Creer o no creer, that’s the question
Pilar Aguilar
Impresiona ver las similitudes que presenta el argumentario de los defensores de los vientres de alquiler y el de los defensores de la prostitución.
En ambos bandos (que con frecuencia son el mismo) encontramos los que dicen llanamente, sin más mandangas ni zarandajas: “Tengo derecho a comprar placer y/o a satisfacer mis deseos”.
Pero esa postura es ya una desfasada antigualla. Ahora lo astuto y guay es adornarla con “poéticas”. Primera poética: darnos pena. Cuentan la tremenda situación de discapacitados, ancianos, etc. necesitados del sexo que solo una generosa prostituta les puede dar. Y hablan de parejas enternecedoras que ansían reproducirse y precisan alquilar un útero.
Segunda poética: poner el punto de mira, no en quien compra, sino en quien vende. Así, convierten el tema de la prostitución en un tema de “derecho de las mujeres a prostituirse”. Nos predican, por increíble que parezca, que debemos reivindicar ese “derecho” que es justamente el único que el patriarcado siempre nos ha “otorgado” incluso en épocas y lugares donde las mujeres no tenían ni un solo derecho más…
Explican que no se trata de compraventa, no, sino de generosidad, que lo del dinero es simbólico.
Los defensores de los úteros de alquiler nos interpelan en tono melodramático: “Y a las mujeres que generosamente quieren gestar para otros ¿se lo vamos a prohibir?”.
Porque, ojo, así como los defensores de la prostitución (ellos y nadie más) conocen a montañas de mujeres que quieren “ejercerla” no porque se vean abocadas o empujadas a ello de mil maneras, cuando no directamente traficadas, sino de modo casi vocacional… así, los defensores del alquiler de úteros conocen a ingentes cantidades de mujeres que lo harían por pura generosidad. Como lo oís: tratamiento hormonal de caballo, gestación de nueve meses -con las incomodidades y la implicación emocional que conlleva- parto –incluidos sus riesgos-… todo por puro altruismo.
Insisten e insisten. Dicen que quienes somos perdidamente egoístas no podemos imponer nuestra mezquindad moral a todas las demás mujeres…
Si hubiera mujeres habitadas por tamaño altruismo y esplendidez respecto a su propio cuerpo todas conoceríamos a una o a varias ¿no?
Explican que no se trata de compraventa, no, sino de generosidad, que lo del dinero es simbólico. Un señor me asegura (sí, sí) que él conoce a una controladora aérea que lo ha hecho por poco más de 20. 000€.
Miro por internet lo que ganan l@s controlador@s y encuentro la información (ampliamente difundida con motivo de su huelga de 2010): 170 000€ de sueldo base que, con pitos y flautas, podía alcanzar los 900.000€. Eso decía toda la prensa. Aunque desde 2010 no les hayan subido el sueldo… Y sí, cuando se ganan 900.000€, veinte mil más o menos son una tontería… Tanto, que no entiendo la mezquindad de cobrar nada: “Escucha, controladora aérea: ya que te pones a ser generosa, pues a fondo. Déjate de ruindades, mujer”.
Tema: yo no me lo creo… Si hubiera mujeres habitadas por tamaño altruismo y esplendidez respecto a su propio cuerpo todas conoceríamos a una o a varias ¿no?…
Respecto a las prédicas lacrimosas sobre la necesidad que sienten algunos de prolongar sus propios genes, ni entro. Hay mucha gente, muchísima, que me da infinitamente más pena (verbi gratia: niñs en orfanatos, mujeres prostituidas, refugiads, personas sin techo…).
Una ley garantista y altruista
Macarena Aguilar
Hagamos, sin embargo, un gran ejercicio de imaginación. Imaginemos que hay un número considerable de mujeres dispuestas a gestar los hijos de otros. Imaginemos también que, como dicen querer las plataformas y partidos políticos pro-regulación de los vientres de alquiler, se aprueba una ley garantista y altruista. Dicha ley debería salvaguardar los derechos de la parte más vulnerable. Y la parte más vulnerable de todo el proceso es la madre gestante.
