A menudo escuchamos que la solución mágica para acabar con el androcentrismo y la violencia de género reside en la Educación. En la última década se han redactado leyes en pro de la igualdad, como la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres, en la que se pone de manifiesto que “el sistema educativo incluirá, dentro de sus principios de calidad, la eliminación de los obstáculos que dificultan la igualdad efectiva entre mujeres y hombres y el fomento de la igualdad plena entre unas y otros”. Pero leyes como esta y avances como los que las mujeres han presenciado dentro de la Educación los debemos, sin lugar a duda, a las grandes maestras de la Coeducación: esas maestras que han sido y serán las precursoras de la lucha por la igualdad en las aulas de Infantil, Primaria y Secundaria.
María de Maeztu pudiera ser un buen punto de partida. Reconocer la labor de una pedagoga de su talla, de quien impulsara y presidiera el Lyceum Club Femenino, fundado en 1926 para aportar a la sociedad madrileña un lugar en el que las mujeres accedían por primera vez a una plataforma cultural que las tenía en cuenta. María de Maeztu hizo posible que la mujer española se liberase a través de la Educación y abriera ante sí nuevos horizontes. Su brillante formación, su mirada particular entorno a la enseñanza, sus ideas pedagógicas tan innovadoras y su gran capacidad de oratoria le abrieron las puertas necesarias y le permitieron dirigir instituciones como la Residencia de Señoritas o la sección primaria del Instituto Escuela.
“Soy feminista. Me avergonzaría no serlo, porque creo que toda mujer que piensa debe sentir el deseo de colaborar como persona en la obra total de la cultura humana”: la mirada feminista de Maeztu impregnó toda su trayectoria como educadora. Suya es la obra El problema de la Ética: la enseñanza de la moral. Mª de Maeztu apostaba por una enseñanza laica y defendía la total integración de las mujeres en el sistema educativo.
Tras esta gran maestra ha habido y hay otras grandes maestras que han llevado la Coeducación a los centros educativos y que merecen el mismo reconocimiento. Cuando pensamos en referentes de la igualdad en las aulas, una de las primeras coeducadoras feministas que acude inevitablemente a nuestra memoria es la experta en igualdad y profesora de Filosofía y Ética, María José Urruzola Zabalba (1941 – 2006), quien fuera Técnica en Educación y en Coeducación por el Gobierno vasco. Suya es la autoría de la tan conocida y reconocida Guía para chicas, publicada en 1992 y reeditada posteriormente, no sin duras críticas por parte del sector más de derechas de nuestro país. Esta segunda edición dividió la guía en cuatro cuadernos: Guía para andar por casa, sobre la corresponsabilidad de las tareas domésticas y la educación en el seno familiar; Cómo prevenir las agresiones y defenderse de ellas, que les orienta sobre qué hacer en caso de agresión; Cómo construir tu propio modelo de belleza”, que les fomenta el propio concepto de belleza, alejado de los estereotipos hegemónicos e impuestos por la publicidad, en un intento de abordar y evitar la anorexia y la bulimia; y Cómo vivir las relaciones afectivas y sexuales”, que trata de las relaciones personales, tanto afectivas como sexuales.
María José nos invitaba como docentes a reflexionar sobre qué modelo de personas y de sociedad queremos construir y, en función de esta reflexión, poder diseñar nuestra metodología en las aulas con el alumnado.
¿Queremos seguir creando héroes y princesas y alimentando los cimientos de la violencia de género o bien apostamos por educar a personas libres y autónomas, independientemente del sexo, capaces de establecer relaciones igualitarias?
Ellas nos han facilitado la vida a quienes en nuestros inicios luchábamos por sacar Balones fuera [y] Reconstruir los espacios desde fuera de la educación«. Así se llama el libro que en 2007 publicaran conjuntamente Amparo Tomé y Marina Subirats, Profesora de secundaria y de Sociología de la Educación en la Universidad Autónoma de Barcelona y Catedrática Emérita del Departamento de Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona, respectivamente. Aunque sus carreras por separado son incuestionables, estas dos maestras de la Coeducación han entrado de la mano en nuestras aulas en contadas ocasiones para ayudarnos a combatir el sexismo y darnos herramientas en un intento por deconstruir los roles estereotipados entre niñas y niños.
Si bien nuestras maestras predecesoras, de quienes apenas hemos dado unos cuantos nombres, nos han abierto y facilitado el camino, somos muchas docentes quienes seguimos en la brecha y apostamos por una educación basada en la igualdad efectiva. Coeducadoras actuales a pie de aula como Marian Moreno Llaneza, a quien debemos, entre otras, la publicación Queremos coeducar, o Carmen Ruiz Repullo, autora de Voces tras los datos, entre otras, dedican sus carreras profesionales a desentrañar la manera de educar en valores positivos e igualitarios para que nuestro alumnado sea feliz. Somos muchas quienes creemos en un futuro más bien cercano en donde los centros sean, de manera efectiva y no solo legal, centros inclusivos e igualitarios, en donde la diversidad afectivo-sexual y la igualdad entre hombres y mujeres no se limite a unas horas al mes ni a la buena voluntad de quien creemos en ello, sino que sea transversal en todo el esqueleto académico: el corazón mismo de la educación, formal y no formal.