Los asesinatos de mayo y las fiestas

Amparo Mañes
Amparo Mañes
Psicóloga por la Universitat de València. Feminista. Agenda del Feminismo: Abolición del género
- Advertisement -

 

Este artículo está dolorosamente dedicado a Lourdes, Arantxa, María y Paula, asesinadas este mes de mayo por ser mujeres. Y a las 1199 de ellas que las precedieron desde que hay recuentos (2003).

 

Antes de su brutal crimen, una de las mujeres asesinadas este mes de mayo había rogado a una familiar que no denunciara a su agresor y futuro asesino porque «le iban a quitar a su hijo». Como ella, ninguna de las otras tres asesinadas de este mes había denunciado nunca a su agresor, a pesar de que sabemos que el asesinato es el último y definitivo eslabón de una larga cadena de maltrato.

La delegada del gobierno contra la violencia de género, que ya no se atreve a acusar directamente a las víctimas por no denunciar, en esta ocasión recuerda al entorno de las asesinadas su obligación de hacerlo. Al parecer, la responsabilidad de los asesinatos es de las víctimas o de su entorno pero no hay que analizar de los clamorosos fallos en el funcionamiento del sistema.

Victoria Rosell apunta luego la posibilidad de que sea la acumulación de festivos la que, al menos indiciariamente, pudiera estar en la base del repunte de los asesinatos de mujeres, debido a la mayor convivencia que se produce en las parejas en dichos periodos festivos o vacacionales. Vaya, que el roce no hace el cariño sino todo lo contrario; y que, cuando un hombre no tiene nada que hacer, le puede dar por matar a su pareja. Pero bueno, lo de las exparejas requerirá otro análisis, digo yo, porque las asesinadas no convivientes se quedan sin explicación.

Lo que queda claro es que cuando se buscan pistas de los asesinatos machistas, a este gobierno le parece más plausible el cuándo que el por qué.  Se ve que no importa demasiado conocer las auténticas causas de que algunos, demasiados, hombres, sea festivo o laboral, se crean con derecho a maltratar y asesinar a su pareja o expareja.

Tampoco importa mucho, por lo visto, analizar a qué se debe el fuerte repunte del machismo (especialmente en la gente de menor edad), con la consecuencia de un retroceso evidente en los derechos de aquellas mujeres que se rebelan contra la subordinación que se les exige, y que absolutamente nada justifica. La coeducación, «si eso», para otro día que estamos más ocupados y preocupados con colectivos «mucho más oprimidos».

Igualmente, no parece revestir demasiada urgencia o importancia indagar la razón de que las mujeres no denuncien, porque es imposible que eso se deba a que no confían en las instituciones que supuestamente deberían protegerlas de sus agresores. Seguramente es mejor pensar que las mujeres son tontas o que les gusta que les peguen, antes que pensar en la gravísima revictimización institucional, que salvo honrosas pero escasas excepciones- las mujeres saben que recibirán si denuncian y que está detrás de que las cuatro asesinadas de mayo no pidieran ningún tipo de ayuda institucional o que -incluso- la rehuyeran.

Imaginaciones de las mujeres, ya que, al parecer, es altamente infrecuente que haya policías restando importancia a las agresiones recibidas por las mujeres, acompañando en coche al agresor a su casa después de una paliza sin consecuencia alguna para él, pensando que hay mujeres que sacan de quicio a cualquiera…

Porque una mujer agredida que lo normal es que presente un cuadro de ansiedad, no corre riesgo alguno de ser considerada una histérica. Así es que ya sabe, señora: después de una paliza, señora, hay que permanecer tranquila y sosegada, porque si no, señora, es que está usted muy nerviosa y «no rige». Tampoco es probable que se la considere una mentirosa y una «interesada», porque algún policía piense que seguro que aprovechará la denuncia para presentar una demanda de divorcio y quedarse con sus hijas o hijos, con la «excusa» de que su padre es un maltratador. Porque es conocido el poco trabajo y responsabilidad que supone el cuidado de las criaturas, lo generosísimas que son las pensiones que suelen fijarse, lo infrecuente de que los padres ejerzan violencia económica no pagando la pensión; y lo extraño de que los jueces sigan otorgando plenos derechos de custodia y visita a padres condenados por maltrato.

Si, a pesar de todo, las histéricas, las locas, las mentirosas y las «interesadas» deciden proseguir con la denuncia y acuden a la Justicia, es también rarísimo que al agresor se le absuelva por falta de pruebas. Porque es insólito que los agresores cometan su delito fuera de las miradas de todo el mundo y sean gente hostil que no saluda a sus vecinos: Porque, señora, de sobra es sabido que un agresor golpearía a su mujer delante de todo el mundo y, desde luego, no saludaría a nadie.

a pesar de todo, las histéricas, las locas, las mentirosas y las «interesadas» deciden proseguir con la denuncia y acuden a la Justicia

También es infrecuente que la mujer se vea obligada a retirar la denuncia ante presiones familiares y sociales de todo tipo porque «pobre hombre». Y es también extremadamente anómalo que el «pobre hombre» denunciado, pero absuelto por falta de pruebas por la Justicia, o con denuncia retirada, no se cabree por la denuncia y pague su rabia con su mujer, hijos e hijas. Cosa que ella es poco probable que sepa porque «apenas» hay casos en ese sentido. Y lo normal es que esa mujer no recuerde, ante nuevas agresiones, el trato institucional recibido antes.

