Cath Nixon: «La norma cultural y el patriarcado ocultan problemas importantes y se asume que las cosas siempre han sido así»

Víctor Olmos
Víctor Olmos
Feminista principiante. Ingeniero.
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Cath Nixon es feminista, enfermera de salud pública, cooperante, ciclista… Su determinación por aportar su granito de arena para hacer de este un mundo mejor, más tolerable, la llevó a dejarlo todo en Manchester y volar a una región remota al oeste de Nepal en 2012 para aumentar el acceso sanitario y los derechos de las mujeres de la zona. Tras dos años, regresó al Reino Unido, donde siguió implicada en la primera línea de la lucha feminista en casa hasta que, en la conferencia anual del partido laborista, alguien se le acercó y le habló de la crisis humanitaria del virus del ébola. Poco tiempo después se subió a un avión para enfrentarse, como enfermera especializada en salud pública, al devastador virus en Sierra Leona.

Víctor Olmos charla con ella para Tribuna Feminista.

Pregunta: ¿Qué es lo que te hizo decidirte dejar tu vida en Manchester e ir a trabajar durante dos años a Nepal?

Respuesta: Antes de ir a Nepal trabajaba como enfermera de salud pública realizando visitas a casas en Oldham, al norte de Manchester. Trabajaba con familias con niños menores de 5 años. Llevaba un tiempo queriendo trabajar en el extranjero. Tanto Gareth (mi pareja) como yo queríamos vivir en otro país y experimentar una cultura diferente. No sabía que iba a terminar en Nepal, pero sí que VSO [Voluntary Service Overseas] estaba buscando profesionales con formación en salud pública, así que entramos en el proceso de selección.

P: ¿En qué consistía tu trabajo allí?

R: Empecé con WEAF (Women´s Empowerement and Action Forum) en Dailekh, una organización que trabajaba para mejorar la salud y los derechos de las mujeres. Tenían varios proyectos que abordaban diferentes problemas de igualdad de género en la zona. Yo colaboraba principalmente en el proyecto de derechos sanitarios reproductivos de la mujer, en particular en un proyecto enfocado específicamente en el prolapso uterino, y el impacto de esta condición en las mujeres. WEAF desarrollaba también otro programa para mujeres jóvenes y niñas dedicado a mejorar los derechos sanitarios de la mujer, aumentar su concienciación sobre sus derechos sanitarios, incrementar su acceso a los servicios de salud y asegurar que esos servicios estaban mejor adecuados a la mujer.

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Dailekh era una zona en la que los índices de prolapso uterino eran bastante altos, consecuencia directa de los problemas de igualdad de género en Nepal. Por ejemplo, las mujeres se casan y tienen hijos muy jóvenes y realizan trabajo físico durante el embarazo y el post-parto; además, es más probable que las mujeres den a luz en sus casas que en un hospital, se las priva de acceso a alimentos nutritivos durante el embarazo y durante el periodo post-parto, violencia doméstica… todas estas circunstancias contribuían a aumentar los casos de prolapso uterino, así que la forma de mejorar la salud de las mujeres consiste sobre todo en una labor preventiva, que incida en todas esas causas culturales que lo provocan. Además, debido al estigma que acarreaba padecerlo, las mujeres que lo sufrían se veían rechazadas por sus familias, así que uno de los desafíos y objetivos mayores era el trabajo con las mujeres de la comunidad para identificar los casos de aquellas afectadas por el prolapso uterino y ayudarlas a salir de la marginación social.

P: Imagino que eras percibida como la “Otra”, así que me interesa saber qué mecanismos utilizaste para adaptarte, así como la forma de trabajar de la organización para cambiar prácticas culturales profundamente arraigadas en la sociedad. 

R: Para empezar, la idea del proyecto no fue mía, si no que vine a trabajar una organización que ya estaba estructurada para afrontar estos problemas. WEAF es una organización de base en Dailekh ya llevaba mucho camino recorrido, así que yo las apoyaba, pero ellas ya tenían identificados los problemas culturales subyacentes. Es decir, que aunque yo fuera una outsider, no llegué diciendo tenemos que hacer esto o lo otro para resolver las causas culturales que necesitaban ser cambiadas, sino que ejercía más de catalizador, de soporte a mujeres que ya de por sí eran muy buenas en su trabajo para tratar de hacerlo de una forma más eficiente, aportar nuevas ideas.

