El beso, el beso, el beso de España……
A propósito del beso,El beso, el beso, el beso de España…… resuena en mi cabeza esta canción y a propósito del no consentimiento del beso resonarían miles de ellas, de ésta y otras épocas.
He querido esperar un poco a que sucedieran acontecimientos. Al principio pensé que, como siempre, no pasaría nada y tendríamos que tragar que fue ella la que no se hizo respetar lo suficiente, la que con su mirada le provocó, en fin, toda esa serie de gansadas machunas que estamos todas tan acostumbradas a escuchar. ¡!Que de poco o nada nos vale que no nos rindamos, que denunciemos, que gritemos que nuestro cuerpo se respeta sí o sí!! cuando es la propia justicia o mejor dicho, sus justicieros y justicieras quienes no encuentran suficientes motivos casi nunca, dejaremos caer el casi por las escasas ocasiones de condena, para abrir diligencias contra el presunto acosador, abusador, maltratador, lo que conduce a que dejando impune y libre de culpa a uno de ellos se extienda la absolución para todos y siga adelante el bulo de “ellas son unas exageradas, te piden y luego se arrepienten”, etc, etc, etc. ¡!Qué castigo!!, estos machunos se multiplican como los gremlins pero sin que les caiga agua, hay que ver la de ellos que nos encontramos en cualquier parte, son como una plaga.
Sin embargo, a pesar del beso, que retrata perfectamente al macho alfa que persigue y obliga a quienes considera inferiores a soportar todo tipo de desprecios y humillaciones, voy a tratar de profundizar más allá.
El beso es la parte visual de un menosprecio, de la falta de valores, del poder de sumisión al que no solo Jenni es sometida, somos unas cuantas más. Es exactamente igual que con Juana Rivas o María Salmerón, no son sólo ellas las que han sentido en la piel las garras del machismo enfermizo que existe en este país. No entraré en la vida profesional ni personal del personaje besucón porque no me interesa y no nos aportará nada y a él le da lo que más le gusta, protagonismo y minutos de gloria, de ahí el refrán “lo importante es que hablen de mi aunque sea mal”, me centro única y exclusivamente en las imágenes del día de autos. Su tocada de genitales en la grada, al lado de la reina y la infanta y muchas otras personalidades que supongo ocuparían el palco, ya define lo mal educado, faltón, soez y muchos más calificativos que podría añadir sobre el dimitido de momento, machismo en estado puro.
En primer lugar este presunto señor y sus “allegados”, que ojo también con ellos, no han entendido nada, pero nada, nada, nada; de ahí ese discurso que deja descolgar el viernes en la reunión de los que mandan en el mundo del balón pie demostrando su poderío, su hombría, su fuerza varonil mientras unos aplaudían y otros escondían la cabeza debajo del ala, nada nuevo bajo el sol. Vamos a ver si soy capaz de explicarlo para que pueda entenderse con facilidad, vamos a ello. El equipo de futbol femenino jugaba la final del mundo de 2023, ellas, las jugadoras estaban para acá y para allá con el balón, se protegían, se dejaban el alma y fin del partido, España se proclama CAMPEONA DEL MUNDO EN FÚTBOL FEMENINO. SON ELLAS Y NADA MÁS QUE ELLAS LAS PROTAGONISTAS, el resto somos los miles y miles de españoles y españolas que tendríamos que haber celebrado su triunfo, su esfuerzo, su tesón, su trabajo y condenar a una sola voz las humillaciones y vejaciones que han soportado, TODOS, nosotros y nosotras deberíamos haber reaccionado al unísono.
La capacidad que han tenido para llegar a ser CAMPEONAS DEL MUNDO REQUIERE DE UN PODER TITÁNICO, sobre todo cuando lo tienes todo en contra. Y ellas, las jugadoras, nos dieron una lección, a pesar de todo en contra consiguieron ser campeonas del mundo de fútbol femenino. Pero claro, como en tantas otras ocasiones siempre tiene que venir alguien a joder el día, el momento. Su victoria que tendría que haber sido celebrada a bombo y platillo, autobús por Madrid como cuando ganan ellos, los hombres, un recibimiento como se merecen por las autoridades, una celebración por todo lo alto, las calles llenas disfrutando con ellas del merecido triunfo, pero sin embargo no fue así. Allí estaba el del beso y sus colegas para joder la celebración, al menos botó la reina y la infanta Sofía, algo es algo.
