Algunas personas miran con desprecio a quienes cuestionamos la Ley Trans. A su parecer, nuestra postura les niega una importante lista de derechos a las personas trans, aunque -si se les pregunta- nunca contestan a qué derechos se refieren que dicho colectivo no tenga ya.
Esas mismas personas se sorprenden cuando les decimos que la Ley Trans, en cambio, sí vulnera los derechos de las mujeres y de la infancia.
Resulta paradójico que, mientras «saben» que se vulneran derechos de las personas trans que no pueden concretar, «no saben» que se vulneran los derechos de las mujeres que son bien conocidos porque los hemos ido denunciando uno a uno. Creo que al fenómeno de ver sólo ciertas cosas y no otras, se le denomina «ceguera selectiva». Por ello, si lo que nunca se ve es lo que atañe a las mujeres, eso debería llamarse «ceguera selectiva misógina».
En cualquier caso, al revés de lo que les sucede a esas personas, nosotras sí podemos concretar qué aspectos del proyecto de «Ley Trans» perjudican a las mujeres. Ahí va un listado de algunos de los derechos de las mujeres y también de infancia y adolescencia, gravemente comprometidos por este infame proyecto legislativo:
- Derecho a conocer los datos que demuestran nuestra opresión
Las mujeres hemos conseguido no hace tanto el derecho (aún no desarrollado del todo) de medir la discriminación por razón de sexo, obligando a todos los poderes públicos a ofrecer los datos desagregados por sexo. Al parecer, el Estado español quiere desactivar este derecho. Para ello, nada mejor que borrar el sexo. Porque, de aprobarse la ley trans, ser mujer pasará a ser un sentimiento, no una realidad material. El sexo biológico resulta intrascendente porque para el Estado, ser mujer es quien diga que lo es. Y, además, lo que reconocerá en sus registros civiles es el sexo «sentido».
Si las estadísticas se hacen en base al sexo «sentido», ya no habrá datos fiables que demuestren la discriminación por sexo biológico. Ante ello, algunos argumentan que hay pocos casos y que, por tanto, eso no distorsionará las estadísticas. Pero se está ignorando deliberadamente que el contagio social del fenómeno trans (gracias al increíble, impagable y sistemático apoyo mediático que recibe), empieza a tener influencia en las estadísticas. Más cuando esta ley no afecta en exclusiva a las personas trans. Ya que, al no requerirse acreditación alguna para ser trans, cualquier persona -y no solo las trans- pueden declararse como tales. Está claro que no todo el mundo lo hará. Pero nada impide que pedófilos y pederastas, agresores sexuales, personas con fetiches, o simplemente gente con ambiciones políticas o deportivas, etc. digan que son trans, generando una sensible distorsión en los datos QUE NOS BORRA O DILUYE EN LAS ESTADÍSTICAS.
- Derecho a un lenguaje inclusivo y no sexista
Todo el mundo sabe la importancia que el Feminismo ha otorgado siempre al lenguaje bajo la máxima «Lo que no se nombra, no existe«. La enorme resistencia patriarcal a incorporar las propuestas feministas de lenguaje inclusivo hace patente que el sistema también conoce su importancia. Pero, en cambio, es paradójica la rapidez con que se ha apresurado a incorporar los postulados queer respecto del lenguaje.
Así, para que el sexo «sentido» no se ofenda, la ley insta a cambiar en los formularios palabras que nos mencionan, por ejemplo «madre» que se pretende borrar y ser sustituida por la expresión «progenitor gestante» (por cierto, ¿dónde ha quedado eso de la economía del lenguaje?) que, además, es lenguaje excluyente porque «progenitor» no es un masculino genérico, ya que existe el femenino «progenitora».
Tampoco viene bien que se organicen foros, debates, etc. que hablen de procesos biológicos y enfermedades de mujeres. Ya hay antecedentes de que se considera «tránsfobo» hablar de endometriosis. Y es muy reciente el ejemplo de una web de habla inglesa que hablando de la menopausia evitó en todo momento mencionar la palabra «mujer», hasta el punto de que eso suscitó una cadena de contestaciones irónicas sobre a qué edad debían empezar a preocuparse los hombres por la suya.
Bromas aparte, es evidente que lo que intentan es BORRARNOS EN EL LENGUAJE.
- Derecho a la acción positiva para corregir la discriminación por razón de sexo.