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P: La desigualdad de género es un problema estructural, ¿cómo veías el impacto que tenía tu labor, la de WEAF, actuando a nivel local?

R: Supongo que tienes que trabajar a todos los niveles para cambiar las cosas. Mi organización trabajaba a nivel local dentro de comunidades para fomentar el cambio, aunque esto por sí solo no va a mejorarlo todo en Nepal, obviamente. Pero reitero que es necesario ese trabajo a todos los niveles, especialmente en el caso de Nepal, donde existen numerosas leyes que dicen que las cosas deberían ser de una manera pero que realmente no significa que la legislación se traduzca en cambios a nivel local, cultural. Además, teníamos la oportunidad de transmitir información del nivel rural al regional, y de ahí al nacional, a través de VSO, que operaba muy bien coordinando respuestas en Katmandú.

P: Háblanos de la situación de la mujer en Nepal. 

R: En muchas mujeres, su status está frecuentemente definido por su relación con los hombres, por quién es su padre, con quién se han casado, o si tienen hijos varones o no. Pero tengo que decir que cuando hablo de mi experiencia hablo de mis vivencias en Dailekh, y es necesario mencionar que en Nepal conviven muchas grupos de culturas diferentes, por lo que lo que yo viví no es necesariamente lo mismo que lo que se experimenta en otros lugares en Nepal. Por ejemplo, algo que en Dailekh sea de una manera, en Katmandú quizá haya progresado un poco más.

Las mujeres no tiene mucho poder de decisión, así que en muchos casos abandonan el colegio para casarse muy jóvenes, y una vez que se casan, su futuro depende en gran medida de cómo son sus suegros, con qué tipo de familia se casan [en Nepal es tradición que la mujer se mude con su marido a casa de sus suegros tras la boda], y se espera que tengan muchos hijos, intentarlo hasta que llegue el varón. Muchas mujeres sufren violencia doméstica, que es muy elevada, y hay prácticas culturales que dictan que la mujer no coma la misma cantidad que el hombre, o que se alimenten de forma menos nutritiva. Otro fenómeno cultural peligroso para las mujeres es el “chaupadi”, que aún se practica en algunas zonas y que consiste en el aislamiento de la mujer durante la menstruación, obligándola a dormir en el establo sin acceso a agua corriente o alimentación nutritiva, porque se las considera sucias. Esto también puede suceder tras el parto, en un momento en el que la mujer necesita imperiosamente alimentación nutritiva.

En cuanto a la consideración de las mujeres en la nueva constitución [tras diez años de conflicto armado civil que terminaron en 2006, Nepal promulgó la nueva constitución en 2015 con gran controversia que derivó en protestas por todo el país y el bloqueo de la frontera con la India, lo que llevó a la escasez de alimentos y petróleo], aunque se haya avanzado incluyendo la penalización de la violencia contra las mujeres, proporcionarlas derechos sobre la propiedad de la tierra iguales a los de los hombres, no ha dado los mismos derechos de ciudadanía a las mujeres que a los hombres, de tal forma que una mujer soltera o casada con un extranjero no puede trasladar la ciudadanía nepalí por descendencia, así que la desigualdad de género se ha incluido en la constitución.

P: ¿En qué otros proyectos estaba involucrado WEAF?

R: WEAF había formado una fuerte red de mujeres en los pueblos en los que trabajaba, en la que se discutían los problemas que afectaban a mujeres. También trataban de incrementar el número de mujeres en posiciones con capacidad de decisión en los pueblos en los que estaban presentes. He olvidado mencionarlo antes, pero por ley debe haber un 33% de mujeres en todas las instituciones en Nepal, y esto en ocasiones significa que hay mujeres colocadas en posiciones de poder que realmente no tienen ningún poder, que han sido situadas ahí por los hombres del pueblo, pero no tienen capacidad para alzar su voz y ejercer las atribuciones de su puesto. WEAF trabajaba para empoderar a esas mujeres ya en posiciones de poder y para favorecer el acceso de aquellas con mayor iniciativa, con el objetivo de crear una sociedad más justa.

P: Muy interesante lo que comentas de que los hombres, para cumplir con las cuotas, elegían a mujeres que no les iban a molestar, que el sistema funcionaba nominalmente pero no en la práctica.

