El 8 de marzo de 2023 pasará a la historia de la lucha feminista por motivos muy concretos. A nivel general, el feminismo, el único existente que defiende la agenda de los derechos de las mujeres en la lucha contra la pobreza y la violencia y de sus consecuencias más nefastas, que son la explotación de todo tipo que sufrimos las mujeres, definitivamente, ha retomado el protagonismo.
El abolicionismo ha tomado todas y cada una de las manifestaciones y protestas en todas las ciudades de nuestro país. No ha habido un lugar donde el Feminismo Radical no haya estado presente, recordando que los políticos y allegados que parasitan el movimiento feminista tienen los días contados al frente de pancartas y organismos oficiales desde donde han llevado a cabo las políticas más anti-mujeres que se recuerdan desde que se inició la democracia en España.
Sin embargo, aun siendo conscientes de que nuestra fuerza va en alza y que nuestra presencia e influencia es cada vez más obvia y notoria en la opinión pública, no podemos dejar de admitir que, institucional y legislativamente hablando, hemos perdido todas y cada una de las batallas que se han planteado a las feministas en los últimos cuatro años.
A manos de partidos políticos que se auto identifican como “feministas”, hemos visto como se ha materializado el borrado jurídico de las mujeres y se ha rebajado nuestra existencia a una mera percepción de los hombres.
Hemos presenciado como no se ha movido ni un solo dedo contra la industria de los vientres de alquiler, ni contra las empresas ni anulando la Instrucción de 5 de octubre de 2010 que permite la adquisición de bebés en el extranjero y la explotación por parte de españoles y españolas de mujeres pobres fuera de nuestras fronteras.
En cuanto a la prostitución estamos aún peor, puesto que las campañas institucionales basadas exclusivamente en la lucha “contra la trata”, implícitamente conllevan la normalización de que existe una supuesta prostitución no forzada y aceptable, que refuerza el papel de España en general y Catalunya -y muy especialmente Barcelona– en particular, como el burdel del sur de Europa.
Nada se ha hecho contra la pobreza y la precarización de las mujeres, tanto de las trabajadoras como de las pensionistas. Las familias monomarentales con hijos suponen el 80% de las personas en riesgo severo de pobreza y de exclusión social y las mayores afectadas por los desahucios y la inflación. Nada de esto importa al Ministerio de Igualdad, ni, por ende, al Gobierno de España.
El punto álgido de la falta de respeto hacia las mujeres quizá lo hemos vivido en las risas de algunas de las altas funcionarias del estado al referirse a las nefastas consecuencias de la ley del “Solo sí es sí”. Se burlan y menosprecian a las víctimas de la violencia sexual mientras las mujeres ven como sus violadores son excarcelados. Lo peor es que nada de esto ha tenido consecuencias políticas porque, por encima de la seguridad de estado de las mujeres, se ha impuesto la seguridad de quienes ocupan los sillones del poder desde el gobierno. Se ha puesto precio a las mujeres y eso les resulta gracioso.
Todas estas derrotas, paradójicamente, han hecho que muchas mujeres que confiaban en el supuesto “estado del bienestar” y en una democracia sustentada en partidos que practican la misoginia de estado, hayan abierto los ojos y hayan salido a las calles, llenando las manifestaciones abolicionistas en todo el país.
De la realidad que nos rodea y de la conciencia de que sólo las mujeres salvarán a las mujeres, debe seguir creciendo nuestra fuerza hasta que toda la sociedad esté de nuestro lado. Ese es nuestro objetivo y no sólo una concejalía acá o un escaño allá. La sociedad entera debe decir basta a los abusos contra la mitad de la población, para asegurar la supervivencia de todas y todos en un mundo más vivible y menos violento.
Y de la violencia contra las mujeres también hay que hablar en esta valoración de lo que pasó en las calles el 8M, concretamente y como siempre, en las calles de Barcelona, la ciudad más misógina de estado con diferencia, al amparo de todos los partidos políticos, tanto de gobierno como de la oposición, que gobierna el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat de Catalunya.
En el transcurso de la manifestación del 8M en Barcelona, las mujeres fuimos agredidas por un hombre que no quiso respetar que se trataba de un bloque sólo para mujeres. En las imágenes, que se han hecho virales, se puede apreciar la intención inequívoca del agresor de hacer daño a cualquier mujer allí presente.
Sin embargo, y acostumbradas a la dejadez y el desprecio de las autoridades, la autodefensa feminista evitó que las mujeres fueran agredidas. Queremos dar las gracias a las mujeres que se arriesgaron físicamente para evitar que las otras sufrieran daños y queremos dejar claro también que esta será la respuesta sistemática que pueden esperar todos aquellos que están acostumbrados a atacarnos impunemente.
Desde la convicción de que por fin, y a pesar de los boicots informativos sistemáticos que sufrimos, el mensaje de las feministas -que no es otro que el de garantizar una vida digna y sin violencia para todas las mujeres y las niñas- está calando en la sociedad, animamos a todas las mujeres a seguir ocupando y defendiendo nuestros espacios seguros, desde los que conseguiremos, como ya lo estamos haciendo, a través de un diálogo directo y sin intermediarios con la gente, que la realidad se imponga y que la sociedad entera se ponga de parte de las mujeres.