El debate en Valencia, ‘Vientres de alquiler. ¿Todo el feminismo dice que no?‘, me ha provocado una serie de impresiones en torno al colectivo “Son nuestros hijos” que no puedo por menos que trasladaros.
“Son Nuestros Hijos” es un colectivo que día a día que pasa se parecen cada vez más al colectivo “Pro-Vida”. De hecho van camino ambos de hacerse homólogos. No sólo porque acudieron al acto con criaturas que comienzan a entrar en el uso de la razón (6-7 años), exponiéndolas a un debate intenso y en algunos tramos bronco, sino también por sus actitudes y discursos similares en todo a los “Pro- Vida”. Ambos colectivos sostienen discursos sobre la maternidad/paternidad lesivos para el reconocimiento de los derechos de las mujeres: los Pro-Vida entienden la maternidad/paternidad como un “don” de Dios, por lo que se muestran favorables a una maternidad impuesta y forzada para las mujeres y contrarios a que existan legislaciones favorables al aborto. A su vez, el colectivo “Son nuestros hijos” entienden la maternidad/paternidad como “intención” por lo que se muestran favorables a una maternidad/paternidad sujeta a contrato y condiciones y contrarios a que se reconozca el derecho de filiación y custodia que asiste a toda mujer embarazada.
Amparándose en conceptos tan inescrutables como “don”(Pro-Vida) o “intención” (Son nuestros hijos) el resultado para las mujeres es el mismo: tanto en el bíblico “hágase según tu voluntad”, como en el neoliberal y moderno “hágase según tu contrato”, son terceras personas las que deciden o se apropian del “fruto” del vientre de las mujeres.