Las acciones positivas para corregir la discriminación por razón del sexo biológico desaparecen en favor del sexo «sentido» ya que esa circunstancia -y no el sexo biológico- será lo determinante para ocupar las cuotas políticas, de representación y de poder, sin pararse a considerar que estas medidas se orientaban a corregir la discriminación por sexo y no por sentimientos. Ya hemos visto cómo -hombres que han hecho toda su carrera de altos ejecutivos en sus empresas- ahora se declaran mujeres, ocultando la dificultad que las mujeres biológicas tienen para escalar en las estructuras empresariales y diluyendo la vergonzosa, por escasísima, representación que tienen las mujeres en la cúpula del poder empresarial.
También conocemos los casos de personas que se declaran mujeres para acceder a las cuotas de representación política. Alguien podría pensar que eso es un fraude fácilmente detectable. Se equivocan: el texto del proyecto de ley dice que cualquiera puede declararse mujer -luego es legal hacerlo en toda circunstancia y sin tener en cuenta eventuales finalidades espurias. Y no solo eso. Una vez conseguida esa finalidad, es posible revertir la «declaración de sentimientos» y volver a declararse hombre…pero ya con el acta de «diputada» en la mano.
Esto, indudablemente, minora los derechos políticos y sociales alcanzados por las mujeres para corregir la discriminación por razón de sexo. NOS BORRAN DE LA REPRESENTACIÓN POLÍTICA Y ORGANIZACIONAL.
- Derecho a la acción protectora del Estado respecto de la violencia sexual y de pareja.
El artículo 41 del proyecto de Ley Trans indica que la rectificación de la mención registral relativa al sexo no alterará el régimen jurídico que, con anterioridad a la inscripción del cambio registral, fuera aplicable a la persona a los efectos de la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género. Así, queda claro que un maltratador no estará exonerado de la violencia de género en que hubiera incurrido antes de decidir cambiar su sexo registral.
Pero teniendo en cuenta que para realizar el cambio de sexo no necesita más que su palabra ante el registro, nada impide que realice dicho cambio y, formalizado el mismo, reitere los malos tratos a su mujer, considerándose entonces violencia intragénero, y eliminándose no solo los agravantes penales, que también, SINO LAS MEDIDAS DE PROTECCIÓN A LAS VÍCTIMAS DE VIOLENCIA DE GÉNERO Y A SUS HIJAS E HIJOS. Obviamente, están BORRANDO LAS LEYES QUE NOS PROTEGEN.
- Derecho a la salud de las mujeres y de la infancia
Los espacios de seguridad e intimidad que protegían a nuestro sexo de la eventual violencia masculina, pasan a ser espacios para el sexo «sentido». ¿Por qué digo que eso puede comprometer la salud de las mujeres?
Porque a las mujeres se nos enseña desde la más tierna infancia que los hombres biológicos no son de fiar y hay que protegerse de ellos. Todas sabemos que, en plenas facultades físicas, si vamos por una calle solitaria, o simplemente es de noche, nos recorre un escalofrío si sentimos unos pasos de hombre a nuestra espalda. Imaginemos ahora a una mujer en un hospital que se ve obligada a compartir habitación con quien -sintiéndose mujer- mantiene todo su aparato genital intacto. Que eso puede ocurrir estando ella imposibilitada de movimientos o incluso sedada.
Pues, por lo visto, no le importa a nadie que experimente inseguridad y miedo comprometiendo con ello su recuperación, ya que es obvio que no podrá descansar igual. Porque lo importante es respetar los deseos de la persona con sexo «sentido». A esa mujer, y a todas, NOS ARREBATAN EL DERECHO A LA SALUD.
Por otra parte, el artículo 17 del anteproyecto de Ley Trans, establece que «Se prohíbe la práctica de métodos, programas y terapias de aversión, conversión o contracondicionamiento, en cualquier forma, destinados a modificar la orientación o identidad sexual o la expresión de género de las personas, incluso si cuentan con el consentimiento de la persona interesada o de su representante legal». Eso, que está claro en el caso de la orientación sexual, no lo está tanto en el caso de la disforia de niñas y niños. Y menos aún en el caso de adolescentes que presenten disforia de género de inicio rápido.