R: Sí, las mujeres que se eligen para los comités en algunos casos son seleccionadas por los hombres por ser su mujer, lo que significa aumentar la cuota de poder del hombre porque la mujer no se opondría a aquello que él decidiera. Otra es que eligen a mujeres que ni siquiera son informadas de que pertenecen a los comités del gobierno, como mera práctica para cumplir nominalmente con las cuotas.

Organizaciones como WEAF trataban de mejorar este sistema para que realmente funcionara, que fuera más allá de los números. Y las redes de mujeres eran una manera muy efectiva de conseguir este objetivo. Recuerdo un caso en un pueblo en el que me contaban cómo una de estas redes había conseguido que si se producía una situación de violencia de género contra una mujer y se enteraban, todas las mujeres rodeaban la casa del agresor y le exigían que pagara dinero a la organización, que se utilizaría para trabajar por los derechos de las mujeres.

P: Leyendo uno de tus artículos me impactó mucho cómo algunas mujeres se percibían a sí mismas, que se dibujaban enjauladas. 

R: Sí, durante la investigación exploramos la imagen que las mujeres tenían de sí mismas y de los hombres. Describían a los hombres como líderes fuertes y capaces, y sin embargo no siempre hablaban de una forma tan positiva de las mujeres. Creo que este es un problema que no es específico de Nepal, sino un problema del patriarcado, que crea el mito de que los hombres son capaces y las mujeres no.

P: Gracias a tu trabajo en WEAF, VSO te seleccionó para atender a la reunión anual de la ONU sobre la mujer, la Comisión del Estado de la Mujer en Nueva York [Commission on the Status of Women].

R: VSO operaba un programa de portavoces de la cooperación al desarrollo para tratar de cambiar la idea establecida en Reino Unido y otros países desarrollados de que la ayuda a la cooperación al desarrollo no llega a sus destinatarios, que sólo se escuchan historias sobre lo que se necesita pero no sobre lo que la ayuda puede conseguir. Participé en el programa a través de un blog y varias apariciones en los medios de comunicación, justo en el momento en el que los Objetivos del Milenio tenían que renovarse. VSO defendía que hubiera un objetivo exclusivo de género, y éste era uno de los temas centrales en la Comisión del Estado de la Mujer ese año en Nueva York, así que me preguntaron si quería ir a la sede de la ONU para participar como ponente sobre mi trabajo en Dailekh. 

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P: Has mencionado un tema importante, que la percepción en occidente sea de que nosotros ya hemos superado esos problemas, quizá porque son tan obvios en países como Nepal. ¿Qué viste a tu vuelta a Reino Unido que seguía sin resolverse?

R: Creo que lo que quieres decir es que cuando te cuentan la situación en Nepal, el factor del shock elimina la perspectiva y solamente piensas «¡imagínate vivir así, es terrible!”.  Y es verdad que es muy duro, pero en Nepal yo conocí mujeres de una fuerza increíble, que me hacían preguntarme si yo sería capaz de hacer lo que hacen ellas. Es duro, pero, como dices, eso no significa que las cosas sean perfectas en Reino Unido.

Vivir en Nepal me hizo darme cuenta de que la norma cultural y el patriarcado ocultan muchas veces problemas importantes, y se asume que las cosas son así porque siempre lo han sido. Así que a veces se necesita a alguien con una mirada nueva para identificarlo y decir que no está bien, y eso es lo que creo que me pasó al regresar al Reino Unido, que fui capaz de ver con más claridad la influencia del patriarcado en el Reino Unido y cómo la gente tiene el velo puesto y no se da cuenta.

En Reino Unido tenemos leyes como la Ley de Igualdad de Salarios [Equal Pay Act] que lleva vigente desde hace 45 años pero las mujeres aún cobran sólamente 81 peniques por cada libra que un hombre gana en un trabajo similar. Así que todavía existen desigualdades gigantescas en el mundo profesional. Además, tanto el cuidado de los hijos como de los mayores se impone a las mujeres, lo que creo que es un ejemplo de  cómo el patriarcado afecta tanto a las mujeres como a los hombres, porque creo que hay un montón de hombres a los que les gustaría involucrarse más en el cuidado de sus hijos y tener una mayor responsabilidad. Pero a pesar de eso, que la carga del cuidado de los niños sigue recayendo sobre las mujeres.

