Morir de éxito

Victoria Sendón de León
Victoria Sendón de León
Dra. en Filosofía y escritora feminista.
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              “Morir de éxito” es una frase ya acuñada referente a la circunstancia de cuando el éxito provoca tal demanda que desborda todas las previsiones de oferta y la empresa no puede responder y quiebra. Creo que el Movimiento Feminista está llegando a unas cumbres de las que pronto podrá contemplar el abismo hacia el que lo están llevando. Y no es que no me alegre de sus éxitos, sino que los pongo bajo la lupa de la sospecha. Siempre. Sobre todo porque a esos éxitos le suele suceder una reacción patriarcal, normalmente muy estudiada, para que aparezca como algo a favor del único movimiento global que puede dirigir la humanidad. Tan único, tan grande, tan progresista que se tendrá que hacer cargo de todas las iniciativas políticas de aquí al futuro. Sí, tendrá que hacerse cargo de la ecología, como ya se implementa, de la salud, de la educación, de la economía, de la justicia, del urbanismo, de la industria y ahora, seguro, del deporte. Dudo que el feminismo pueda responder a tanta demanda y responsabilidad, ya que el izquierdismo populista quiere hacerse con las riendas del movimiento, de todo el progrerío, mezclarlo “totum revolutum” en la diversidad e implosionarlo desde dentro. Eso sería morir de éxito.

              Cuando a finales de 2017 emergió el #MeToo de las actrices frente a depredadores de Hollywood como Harvey Weinstein, y en marzo de 2018 el feminismo estalló en España como un desborde ciudadano con una huelga de mujeres que paralizó el país, un aviso de peligro se encendió en la mente de Matrix. “Este movimiento no tiene vuelta atrás”, un movimiento, por cierto, que pone en cuestión todo el sistema y atañe a lo estructural, pero que, sin embargo, ha sido reducido por las mujeres mismas al melifluo objetivo de la igualdad. Con un referente único, claro: “Él es lo Absoluto….” La igualdad no puede subvertir nada si no se cuestiona el modelo. ¿Los mismos derechos? Una cuestión de leyes, que ya hemos visto cómo pueden ser utilizadas con la falacia de ampliación de derechos para todo el mundo. El lenguaje domina toda la estructura desde el llamado “giro lingüístico” por el que la realidad debe adaptarse a la lógica del relato y no al revés. La realidad material desaparece y, con ella, nosotras. Muchas trampas en el horizonte actual.

En realidad, quería hablar de las “chicas”, de esas futbolistas que han dado una patada – de las muchas que dan -, pero esta vez en el tablero mismo de la propia RFEF (Real Federación Española de Fútbol) No es, como algunos apuntan, un nuevo #MeToo como el de las actrices de Hollywood, no. Estas han dicho #SeAcabó, mucho más castizo y contundente, no desde el victimismo del “yo también fui agredida”, sino desde la resolución de quien se la juega en un “hasta aquí hemos llegado” y a ver quién puede más. Por eso tienen una moral de lucha: “Our fight is the global fight”, rezaba su pancarta en el estadio de Göteborg o Gotemburgo en Suecia. Y lo insólito, el equipo rival apoyándolas, tal vez contagiadas del mismo espíritu: seguir pateando hasta reventar la estructura machista en la que viven su pasión, su profesión, su presente y su futuro, pero manejadas, controladas y explotadas por los que se forran a su costa. Y así, a patada limpia, ya llevan tres bajas señeras en su lucha: Rubiales, su mano derecha en la Federación y el seleccionador. Ahora van por su sustituta, quien aplaudió fervorosa el “no dimitiré” de su jefe. Roma no paga traidores.

Han vuelto a ganar, a pesar de que una descerebrada dirección las ha tenido dando vueltas por la Península y manteniendo reuniones nocturnas, de modo que han estado durmiendo una media de cuatro horas cada día, situación ideal como preparación para un campeonato tan importante. Así y todo, han vuelto a ganar y a jugar con toda la pasión de que son capaces. Es decir, que ahora tienen poder porque primero se han conquistado su autoridad. Me pregunto si un “supuesto derecho a la mediocridad” les habría abierto tantas puertas. Lo planteo porque aspirar a ser tan mediocres como ellos en aras de la igualdad dudo que sea el camino adecuado hacia la anhelada emancipación. Sería estúpido por su parte que ahora quisieran emular a un Ronaldo, un Messi o un Neymar, que para jugar con Arabia Saudí ha pedido doscientos millones de euros al año, una mansión espectacular como vivienda y tres coches de alta gama: Ferrari, Lamborghini y Porche. Y se los han dado. Esos escándalos no deberíamos permitirlos. Ni en unos ni en otras, pero tampoco que las chicas, por ser mujeres, estén cobrando 14.000 euros al año. Explotación flagrante. Mientras otros se ponen las medallas y hacen caja.

La acogida entusiasta de todos los que se proclaman ahora mismo feministas puede llevarnos a morir de éxito, porque son los éxitos del feminismo los que nos han llevando a las puertas del abismo de su disolución en “el feminismo para el 99%”, que representan nuestras nuevas políticas (Podemos y Sumar) que votan en Europa contra la abolición de la prostitución, pero que aquí compiten por representar los triunfos de las chicas y del propio y real feminismo. Desde ahora, habrá que advertir a la señora Ministra, que cuando una niña juegue al fútbol con entusiasmo no es que lleve a un chico en sus entrañas solapadamente, sino que lo que lleva dentro no es a un varoncito, sino a una campeona.

 

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