Porque, si algo caracteriza a infancia y adolescencia es que se trata de un período de inmadurez (se calcula que el cerebro madura completamente en torno a los 25 años de edad). En este periodo vital es típica una gran inestabilidad emocional, numerosas dudas, crisis, extrañamiento con el cuerpo por su acelerado proceso de cambio…pero, a pesar de ello, a ninguna niña, niño o adolescente se le puede cuestionar un autodiagnóstico y solo uno: el de ser trans.
Para cualquier otra afirmación que realizaran, o bien no las tomaríamos en cuenta (al menos eso espero si un día se declaran Superman y al otro Spiderman) o, con seguridad, les pediríamos que se tomaran su tiempo, que lo reflexionaran, que fueran prudentes, que indagaran otras alternativas para su malestar.
Por el contrario, en este caso, como hace muy poco declaraba Antonelli, la Ley tiene prisa ¿Prisa para qué? ¿Para tomar decisiones precipitadas, muchas de ellas irreversibles? ¿Para que no tengan tiempo de arrepentirse?
El problema es que la ley no prohíbe el bloqueo hormonal, la hormonación temprana y la amputación de miembros sanos en niños, niñas y adolescentes, todos ellos tratamientos en fase experimental. Eso quiere decir que NOS ARREBATAN EL DERECHO A UNA INFANCIA y ADOLESCENCIA SALUDABLE.
- Derecho a espacios de seguridad y/o intimidad
– Vestuarios y WC: Si no nos parece bien que una persona que se siente mujer se introduzca en los baños y vestuarios femeninos, junto a mujeres y a niñas, haciéndose selfies y fotografiando las instalaciones, en ocasiones mientras tiene el pene en erección o se masturba… (no digan que exagero: todo eso ya ha ocurrido en países con legislaciones como la que se pretende aprobar en el nuestro), seremos nosotras las acusadas de «transfobia» cuando son esas personas quienes vulneran el derecho a la intimidad, amparados por el proyecto de Ley Trans si este llega a aprobarse.
A muchas jóvenes, tan progres ellas, defensoras a ultranza del tema de los baños neutros, estoy convencida de que se les puede encoger el corazón si en los baños que insistieron en convertir en mixtos, a horas tardías, en un edificio que se ha quedado algo más solitario que de costumbre, entra un hombre que se siente mujer pero con total aspecto masculino. Aunque lo seguro que se les apresurara el pulso y hasta sus necesidades biológicas para acabar cuanto antes -o incluso interrumpirlas- para salir pitando de ahí y poder respirar tranquilas.
– Viviendas tuteladas para víctimas de violencia sexual o de género: El sexo registral y no el biológico por el que una mujer ha sufrido violencia, es el que determinará el acceso de las personas a este tipo de viviendas. Mujeres víctimas de agresiones sexuales gravísimas, deberán compartir vivienda, e incluso habitación, con quien se sienta mujer. Y si protesta o se siente vulnerada en su intimidad y/o su seguridad, la expulsada será ella, por tránsfoba, de acuerdo con el proyecto de Ley Trans. Ya ha ocurrido así en otros países con legislaciones similares.
– Cárceles: El acceso a cárceles de mujeres también vendrá determinado por el sexo registral y no el biológico. Esto es especialmente grave ya que se trata de una situación sin escapatoria para las mujeres, que se pueden ver obligadas a compartir patios, celdas, duchas y cualquier otro espacio carcelario, con hombres que han declarado sentirse mujeres, muchos de ellos agresores sexuales. Según datos oficiales obtenidos por Fair Play for Women, 81 de los 163 prisioneros transgénero en Inglaterra y Gales tenían al menos una condena por un delito sexual.
La invasión de todos los espacios hasta ahora reservados al sexo biológico (camas de hospital, baños y WC, viviendas tuteladas, vestuarios, cárceles…), implica que BORRAN NUESTROS ESPACIOS DE SEGURIDAD Y DE INTIMIDAD.
- Derecho a competiciones deportivas justas
Los espacios y competiciones deportivas barren al sexo biológico para dar primacía al sexo «sentido», expulsando -en la práctica- a las mujeres. Porque, no nos engañemos, las competiciones deportivas exigen un enorme esfuerzo y sacrificio para conseguir subir al podio.
Pero basta con que tres hombres mediocres se declaren mujeres en cualquier deporte para que las mujeres que lo practican sepan que ellas ya no podrán conseguir ese sueño ¿Cómo incentivar en ellas, entonces, un esfuerzo y un sacrificio que a nada conducen?