También hay un problema de representación: el número de mujeres en posiciones de poder tanto en la política como en los consejos de administración de empresas o cualquier institución en la que se tomen decisiones es muy bajo.

En Reino Unido, además, una de cada tres mujeres es víctima de violencia de género, tenemos casos de sexismo diario, discriminación que llega a todos los estamentos del sistema judicial como los casos de violación que se desestiman, problemas acerca del consentimiento y la culpabilización de las víctimas, la trata es otro tema por resolver que veo frecuentemente en mi trabajo…

Trabajando con padres y madres en Oldham en muchos casos me encuentro con chicos y chicas de países del Este que llegan a través de la trata al Reino Unido por diferentes razones, de carácter sexual, esclavismo encubierto… creo que, aunque ahora parezca tener más relevancia [en Reino Unido cobró mucha relevancia en los últimos años por el caso de Jimmy Savile, un famoso presentador de la BBC que ha recibido decenas de acusaciones de pederastia], la explotación sexual infantil es solamente la punta del iceberg, y veo esto a diario en Manchester, donde ahora trabajo como enfermera visitando familias, con madres adolescentes primerizas.

P: Ahora formas parte del Partido Laborista, así que me gustaría que nos contaras cómo estás trabajando para abordarlos, y qué dirección está tomando el partido bajo el mando de Corbyn. 

R: Después de mi estancia en Nepal sentí que allí tenía que involucrarme más en lo que me rodeaba al volver a casa, así que me uní al Partido Laborista como una manera de ser más activa en mi comunidad, otra forma de canalizar mis frustraciones, y buscar avenidas para el cambio. Creo que de los partidos políticos en aquel momento, el laborista era el que más se alineaba con mis ideas políticas. Corbyn [Jeremy Corbyn líder del Partido Laborista] está dándole mucha importancia a los temas de género, como por ejemplo abriendo la discusión sobre la diferencia de salarios o la representación de la mujer en puestos de poder. Creo que está tratando de crear un país más justo, más igualitario. Eso es lo que me gusta de Jeremy.

P: ¿Y tú, como militante de base, que estás haciendo al respecto?

R: Hasta el momento, mi actividad se ha centrado más a nivel local dentro del partido. Participo en las reuniones de mi zona en las que tratamos temas como el efecto que han tenido los recortes a los servicios locales en la situación de las mujeres.

No sé muy bien cómo ha sido en España, pero en Reino Unido los recortes han afectado mucho más a las mujeres que a los hombres, sus condiciones se han deteriorado más como consecuencia de las políticas de austeridad. Por ejemplo, recortes a la financiación de los refugios para mujeres maltratadas, recortes a organizaciones de mujeres… las mujeres, además, se encuentran generalmente en trabajos peor pagados que los hombres, así que sufren más la austeridad. También son mayoría en empleos de asistencia y sanitarios como en el NHS [National Health Service, servicio de salud pública del Reino Unido] y los programas de asistencia social, que han sufrido enormes recortes.

P: En un evento del partido laborista, alguien te habla de la intervención en Sierra Leona por la crisis del ébola y decides presentarte voluntaria para ir allí. 

R: Estaba en la conferencia anual del partido laborista, no como militante sino como representante de VSO para hablar de mi trabajo en Nepal, y conocí a alguien que trabajaba para una organización de HIV & AIDS y me preguntó si había oído que estaban enviando a personal del NHS a Sierra Leona, lo que sí sabía pero, cuando me enteré, pensé que mis habilidades estaban más enfocadas a la salud pública, y que iban a necesitar a profesionales con más experiencia clínica en hospitales. Le dije esto y me dijo que no, que realmente lo que se necesitaban era gente con un bagaje en salud pública para controlar la enfermedad.

Supongo que una vez que vives en un país como Nepal te conciencias más de la injusticia que provocan las desigualdades en el mundo, del hecho de que si se diera el caso de una enfermedad como el ébola en Reino Unido no hubiera tenido el mismo impacto porque tenemos acceso a servicios médicos de mejor calidad, y sistemas preparados para lidiar con algo parecido.

P: ¿Cuáles fueron tus impresiones al llegar a Sierra Leona en medio de la crisis?