Hagamos moviola, éso hacían antes, cuando yo era pequeña con los partidos de futbol, veíamos una y otra vez la jugada. Este presunto señor se toca los genitales cuando España, las jugadoras españolas ganan la copa del mundo y no pareciéndole bastante humillante dice que somos CAMPEONES del mundo. ¿Campeones quiénes? No entiendo. Ah! Se refiere a él y a los de su pandilla, ya comprendo, que también fueron campeones. No, no es no, España en femenino es campeona del mundial de futbol de mujeres, para que vaya quedando un poquito claro. Y ahora llegamos al beso. De modo y manera que saludan LAS CAMPEONAS a los que estaban en el palco, perdón, autoridades y Jenni pide perdón, ojo, que ésto es muy grave, por fallar el penalti, imaginad que sensación de poderío representa este presunto señor que se cuelga de ella cual chimpancé de un árbol cogiéndole la cara con las dos manos, supongo que con determinada fuerza y le atiza un pico, vamos, un beso en la boca y encima se oye en alguna grabación que hasta con lengua, repugnante. No contento intenta darle un azotito en la nalga pero no llega a tiempo o a la distancia adecuada. Esa actuación que vimos todo el mundo y que hemos visto miles de veces a lo largo de estos días, es negada por el besucón, después diría que fue consentido, más tarde que estaban los dos de acuerdo y suma y sigue cientos de excusas que no se traga nadie, principalmente porque lo vimos, en vivo y en directo. Pero claro, ya se sabe, en un momento de euforia pues se hacen cosas que no son lo que parecen, claro. Así han asesinado a miles de mujeres, en momentos de euforia, de negación total, de descuido, sí, sí, si lo entendemos pero va a ser que no, que ya no tragamos.
No me entretengo más en el tema del beso porque considero que los hechos acontecidos y concatenados de ese día, si alguien ha ahondado en ellos, compartirá conmigo que otra vez, como tantas otras, como miles y miles de veces en la historia de la humanidad, desde que Eva le dio la manzana a Adán, un pobre muchacho que tocaba el arpa y a quien ella provocó, la gloria de ser campeonas del mundo, la felicidad de todas esas mujeres, sus familias, las aficionadas y aficionados se vio truncada y manchada por un acto machista, bueno perdón, por un acto machista detrás de otro.
Qué pena que nuestra Mª Teresa Campos estuviera malita y se nos haya ido, me hubiera gustado oírla hablar sobre el beso en aquellos tiempos que rompía pantallas si hacía falta para dejar claro que las mujeres somos más de la mitad y que hemos venido para quedarnos. Ella nos habría puesto el broche de oro a este atentado contra la integridad física y personal de las jugadoras. Y como si fuera un presagio del devenir, entonamos con la selección femenina el #SE ACABÓ, tal como lo hizo María Jiménez hace años.
Lo triste de esta historia es que no es solo en el fútbol femenino donde se cobra menos que en el masculino, que no están las jugadoras ni una cuarta parte reconocidas que los jugadores, que tienen que aguantar discursitos interminables, insultos, malas caras si pierden un partido. No, no sólo es en el futbol, es en cualquiera de los puestos de trabajo que ocupamos las mujeres donde estamos totalmente coaccionadas, peor pagadas, mucho más esclavizadas y donde, si queremos que nos tengan en cuenta debemos tragar sapos y culebras y demostrar que estamos mil veces más capacitadas que cualquier hombre, inclusive en ejercer el machismo si se tercia.
El machismo en el fútbol es un pequeño reflejo de la sociedad en que habitamos, no en vano el deporte de masas y preferido ha dejado claro qué se cuece en nuestra sociedad a diario y en cualquier lugar de trabajo. Ellas, las de la roja, las campeonas del mundo, las de Australia, se han plantado, han dejado claro que ya no más. Ahora nos toca al resto, a las que sufrimos y a las que no los mismos desprecios que ellas y seguir gritando #SE ACABÓ. Y debemos hacerlo sin miedo, sin temor a represalias, porque todas hemos tenido que soportar a un superior sobón, mirón, tocón, que nos humilla, nos anula, nos desprecia y consigue que nos destruyamos cada día un poco más.
Para concluir, me gustaría que en el mundo de la Judicatura de este país nuestro, no quiero ser ambiciosa de momento, también se escuchara un #SE ACABÓ alto, fuerte, rotundo, interminable que fulminase con ese quehacer judicial rancio, machista, arcaico, lleno de togas y puñetas impolutas que creyéndose dioses amilanan a la parte femenina de la judicatura después de señalarlas y advertirlas que, como en el fútbol, los que mandan son hombres de los pies a la cabeza y que lanzan a sus compañeras el mensaje subliminal de “estás conmigo o si estás contra mi atente a las consecuencias”. Ojalá vea un día no muy lejano plantarse y empezar a trabajar para feminizar nuestro ordenamiento jurídico y que por fin se haga una justicia en clave feminista.