Elitismo.

Victoria Sendón de León
Victoria Sendón de León
Dra. en Filosofía y escritora feminista.
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              No sé si buscar citas sobre la cultura, la educación, la civilización o sobre las buenas maneras porque dudo por dónde empezar. Me he quedado tan noqueada al ver el inicio de campaña de cierto partido que no acabo de entender cómo para una gente que no cree en la Naturaleza, sino sólo en la Cultura (lenguaje/género), su cultura se remita a eso, a lo que estamos viendo y oyendo. Una cultura que quiera desplazar a la Naturaleza, tendría que ser grandiosa, espectacular, sublime, al menos tanto como ésta y requiere tal altura creadora que los humanos no estamos capacitados.

Otra cosa es la cultura popular, que consiste para algunos tanto en tirar la cabra desde el campanario como colgarse de una oca hasta ahorcarla, creo que ya abolidas. No, no es eso tampoco, sino muchas manifestaciones musicales, de danza, de gastronomía, deportivas o de representación, que consiguen que el pueblo se junte, celebre y se sienta como un solo cuerpo que disfruta de la vida. Es la cultura que nos otorga una identidad como pueblo. Vale. Pero las manifestaciones obscenas, ridículas o vulgares al máximo, no creo que sean cultura. Claro que también estaban las Saturnalias de Roma en el solsticio de invierno y en las que todo estaba permitido, porque se trataba de representar el Caos para convocar un Orden que les introdujera en una nueva “Edad dorada” o tiempo de Saturno. Tenían un sentido catártico y de inversión. Nuestros carnavales sustituyeron a las Saturnalias. Por más que ahora estemos en un carnaval perpetuo, aunque malo, petardo y de mal gusto. ¿Y a esa cosa va a votar la gente para elegir a los representantes políticos? También creo que la Política es otra cosa de la que nos están vendiendo, pero, en fin, son tiempos postmodernos.

las manifestaciones obscenas, ridículas o vulgares al máximo, no creo que sean cultura

              Por cierto, los “postmolerdos” han asimilado la Postmodernidad filosófica de manera muy lerda y muy facilona: todo vale, todo es relativo. ¡Puaf! La Postmodernidad trató de desbancar los absolutos para sustituirlos por nuevos valores que implicaban el riesgo de ser humanitos frente a los muchos “dioses” que habíamos construido. Auténtica reflexión filosófica. La traducción de la postmodernidad a la cultura popular es deleznable y más cuando ésta se empasta con ideologías y creencias, cuya controversia puede llegar a ser pasto de prácticas inquisitoriales. ¿Podíamos imaginar algo peor? Desde luego que las feministas no votarán esos engendros por ciertas leyes aprobadas en el Parlamento, por sus programas políticos y su negación a abolir la prostitución, los vientres de alquiler, ciertos aspectos de la ley trans y el control de la pornografía para menores. Así que, por mucho que se autodenominen “feministas”, nada tienen que ver con el auténtico Movimiento. Ellos son de la “ideología de género”, un engendro realmente ideológico y neoliberal. Por mucho que quieran aparentar novedad y “modernez”, en cuanto enseñan la patita los descubrimos. Puro “entrismo” en los movimientos de masas. Un entrismo acompañado del mal gusto, que les delata.

los “postmolerdos” han asimilado la Postmodernidad filosófica de manera muy lerda y muy facilona: todo vale, todo es relativo.

Nos acusan a las feministas de elitistas, ilustradas, burguesas y ¡hasta de blancas caucasianas! Qué facilón todo. Pues, fíjate, que me está gustando. Cuando veo, pasmada, representaciones tan vulgares, aplaudidas por políticas y periodistas con entusiasmo, me digo a mí misma: qué suerte ser elitista, saber estar, apreciar lo valioso en el arte, sentir repugnancia por lo soez, tener una educación burguesa; qué suerte disfrutar más leyendo un libro que jugueteando en tik-tok, yendo al teatro que acudiendo a un mitin para “elles” o saber apreciar la buena música más que las pachangas. Siento mucho que haya gente que no sea capaz de alimentar su alma con la alta cultura. Normalmente cuando salgo de un buen concierto o de una exposición valiosa siento que mi espíritu se ha alimentado de verdad, al igual que una buena y sana comida me alimenta el cuerpo o un paseo por plena naturaleza me enriquece el alma y el cuerpo. Y todo este tipo de cultura debería estar incluido en los programas educativos, pero el adoctrinamiento actual sólo enseña sexualidad genital, no erotismo, porque no desean que haya personas con buen gusto ni bellos sentimientos; no quieren elitistas culturales ni gente excelente en ética política.  Todo cuanto más vulgar, rastrero y soez, mejor. No sé con qué objetivo, pero un pueblo inculto es más manejable.

Me releo y no me lo creo ¡Qué clasista! Es pura reacción, porque así como después de una comida pesada echas mano del bicarbonato, cuando vi en las redes el comienzo de campaña de cierto partido, mi reacción fue recluirme a escuchar fugas de Bach y ponerme a leer al poeta Rilke. ¿Y así pretenden que les votemos? La verdad es que las feministas de toda la vida somos mucho más refinadas. Eso es cierto. Una amiga feminista y dramaturga, Margarita Borja, acaba de representar, nada menos que en Epidauro, su obra “Hécuba”, una adaptación de la de Eurípides, y yo me siento bien orgullosa por ello. Hace muchos años lo hizo en la isla de Tabarca, pero no consiguió que la política cultural de este país o de la Comunidad Valenciana volviera a reponerla. Así somos. Y así es la clase política: Vivan las pachangas y las representaciones soeces, al tiempo que desprecian la creación cultural como la que estamos llevando a cabo ciertas feministas, desde publicaciones de libros, especiales traducciones, exposiciones o representaciones con un carácter de auténtica creación de mujeres y alto nivel cultural, al igual que las sufragistas de principios del XX.

cuando vi en las redes el comienzo de campaña de cierto partido, mi reacción fue recluirme a escuchar fugas de Bach y ponerme a leer al poeta Rilke.

Si quieren distinguir –en estos tiempos de confusión – quiénes son las de la “ideología de género” y quiénes las feministas (pronto tendremos que cambiar de nombre para que no se nos confunda) no tienen más que atender a lo que hacen unas y a lo que hacemos otras, sobre todo en lo que a la cultura se refiere. Espero que las mujeres que se llamen feministas sigan poniendo en valor la cultura, la ética y el buen gusto. Que cada quién vote a quien quiera, pero, ojo, que sepan que ningún partido es feminista, salvo el Partido Feminista de España. Poco que elegir. Mucho que reprochar.

             

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