Hoy viernes 1 de julio llega a los cines «Un amor de verano» (La belle saison), la última película de Catherine Corsini (Partir), protagonizada por Cécile de France e Izïa Higelin.
Una apasionada historia de amor entre dos mujeres en un contexto histórico de gran relevancia para el feminismo, en 1971. Delphine, hija de campesinos, se va a París para huir del yugo familiar y conseguir emanciparse económicamente. Carole es parisina, vive con Manuel y defiende activamente los principios del feminismo. Delphine y Carole se conocen. Su historia de amor cambiará sus vidas.
Aquí algunas de las preguntas que ha respondido Catherine Corsini, directora y guionista:
¿Por qué le apeteció situar UN AMOR DE VERANO en los años setenta?
La vitalidad, la insolencia del movimiento feminista me sedujo. Hoy en día no hay nada que se le pueda comparar. Entendí que el feminismo colocaba lo humano en el centro, y este fue el inicio del guión de la película.
Participaron en el primer acto feminista: depositar un ramo de flores en la tumba del soldado desconocido diciendo: “¿Quién es más desconocido que el soldado desconocido? ¡Su mujer!”
¿Cómo se documentó?
En un principio gracias a la maravillosa figura de Carole Roussopoulos, la primera que filmó la lucha las mujeres, la primera marcha homosexual al margen de la manifestación del 1 de mayo de 1970. Junto a Delphine Seyrig realizó maravillosas películas militantes. Llamé Carole y Delphine a las protagonistas por ellas.
A continuación entrevisté a varias feministas, entre las que se encontraba Catherine Deudon, que fotografió las actividades del movimiento desde el principio, así como Anne Zelenski y Cathy Bernheim. Todas participaron en el primer acto feminista: depositar un ramo de flores en la tumba del soldado desconocido diciendo: “¿Quién es más desconocido que el soldado desconocido? ¡Su mujer!”
Leí todo lo que encontré, publicaciones como “Le torchon brûle” (La bayeta arde). Entregué a las actrices todo el material escrito y rodado que había recopilado. Las dos se sumergieron en las palabras, el discurso, la importancia de luchas como el derecho al aborto, el derecho a disponer del propio cuerpo. Me pareció esencial transmitir esta energía. Fue lo que me animó durante el rodaje.
¿Y el trabajo de reconstrucción? La película está insertada en una época, pero nunca parece de cartón piedra.
Jeanne Lapoirie, la directora de fotografía, Anna Falguères, la directora artística y yo estuvimos muy atentas. Decidimos escoger lo más básico y mezclar cosas algo modernas para los años setenta con otras más antiguas. Por ejemplo, nos cuidamos mucho de que el coche que cruza una calle sea demasiado visible, demasiado “de época”. Lo mismo pasa con la gorra de un campesino o la forma en que visten las feministas. Era necesario situarse en los setenta, pero también esforzarse en encontrar cierta neutralidad, huir de las eternas patas de elefante, de las túnicas floreadas. Por suerte, hay mucho movimiento, muchas carreras en las escenas de calle, y el público se fija menos en los elementos de entonces. En el cine tenemos la tendencia a decorarlo todo, pero en la época en que transcurre la historia, los años setenta, mucha gente vestía como en los cincuenta.
Mi verdadera obsesión fue alejarme de una reproducción rígida de las actividades feministas. Me concedí ciertas libertades, aunque la acción no sea del todo fiel a lo que pasó entonces. Otras las revisé, como la escena en que tiran trozos de carne al profesor Chambard. Decidí no rodar escenas demasiado obvias, como la del Arco del Triunfo. Para mí, lo más importante era transmitir la vitalidad de la época. De ahí las ganas de mezclar una de las acciones del FHAR (Frente Homosexual de Acción Revolucionaria), que consiguió sacar a un joven de un hospital psiquiátrico italiano, a las acciones feministas.
Las mujeres deben movilizarse porque siguen siendo las primeras víctimas de los gobiernos autoritarios. Se las sigue oprimiendo.
¿Hablar del Movimiento de Liberación Femenina sigue siendo actual hoy en día?
Hoy más que nunca, basta con ver la suerte de las mujeres en el mundo. Las mujeres deben movilizarse porque siguen siendo las primeras víctimas de los gobiernos autoritarios. Se las sigue oprimiendo. No hace mucho volvió a cuestionarse el derecho a abortar en España. Creo que las revoluciones, los cambios del mañana es cosa de las mujeres.
En la época de la película, las mujeres reivindicaban un salario igual al del hombre y que “la mujer no fuera un objeto publicitario”, pero hoy todo sigue igual. Ha habido avances, pero las mentalidades no han evolucionando lo suficiente. Ahora pasamos por una época de terrible regresión y me parece de una importancia capital ser consciente de eso y actuar en consecuencia. Cada vez que estoy en una reunión, me esfuerzo en que se escuche a las mujeres. Sigo sin entender por qué las mujeres dan tanto miedo, por qué se les impide pensar, por qué no tienen los mismos derechos. ¿Por qué?