La mujer de mediana edad y el suicidio

María Luisa Latorre
María Luisa Latorrehttps://noaledadismo.com/
Feminista, profesora de inglés y antes profesional del marketing. Vive actualmente en Cádiz tras más de veinte años en Estados Unidos, cuatro en Reino Unido y tres en Japón.
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Es bien conocido que la menopausia puede traer muchos síntomas, como el ganar peso, esa sensación de calor que se conoce como “sofocos”, el insomnio, y la caída del cabello. Estas, entre otras, son algunas de las a menudo desagradables consecuencias del climaterio. Es posible, según unos recientes estudios y noticias, que la depresión y tal vez el suicidio se tengan que añadir a la larga lista de secuelas de la menopausia. Esta es la conclusión a la que se llegó en un podcast que estuve escuchando recientemente, llamado “Desmitificando la Menopausia” en el canal “All in the Mind”. En éste, la doctora Caroline Gurvich comentó que la depresión era algo que muchas mujeres experimentan durante la menopausia, algunas por primera vez en su vida, y afirmó que la segunda tasa más alta de suicidio entre mujeres se da durante la mediana edad (no se especificó en qué país). Gurvich admitió que hacen falta más estudios, pero que es posible que haya relación entre los cambios hormonales que las mujeres experimentamos y la depresión.

Queriendo saber más, leí que en Estados Unidos los suicidios entre personas de mediana edad (hombres y mujeres) llevan aumentando desde el año 1999. Las estadísticas de la website estadounidense CDC (la organización gubernamental Centers for Disease Control and Prevention) en 2016 anunció en su website que las tasas de suicidio entre las mujeres fueron más altas entre las edades de 45 y 64 y también que de 1999 a 2014 el porcentaje de mujeres estadounidenses de 45 a 64 años que se habían suicidado había aumentado en 63%. Mientras tanto, aquí en España, la tendencia general desde 1980 es un incremento del suicidio. La website EPData menciona que en el año 2020 se suicidaron 3.941 personas en este país. El hombre de mediana edad, igual que en Estados Unidos, sigue siendo el perfil que más muere de esta forma; aquí en España en 2020 casi el 41% de los hombres que se suicidaron tenía entre 40 y 59 años. Por otro lado, según los datos del Instituto Nacional de Estadística, entre las mujeres, el perfil que comete el mayor número de suicidios es el de la edad de 50 a 54 años.

La falta de estudios y artículos sobre este preocupante tema (solo encontré este de 2017 afirmando que “El suicidio aumenta en España entre las mujeres de 40 a 49 años”), es en mi opinión, una evidencia de lo poco que en general importamos las mujeres de mediana edad, por culpa del machismo y del edadismo.

Yo no soy psicóloga, y si los especialistas afirman que la inmensa mayoría de los suicidios se deben a enfermedades mentales, será así. Pero, por otro lado, la insistencia de los medios y de otros especialistas, en cuanto a los suicidios entre mujeres maduras se refiere, a conectar los problemas de salud mental a la menopausia, no me convence por varias razones. La más obvia es que los datos muestran que los suicidios son más numerosos entre hombres de mediana edad, los cuales no pasan por la menopausia. Me temo que el relacionar disfunciones hormonales propios de la mujer de la mediana edad con la depresión, podría ser otra forma de despreciar a las mujeres maduras, una perspectiva individualista que además no deja de poner el énfasis en una solución que beneficia a la industria farmacéutica.

No digo con esto que no pueda ser verdad, que no sea posible que haya un enlace entre depresión y suicidio y la menopausia, lo que estoy diciendo es que, aparte de considerar cada caso, hay que observar los contextos sociales, laborales y económicos en los que tantas mujeres de mediana edad nos encontramos. El hecho es que, como comento en mi libro La Mujer Obsoleta, “A medida que las mujeres envejecemos, perdemos nuestra capacidad de dar a luz y nuestra sexualidad ya no interesa a los hombres y ya no puede ser explotada tanto. Es en este momento cuando nuestro valor social disminuye, somos descartadas y laboralmente también nos encontramos redundantes. Estamos en limbo.” Teniendo en cuenta esta situación, la cual vivo y observo en la vida de tantas otras mujeres de mi edad, no es de extrañar que, cuando sufres la devaluación de tu persona y de tu vida laboral, y ves, con miedo y preocupación, tu futuro en el precariado, que consideres el acabar con todo. Como comenté antes, la mayoría de los suicidios son cometidos por hombres de mediana edad, quienes también tienen que lidiar con muchos de los problemas asociados a una sociedad que desprecia a las personas mayores. En otras palabras, el edadismo les afecta a ellos también. Es solo que, como ya he escrito en otras ocasiones, para nosotras el problema es doble, ya que aparte de vivir en una sociedad machista, vivimos en una que es edadista.

Y para muestra sobre de como el edadismo puede afectar la salud mental, un botón, o mejor, varios, los cuales muestran como el edadismo causa problemas en la salud mental de mujeres y hombres. Recordemos que el edadismo es un tipo de discriminación el cual, contrario a lo que se cree, no empieza en la ancianidad, sino que en el caso de las mujeres puede comenzar a los cuarenta y pocos, y recordemos también que el edadismo es una discriminación muy común y normalizada.

Personalmente, como relato en mi libro, cuando viví en Nueva York y estaba metida en una batalla infructuosa por conseguir trabajo de marketing, alguna que otra vez pensé en acabar con todo, viendo una y otra vez que, en efecto, se me estaba empujando fuera del mercado laboral por mi edad, a pesar de mis 20 años como especialista en marketing habiendo trabajado en Estados Unidos, Reino Unido y Japón.

Estos datos que he estado estudiando sobre suicidio y las personas de edad madura deberían hacernos pensar a todas y todos, y más en el mundo post-Covid (recordemos el penoso tratamiento que recibieron las personas ancianas durante la pandemia y el confinamiento). Como escribí arriba, achacar un aumento de suicidio entre mujeres de mediana edad a disfunciones hormonales, así sin más, reduce el problema al individuo. Es una simplificación del problema que culpa a quien sufre. Es esta una perspectiva muy conveniente para una sociedad que se incomoda cuando se plantea como el edadismo, una lacra no individualista sino social y estructural, puede causar tanto daño, pero a veces es lo correcto y necesario.

Y es que, tal vez las hormonas no nos vuelven “locas” a las mujeres de mediana edad, igual son el patriarcado y el edadismo los culpables.

 

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