Ni siquiera hace falta competir. En cualquier práctica deportiva, las personas con sexo «sentido» que se enfrenten a mujeres biológicas, pueden hacerles correr riesgo de lesiones, en no pocas ocasiones, graves. Eso sin contar con que la intimidad de los vestuarios queda pulverizada.
A golpe de click disponen, quienes lean este artículo, de múltiples ejemplos de lo que digo. Pero nada de esto parece que importe o inquiete a las personas trans ni a los legisladores que pretenden perpetrar esta ley. De hecho, a la hora de redactar este artículo, Irene Aguiar jurista experta en el tema, acaba de ser vetada por el Cabildo de Gran Canaria por demostrar con datos, la injusticia de obligar a las mujeres a competir con hombres. Ante este veto, quienes organizan el Congreso han decido cancelar su celebración en las Islas Canarias. Queda patente, en cualquier caso que, con la ley en la mano, NOS BORRARÁN DEL DEPORTE.
- Derecho a una vida libre de estereotipos sexistas.
Este proyecto de ley convierte el incumplimiento de los estereotipos de género en la forma mediante la que identificar casos de niñas, niños y adolescentes trans. A estos efectos, el profesorado, según los protocolos LGTBI que se han ido instaurando en diversas Comunidades autónomas, debe reportar a la dirección del centro las niñas, niños o adolescentes de los que se sospecha que podrían ser personas trans, sustentando tal sospecha en no cumplir algunos de los estereotipos asignados a su sexo de nacimiento. Estas criaturas, pueden iniciar la transición y/o el cambio de nombre sin conocimiento del padre y de la madre, o incluso enfrentándose a ellos por medio de un defensor judicial.
Si además se les convence de que inicien terapias de afirmación (ya que cualquier otra podría considerarse de conversión y por tanto, están prohibidas por el proyecto de ley), se les abocará a una vida de hormonación, sufrimiento y mutilación. Todo ello para conseguir un triste y mal remedo del sexo contrario al de nacimiento, en multitud de ocasiones con graves secuelas.
Y más grave aún: cuando sabemos -Y SABEN-, que en más del 80% de los casos, la disforia se resuelve al llegar a la edad adulta. Pero para niñas, niños y adolescentes que inicien antes de la madurez tratamientos durísimos y mutilaciones brutales, la remisión de la disforia llegará demasiado tarde.
De esta forma, el Patriarcado consigue una de las metas que más comprometida estaba por el acoso del Feminismo: frente a la abolición del género, y para evitar ver cómo -en nombre del progreso y la postmodernidad- les amputan pechos y penes a sus hijas e hijos condenándoles a una vida sin salud, es más que probable que padres y madres se conviertan en vigilantes del estricto cumplimiento de los estereotipos más rancios y sexistas. De manera que, a pesar de todos los documentos internacionales que abogan por su erradicación, el proyecto de ley trans contribuirá a reforzar esos estereotipos, origen de la profunda desigualdad entre los sexos. Y eso está demostrado que BORRA NUESTRO DERECHO A VIVIR UNA VIDA LIBRE DE ESTEREOTIPOS SEXISTAS.
Ante el panorama que acabo de esbozar, el transactivismo y sus acólitos acusan a las feministas de alinearnos con la ultraderecha por oponernos a la Ley Trans. Se les debería caer la cara de vergüenza cuando es evidente que los Estados que más avalan el fenómeno trans son conservadores (USA, Reino Unido…), neoliberales, (Canadá, Australia…) o extremadamente misóginos (algunos países latinoamericanos, Irán…). Y cuando saben que, en muchos de ellos, se está dando marcha atrás precipitadamente, especialmente en lo que respecta a los tratamientos hormonales para infancia y adolescencia.
También saben de sobra que el Feminismo siempre se ha enfrentado al conservadurismo retrógrado patriarcal que personifican, o al menos eso creíamos, las posiciones situadas más a la derecha del espectro político. Ahora ya sabemos que ese conservadurismo retrógrado patriarcal también está, y muy presente, en quienes se autoperciben izquierdistas «progres».
Lo que está claro es que resulta urgente que la ciudadanía cobre conciencia de que esta ley no va solo de personas trans. Va de todas y todos y amenaza especialmente a las mujeres y a nuestra infancia. Por eso es importante decir #StopDelirioTrans y #NoLeyTrans.