible de transformación social. Feminismo o barbarie.}
Pues, la realidad psíquica del inconsciente machista, dónde la estimación práctica del carácter masculino basta en sus manifestaciones conscientes, para el abuso, la violación, la pedofilia, el proxenetismo, el feminicidio, que no encuentran obstáculo ninguno en su accionar.
Señalo en mi Ciencia de lo femenino (Femeninologia) cuanto tenemos que aprender, sobre la estructura de la relación de la mujer con la verdad como causa, en la imposición del transexual ecuménico genocida perverso patriarcado incluso en las primeras decisiones de la simiesca horda primitiva.
“Experimentamos así la impresión de que la civilización es algo impuesto a una mayoría contraria a ella por una minoría que supo apoderarse de los medios de poder y coerción.” (Freud)
El sentido y la verdad del feminismo, es la derrota del varón; perverso irresoluble y ambiguo sexual
Un travesti no es una mujer
La homosexualidad es una perversión
Lo femenino es el camino
Buenos Aires
Argentina
5 de julio de 2022
Osvaldo V. Buscaya (OBya)
Psicoanalítico (Freud)
*Femeninologia
*Ciencia de lo femenino