Y, como hay tan «poquísimos casos» de maltrato institucional, las demás mujeres no saben que pueden recibir ese mismo trato, ni se enteran de que, considerándolas histéricas, locas, mentirosas, interesadas… el agresor, con la inestimable ayuda de la justicia, puede arrebatarles a sus hijas e hijos. Porque ella no sabe ¡cómo va a saberlo!, que no tiene importancia que la maltrate a ella o a su descendencia:  los hombres son sujetos de derechos inalienables; no como las mujeres o su descendencia. La asesinada que temía por la posibilidad de que denunciar a su agresor pudiera acabar en que le arrebataran a su hijo debe ser un caso aislado que sí intuía ¡qué exagerada! esa posible consecuencia de denunciar.

Y, sobre todo, sobre todo, una mujer ignora por completo que acusar de agresión sexual del padre a su descendencia, aún con pruebas periciales, puede derivar en que le retiren a ella la custodia de hijos e hijas para concedérsela a su agresor. Porque oye, primero que nada hay que mantener el tipo y poner buena cara ante el agresor, si no quieres que te digan que predispones a las criaturas contra su padre.

una mujer ignora por completo que acusar de agresión sexual del padre a su descendencia, aún con pruebas periciales, puede derivar en que le retiren a ella la custodia de hijos e hijas para concedérsela a su agresor.

Porque no es importante que él sea un mal padre o un pederasta, sino que la mujer sea capaz de disimularlo o ignorarlo ante los y las menores, por mucho daño que éste les haga, si no quiere que le acusen del falso Síndrome de Alienación Parental, única patología de naturaleza jurídica. Porque denunciar al agresor de tus criaturas es manipularlas. Porque alejarlas de ese delincuente es, para una justicia incapaz de protegerlas, secuestrarlas.

En fin. Tampoco tiene nada que ver que la omnipresente pornografía, normalizando la violencia sexual y el menosprecio absoluto que se ejerce contra las mujeres que salen en la pantalla, vaya permeando socialmente en la generalización de esa violencia contra todas. Siempre, claro, bajo el aborrecible (por falso), consentimiento patriarcal.

Porque, aunque sabemos de sobra que unos pocos anuncios publicitarios pueden generar deseos y cambiar voluntades… parece ser que es imposible concluir que millones y millones de vídeos porno fácilmente accesibles desde los 8 años de edad, desde cualquier móvil, tablet u ordenador, y que no muestran sexo sino violencia sexual contra mujeres y -en no pocas ocasiones- simplemente violencia contra ellas, no estén influyendo en las conductas de los hombres (especialmente de los más jóvenes).

¡Al contrario!, se determina, sin informe alguno que lo demuestre, que la pornografía no sólo es del todo inocua, sino que verlas ser golpeadas, violadas, despreciadas y vejadas… es del todo empoderante para las mujeres e incluso les proporciona placer; y desde luego es fruto de su iniciativa y libre elección.

Ante posiciones tan contrapuestas sobre pornografía, y siendo un fenómeno social en imparable ascenso, quizá, digo yo, se deberían estar realizando numerosos estudios académicos sobre cómo influye la pornografía en el cambio de hábitos en las relaciones entre mujeres y hombres.

Pero lo bien cierto es que hace mucho que la investigación universitaria se ha privatizado, lo que dificulta extraordinariamente la investigación autónoma. Ahora se investiga en las universidades «por encargo». Y -en ese contexto- cualquier empresa o institución puede contratar investigación universitaria sugiriendo, más o menos explícitamente, los resultados que espera. Así, mientras el feminismo académico abolicionista nunca obtiene los fondos suficientes para abordar una investigación en esta materia, sí hay disponibles fondos -y muy cuantiosos- procedentes de lobbies interesados en legitimar académicamente prácticas tales como la pornografía o la prostitución.

Y para finalizar este muy somero análisis de lo que nada tiene que ver con los cuatro asesinatos de este fatídico mayo que aún no ha acabado, tampoco debe tener conexión con el repunte de la violencia de pareja (y no olvidemos la sexual, que no para de crecer), que el gobierno entero, con el ministerio de igualdad a la cabeza, hayan ninguneado sistemáticamente al feminismo, impidiendo así poder canalizar sus propuestas de cambio para conseguir la igualdad. Porque de todo el mundo es sabido que las mujeres obtienen derechos cuando al feminismo se le bloquea institucionalmente. Porque resulta evidente que es el patriarcado y el gobierno que le sirve, quienes -conscientes de lo injusto del sistema patriarcal- hace avanzar los derechos de las mujeres.

Lo bien cierto es que, mientras siguen pensando en las fiestas como posible motivo de los asesinatos machistas, este mes de mayo, Lourdes del Hoyo (47 años), Arantxa Caro, embarazada (31 años) María, apellidos no conocidos (40 años) y Paula (28 años), han muerto por ser mujeres. Y porque al serlo, a nadie le importó lo que les ha pasado ¡Qué pena y qué rabia!

 

- Publicidad -

Comentarios

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Síguenos en redes

Últimos artículos

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos y para mostrarte publicidad relacionada con sus preferencias en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos de navegación. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Configurar y más información
Privacidad