R: Para empezar, nos habían preparado muy bien. Tuvimos diez días de entrenamiento y formación en la base militar de  Strensall, así que sentí que estaba bastante preparada para lo que me iba a encontrar pero, de la misma manera, pienso que quizá nada realmente te prepare para cuando llegas al país donde, antes incluso de entrar en cualquier edificio, te tienes que lavar las manos y tomarte la temperatura.

Recuerdo que aterrizamos de noche y al llegar la situación estaba un poco descontrolada, lo que  también supuso darnos de bruces con la realidad, y al día siguiente nos enteramos de que un médico del centro en el que íbamos a trabajar le habían trasladado de vuelta a Italia porque sospechaban que tenía ébola, enfermedad que más tarde desarrolló. Esto sucedió al segundo día, provocando que estuvieras alerta en todo momento. Creo que para hacer algo como esto, antes de ir te convences de alguna manera de que estás asumiendo un riesgo calculado, y de que hay muchas medidas preventivas para evitar que contraigas la enfermedad. Pero que al segundo día viéramos que a pesar de todas esas medidas un médico había sido infectado por el virus nos hacía pensar «oh dios, ¡qué hemos hecho!».

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Sin embargo, sentí que formaba parte de un equipo en el que confiábamos los unos en los otros. En una situación de este tipo construyes relaciones muy estrechas con la gente que te rodea muy rápido, y creo que fueron esas relaciones las que me ayudaron a lidiar con la situación.

P: En aquel momento hubo muchas críticas a la gestión de la crisis del ébola, ¿cuál era tu percepción desde el terreno, desde la primera línea de respuesta?

R: Las críticas entiendo que se debían a que no se pasó a la acción con suficiente celeridad, que se permitió que las cosas se deterioraran hasta llegar a un punto insostenible en el que por fin otros países decidieron aportar recursos y ayudar. ¿Se actuó tarde entonces?

Mi experiencia en terreno sí  fue que al principio había mucha desorganización, pero, no sé, en estas situaciones todo el mundo va aprendiendo según trabajan y cometen errores, se trata de un ambiente muy estresante. Creo que se podría haber gestionado mejor, que se deben extraer lecciones a aprender para la siguiente ocasión, en particular al principio. Más recursos, mejor coordinación, más transparencia y y responsabilidad de las organizaciones en terreno.

De todas formas, de todas las crisis humanitarias se pueden extraer lecciones, y creo que el retraso en la respuesta fue la principal. Los sistemas establecidos para evaluar y evitar la mala praxis fueron débiles al comienzo, y subrayaron la falta de responsabilidad [accountability] de algunas organizaciones en terreno.

Pero me gustaría resaltar que fue una situación de mucha tensión, nueva para todo el mundo, y que todos estábamos arrimando el hombro para reducir el impacto del ébola. Dificultó mucho la situación que no hubiera una cura, que las tasas de mortalidad fueran altas, y que trabajáramos turnos muy largos bajo mucha presión, lo que supuso un desafío enorme para todos los que participaban en la respuesta a la crisis. Además, en el tiempo en que estuve en Sierra Leona, comenzamos a ver un descenso en la tasa de mortalidad, lo que nos dio esperanza y nos motivó, mejorando la coordinación y aumentando el éxito de la respuesta a la crisis.

P: Después de esas 5 ó 6 semanas en Sierra Leona vuelves al Reino Unido. ¿Cómo te sientes al regresar a un ambiente controlado en el que mucha gente no tiene una conciencia real de lo que sucedía en Sierra Leona?

R: Cuando regresamos al Reino Unido, en mi trabajo tomaron la decisión de que no podía ver a pacientes durante el periodo de incubación del virus [21 días].Pensé entonces que iba a ser un periodo muy agradable, había estado trabajando muchas horas e iba a tener tiempo libre para ponerme al día con mis amigos, relajarme y estaría muy bien. Lo que no sabía era lo difícil que iba a ser volver, para mí estas tres semanas fueron el periodo más duro de toda mi experiencia. Fue horrible. Lo poco que entendía la gente del ébola se hizo patente, y el hecho de que una compañera y amiga que trabajó conmigo en Sierra Leona enfermara de ébola y, por tanto, se convirtiera en el centro de atención mediática del país, con titulares sensacionalistas como «Han traído el ébola al Reino Unido», no ayudaba, porque el riesgo de ébola en el Reino Unido era realmente muy pequeño.

