De los “12 novelistas con grandes perspectivas” que anunciaba hace poco en portada un influyente suplemento literario (El Cultural, 17-5-13), cinco eran mujeres: 42%. En cambio, el más alto premio literario en lengua castellana, el Cervantes, se ha concedido solo a tres autoras, un 8% del total. ¿Cómo explicar esta disparidad? Muy fácil, pensarán ustedes. En el pasado no había escritoras, o apenas, por eso no figuran en el canon presente (la nómina del Cervantes, los libros de texto de la ESO, las colecciones de clásicos). Ahora, en cambio, sí las hay: lo que nos muestra El Cultural es una generación igualitaria, e igualitario, por tanto, será el canon del futuro… Es una explicación simple y reconfortante, con la ventaja añadida de que no exige acción alguna: basta esperar, pues “es cuestión de tiempo”… Solo tiene un pequeño inconveniente: no es verdad.
Quienes empezamos a tener ya unos cuantos años recordamos que hace unos 15 apareció en escena una generación que se anunció no ya como igualitaria, sino como la del triunfo femenino. Echemos un vistazo a las hemerotecas. “Novelistas de biberón: Espido Freire, cabeza de una generación de narradoras veinteañeras” (Época, 1-11-99), “Los libros