No, las mujeres no somos culpables, pase lo que pase el 23J (primera parte).

Amparo Mañes
Amparo Mañes
Psicóloga por la Universitat de València. Feminista. Agenda del Feminismo: Abolición del género
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En estas últimas semanas, las feministas estamos experimentando una presión inusitada para revertir nuestra más que anunciada tendencia a votar nulo en las próximas elecciones. La única razón que ofrecen, o mejor, con la que nos amenazan a las feministas los partidos -no de izquierda, sino a la izquierda- del PP y Vox para que las mujeres les votemos, es que el feminismo, con esos partidos estaría peor. Se me escapa la razón por la que, en lugar de este proceder, no intentan, siquiera, acercar posturas con el feminismo. Bueno, sí. Una muy evidente: el poco respeto que les inspiramos.

Porque, quienes eso dicen, saben que el feminismo no vota a la derecha y por eso han vivido muchos años del voto incondicional de las mujeres, ya que nosotras confiábamos en que los avances feministas vendrían de esa posición ideológica. Lo que no esperábamos en su traición. Con la complicidad y connivencia de una derecha que ha sabido reconocer en la ideología queer el caballo de Troya del feminismo; razón por la que la avalan o, sencillamente no la desactivan allá donde la “izquierda” la ha instalado.

Con la complicidad y connivencia de una derecha que ha sabido reconocer en la ideología queer el caballo de Troya del feminismo; razón por la que la avalan o, sencillamente no la desactivan allá donde la “izquierda” la ha instalado.

Ahora, hombres (y también mujeres, todo hay que decirlo) que han callado, consentido o incluso aplaudido durante estos años de gobierno supuestamente progresista todas las tropelías cometidas, se acuerdan de las mujeres para pedirnos que, a cambio de nada, otorguemos el voto a partidos que una y otra vez nos han traicionado en esta legislatura.

Siempre he procurado que mi voto fuera reflexivo. Por eso me permito hacer aquí una recopilación de las implicaciones (seguro que me dejo muchas en el tintero) que, en este momento, tiene otorgar el voto a la “izquierda”, salvo que se produzca en los próximos días un cambio radical -y creíble- de actitud de algún partido incluido en esa etiqueta, cada vez, por cierto, más vacía de contenido:

  • Cirugía, hormonación y castración de menores a cargo del erario público sin posibilidad de aceptar una prudente espera.
  • Eventual retirada de custodia a padres y madres de niñas y niños que se declaran trans si no aceptan el tratamiento afirmativo.
  • Secuestro de la Coeducación, que pasa -de ser un instrumento para la igualdad entre hombres y mujeres y para las relaciones sexo-afectivas respetuosas entre ambos sexos- a un canto y fomento de la diversidad sexual que se prioriza sin rubor frente a la innegable violencia y opresión de las mujeres a cuenta de nuestra desigualdad estructural. Al priorizar la diversidad, además, se deja de combatir en los centros docentes la desigualdad y la violencia entre los sexos; lo que explica el crecimiento de esta última y también de la misoginia que se constata en los centros escolares de secundaria y bachillerato.
  • Distorsión estadística que demuestre la opresión de las mujeres. Como he dicho en otras ocasiones, la aparición del campo “otros” junto con el contagio social de buena parte de la juventud y la progresía para no ser etiquetados en uno u otro sexo, basta para una sensible devaluación de datos que debiendo ser desagregados por sexo, ya no lo son. A pesar de que se trata de una categoría constitucionalmente protegida. En perjuicio de las mujeres y en beneficio de nadie, porque ese campo “otros” no puede ser analizado estadísticamente en favor de ningún colectivo específico.
  • Invasión de espacios físicos de las mujeres por la simple declaración de un varón de tener identidad de género mujer, sin definir “género”, sin definir “mujer”. Ya no hay derecho a la intimidad y seguridad en lavabos, vestuarios, hospitales, cárceles, viviendas de acogida, etc.
  • Imposibilidad de disponer de espacios privativos. Las mujeres no podremos impedir que varones autodeclarados mujeres, puedan entrar en todos nuestros espacios de debate sobre desigualdad y lucha contra la misma. Ni en clubs o asociaciones de lesbianas. Imaginen -por poner un ejemplo muy gráfico- que los Sindicatos, en sus reuniones para fijar estrategias de negociación laboral, tuvieran que admitir a la patronal.
  • Neutralización del esfuerzo deportivo de las mujeres por verse obligadas a competir con varones que, por su biología -y no por sus sentimientos- tienen indudable ventaja competitiva.
  • Desaparición de categorías segregadas por sexo en premios y reconocimientos de todo tipo, lo que en el sistema patriarcal vigente implica la paulatina desaparición de mujeres que actúen como referentes de otras mujeres y de las niñas.
  • Apropiación de cuotas por razón de sexo (políticas, institucionales -órganos, oposiciones, etc. -, empresariales…) por quienes no tienen el sexo objeto de protección.
  • Al distorsionar el término “mujer”, derogación de facto o devaluación de las leyes que protegían a las mujeres de la desigualdad: La Ley de igualdad ahora no sólo aplica a las mujeres sino a cualquier varón que se declare mujer. La Ley de violencia de género puede ser burlada simplemente con que un varón se declare mujer antes de ejercer un maltrato grave a su pareja. Las mujeres maltratadas, en estos casos, pierden -además- el derecho a ser consideradas víctimas de violencia de género, sin que les resulten aplicables, a ella y sus hijas o hijos, las medidas sociales previstas para compensar la violencia sufrida. Y si el maltrato se ha ejercido siendo registralmente hombre, el agresor puede posteriormente burlar parte del reproche penal al permitírsele ingresar en cárceles de mujeres si se declara mujer.
  • Al distorsionar el término “género”, la consecuencia inmediata es que todos los instrumentos con ese apellido (informes de impacto, transversalidad, presupuestos, instituciones, Pactos de Estado…, aprobados para generar la igualdad entre los sexos, sean okupados, y en muchos casos, privilegiados (siguiendo la trayectoria actual), por y para las personas trans. El ejemplo más paradigmático lo constituye el Pacto de Estado contra la violencia machista, parte de cuyos fondos no se destinan ya a esta finalidad sino a fines y a asociaciones que nada tienen que ver con la violencia entre los sexos, objetivo de dicho pacto que ahora se ha distorsionado.
  • Censura para cualquier mujer, en especial feminista, que disienta -apoyada en las leyes naturales, la biología, etc.- sobre que alguien puede ser mujer por su mera declaración, con fuertes sanciones administrativas asociadas (además de censura y ostracismo). También control del ejercicio profesional en psicología y psiquiatría para impedir cualquier terapia que no sea la afirmativa (favorecedora del cambio de sexo sin explorar otras posibles causas del malestar con el propio cuerpo).
  • Crecimiento de la misoginia social que antes era privativa de la extrema derecha y ahora se ejerce, incluso con más violencia, por parte de gente que se considera “progre”.
  • Potenciación de la agenda queer frente a la feminista, con objetivos radicalmente contrarios al feminismo ya que la agenda queer contiene la regularización de prostitución, fomento de la pornografía sin ningún tipo de límites en su visionado, regularización de los vientres de alquiler, el género como referente universal positivo para mujeres y hombres invisibilizando su auténtico carácter como herramienta de opresión.
  • Fomento de políticas públicas interseccionales que, al poner el acento en discriminaciones concurrentes, olvida o desplaza lo esencial: la opresión por razón de sexo que sufrimos las mujeres. La interseccionalidad, valiosa como herramienta de análisis teórico, no debe orientar, y menos sustituir, las políticas de igualdad. Y sólo es útil cuando, a partir de los mencionados análisis teóricos, se puedan identificar medidas de equidad (acción positiva) que permitan superar la confluencia de la opresión por sexo en concurrencia con otras discriminaciones.
  • Consolidar como positiva la figura del consentimiento en materia de violencia sexual. A partir de ahí:
    • Rebaja del reproche penal si no hay violencia física en la agresión sexual. Porque, aunque se denomine “agresión sexual” a cualquier violación, en la práctica se vuelve al modelo de abuso, aplicando -de hecho- las mismas penas que antes se asociaban a dicha figura penal en ausencia de violencia (establecida habitualmente con criterios androcéntricos).
    • Vientres de alquiler (en 4 años no han derogado una simple instrucción de la DG del Registro Civil y el notariado que posibilita regularizar la explotación reproductiva de mujeres pobres en terceros países). Además, y entre otros, el colectivo LGTBI, de indudable influencia en los partidos situados a la izquierda del PP, están presionando para su regulación en España con el disfraz del “altruismo inverso” (de mujeres pobres y vulnerables a hombres ricos o en buena posición económica).
    • Pornografía (sin filtros, en constante crecimiento. A pesar de que cada vez resulta más difícil negar que el porno está detrás del alarmante aumento de la violencia sexual, sobre todo entre población joven que ha crecido -desde los 8 años de edad- con un facilísimo acceso a contenidos pornográficos donde la violencia y vejación de las mujeres es el leitmotiv.
    • Regularizar la Prostitución, considerándolo un trabajo como otro cualquiera, ya que diferentes partidos “progresistas” llevan en su agenda su “honda” preocupación por los derechos de las mujeres. Ocultando, como siempre, que su preocupación esencial y real son los derechos de los hombres a acceder al cuerpo -y a la vida, destruyéndola- de las mujeres que los hombres prostituyen.

Así pues, vistas muchas de las implicaciones de las políticas de los partidos a la izquierda del PP y Vox, en la segunda parte de este artículo analizaré cómo eso puede influir en la intención de voto feminista y en su legitimidad.

 

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Comentarios

  1. Lo que el psicoanálisis (Freud) ha hecho, ha sido no limitarse a afirmar abstractamente las dos tesis ingratas al narcisismo, de la importancia psíquica de la sexualidad y la inconsciencia de la vida anímica, sino que ha demostrado con su aplicación a un material que a todos nos atañe personalmente y nos fuerza a adoptar una actitud ante estos problemas. Quienes se consideran vejados, transfieren a la realidad la situación imaginada de ser golpeados por el padre, para su mayor daño y venganza; Descubre este mismo fantasma como base de la manía de litigar paranoica.
    El desborde de la peligrosa alteración mental gubernamental es arrasador.
    Las características psicopatológicas políticas, es esencial en el ejercicio del poder en un mundo de terror corrupto sin salida.
    Osvaldo Buscaya (1939)
    Psicoanalítico (Freud)
    *Femeninologia
    *Ciencia de lo femenino

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