Esta ley para ser del todo altruista, sin sombra de duda, debería de incluir, como mínimo, los siguientes puntos:
1) Habría un registro de mujeres que, sin recibir ni un solo euro, decidieran gestar a los hijos de otras personas por pura generosidad. Las familias que recurrieran a esta práctica no podrían conocer a estas mujeres ni tendrían contacto con ellas. De esta manera evitaríamos el mercadeo y garantizaríamos el altruismo. Todo se realizaría a través del sistema público de salud que iría dando un seguimiento del proceso a la familia intencional.
2) Las parejas se inscribirían en una lista de espera, como en la que se inscribe una mujer soltera, una pareja heterosexual con problemas de fertilidad o una pareja de lesbianas que quieren tener un hijo. Una vez inscritas tocaría esperar pues no creo que salieran bandadas de mujeres deseosas de gestar niños para otras personas porque eso de que en Estados Unidos, Ucrania, Tailandia, India o México lo hacen por altruismo es mentira. Lo hacen por necesidad. Así que presumiblemente el tiempo de espera sería largo. Lo que no excluiría a dichas familias de iniciar otros procesos -como puede ser la adopción- para tener hijos.
3) Se nos acusa a las feministas contrarias a la regulación de los vientres de alquiler de que no queremos que las mujeres puedan decidir sobre su propio cuerpo. Y sí, queremos y nos importa mucho, de hecho nuestra resistencia se debe, precisamente, a lo mucho que nos importa. Así, la ley debería garantizar que la madre gestante fuese dueña de su cuerpo durante todo el proceso y, en consecuencia, que en todo momento pudiera decidir sobre él. Quiere decir que si por el motivo que sea, quisiera abortar habría que respetarla.
4) Cuando el bebé naciera, la patria potestad sería de la madre gestante iniciándose un proceso de adopción -rápido pues todos los trámites se habrían hecho previamente- pero supervisado en todo momento por el Estado. De esta manera garantizaríamos no sólo que los bebés no fueran productos, sino también los derechos del menor que no se vería desamparado en ningún caso.
5) Una vez que esto fuese legal en España, dejarían de tener validez los procesos de adopción mediante gestación subrogada realizados en el extranjero, de esta forma, la pareja que acudiera fuera de nuestro país a alquilar el cuerpo de una mujer y pagar por un bebé estaría cometiendo un delito de tráfico de seres humanos. Podría ser imputada por ello. Si esto sucediera el Estado se haría cargo de la tutela del menor traficado y éste sería adoptado con carácter de urgencia por otra familia.
Poniendo las cartas boca arriba
Pilar y Macarena Aguilar
Estos puntos fundamentan una ley basada en el altruismo, donde sólo quienes realmente deseen ser gestantes lo serían, ya que no habría retribución económica de por medio que atrajera a mujeres empobrecidas.
¿Esta es la ley que quieren los defensores de los úteros de alquiler? Pensamos que no. Su modelo es más un modelo capitalista donde agencias intermediarias se lucran gracias a la necesidad económica de las mujeres y los deseos de paternidad de familias bien posicionadas. Al final se trata de dinero y capitalismo. En los vientres de alquiler hay negocio. Una ley 100% altruista echa por tierra los intereses comerciales de esta práctica cuyo fundamento es: si puedes pagarlo, puedes tenerlo.
Su modelo es más un modelo capitalista donde agencias intermediarias se lucran gracias a la necesidad económica de las mujeres y los deseos de paternidad de familias bien posicionadas.
Pero, diréis, hay casos –contados, contadísimos- en los que una mujer quiere gestar y parir para otra u otro (herman@, mejor amig@, por ejemplo) pero no para nadie más. Pues que lo haga, sin necesidad de leyes ¿que en teoría el bebé es de la gestante y lleva sus apellidos? Bueno, son cosas que pasan. Minucias.
Lo que no se puede admitir es que se legisle para amparar y dar carta blanca a todos los cuervos traficantes de cuerpos.