Así que encontré difícil de entender que, tras haber estado trabajando con gente muriendo a mi alrededor a diario, había amigos que decían que no querían verte alegando que quizá les contagiaras de ébola. Además estuve hospitalizada durante el periodo de incubación, ya que noté fiebre al tomarme la temperatura.

P: Y después de un tiempo, os invitan al 10 de Downing Street [oficina del Primer Ministro británico, David Cameron] para condecoraros por vuestra labor en Sierra Leona.

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R: Al principio tuve un gran debate interno sobre si acudir o no. Había estado en Londres la semana anterior en una manifestación para protestar contra los recortes que estaba llevando a cabo el gobierno [conservador, liderado por David Cameron], así que mi respuesta inicial fue «¡ni de coña me acerco a ese lugar!» [ríe]. Pero más tarde pensé que no iba a conseguir nada no yendo y que quizá debería ir para aprovechar la ocasión y conseguir que se escucharan algunos de los problemas sociales.

Así que fui, llevando un pin en la solapa que leía «I heart the NHS» [«Amo al servicio de salud pública»] y cuando llegó mi turno tuve una charlita con David [Cameron, que iba condecorando uno a uno a los profesionales que estuvieron en Sierra Leona] [ríe].

P: ¿Cómo reaccionó? Porque sé que le entregaste el pin del NHS, ¿no?

R: Sí, sí. Le dije que él también podía tener su propia medalla, su propia condecoración y le dije «toma, te puedes quedar con mi pin del NHS porque yo trabajo para el NHS y fue el personal del NHS que partió a Sierra Leona a ayudar, y ahora que se están haciendo recortes al NHS es muy importante que nos acordemos de lo increíble que es el NHS». Cameron se sintió un poco abrumado y se mostraba reticente a aceptar mi pin pero insistí, y me respondió que «obviamente también yo quiero al NHS, ya que mi hijo fue tratado por el NHS [un hijo de David Cameron, Ivan, nació padeciendo una rara forma de epilepsia y siempre fue tratado en el NHS, y murió a los seis años de edad en 2009. Cameron siempre ha mostrado agradecimiento a todo el personal del NHS que trató a su hijo]. Pero sí, cogió mi pin, no estoy segura de si lo confiscó o se lo quedó como un regalo [ríe], pero al menos tendrá algo que se lo recuerde.

P: ¿Cómo ves tu vida de ahora en adelante, tu lucha como feminista y tu futuro?

R: Me gusta bastante mi trabajo, que creo que se alinea bastante bien con mis ideas feministas. Trabajo con chicas jóvenes en temas como consentimiento, derechos sanitarios reproductivos, empoderándolas para aumentar la confianza en ellas mismas y su autoestima. Me gusta mucho este aspecto.

En cuanto a los temas feminista, soy parte de la red feminista de Manchester, donde trabajamos para concienciar a la comunidad sobre temas que afectan a la mujer, compartimos información, presionamos a grupos políticos en determinadas situaciones… últimamente nos hemos centrado en la explotación sexual infantil. Jeremy Corbyn recientemente hizo una declaración defendiendo la legalización de la prostitución, lo que no está alineado con mi visión personal del tema, pero era un ejemplo en el que la red feminista ha conseguido hacer lobby a los políticos para proponer una visión alternativa. También estoy trabajando con la Women´s People´s Assembly.Realmente no sé a dónde me llevará el futuro, pero me siento bien participando localmente en los temas que creo que merecen la pena.

P: Supongo que en secreto esperaba a que confesaras que te ibas a presentar a las primarias y convertir en la candidata del Partido Laborista a las siguientes elecciones.

R: [Ríe] Lo cierto es que me gusta mucho lo que hago ahora mismo, trabajando cara a cara con la gente a nivel local, y no estoy muy segura de que la idea de convertirme en política me llenara tanto como lo que hago ahora, al menos para mí. Así que supongo que esto es como mi trabajo en Nepal, prefiero trabajar a ese nivel en realidad, donde colaboras con organizaciones de base, es lo que va conmigo y lo que sé que se me da bien. Quién sabe qué pasará en el futuro, pero estaría muy contenta apoyando a una fuerte candidata que tenga ese deseo de liderar, cambiar y mejorar las cosas, ¡pero no estoy muy segura de que esa sea yo!

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