Contrarreforma conservadora contra la salud reproductiva de las mujeres

Estefanía Martín Palop
Estefanía Martín Palop
Feminista y socialista malagueña. Antes como trabajadora social, ahora como política comprometida con la igualdad, la justicia social y la libertad.
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En la ciudad de Málaga, de cuyo ayuntamiento soy concejala socialista, grupos contrarios a los derechos reproductivos de la mujer acosan a las mujeres a las puertas de clínicas ginecológicas. No es una acción nueva, basta con repasar las hemerotecas de los años 80. Ni es invención española. Estos acosos son habituales en los Estados Unidos, siempre convocados por organizaciones ultraconservadoras.
La condena de estos hechos y la apelación de los poderes públicos para que se respeten los derechos de quienes acuden a estos centros médicos van de la mano.

Estos episodios forman parte de la estrategia conservadora que arma su contrarreforma ideológica en todos los ámbitos, en el económico, en el social y en el político, bien trabajada desde el lenguaje

Pero dos advertencias me llevan a escribir. La primera: estos episodios forman parte de la estrategia conservadora que arma su contrarreforma ideológica en todos los ámbitos, en el económico, en el social y en el político, bien trabajada desde el lenguaje. No debe, por tanto, extrañarnos el ímpetu descalificador de los sectores conservadores contra el lenguaje de género.
La segunda: resultado de la anterior, los derechos de la mujer se debilitan y sus contrarios se rearman y se sienten más legitimados para salir a la calle y plantarse frente a una clínica. Así, los debates parlamentarios y su resultado en materia de salud reproductiva tienen ahora su impacto directo en el modelo de convivencia.

El movimiento feminista paró al ministro Gallardón, quien representaba los intereses de la España retrógrada

En España, el Tren de la Libertad puso freno a una de las decisiones políticas más retrógradas e injustas contra la mujer en la historia reciente. Porque negar un derecho es una derrota, pero perder un derecho es una doble derrota, de ahí que cualquier vindicación de derechos de la mujer es poca. El movimiento feminista paró al ministro Gallardón, quien representaba los intereses de la España retrógrada, que nos quiso convertir en el primer país de la Unión Europea que retrocediera en el derecho a decidir de las mujeres sobre su maternidad, y colocarnos al lado de las legislaciones de los países más ultraconservadores, como Polonia e Irlanda.
Pero una puerta se abrió. Unas fisuras aparecieron en el dique de contención de un consenso social sustentando en una mayoría. La ofensiva conservadora sigue. Y que se siente con energías es evidente en los sucesos descritos al comienzo de este artículo. Con su agenda política pretenden polarizar a la sociedad y recrudecer un sentimiento reaccionario, el má extremista de una sociedad que había avanzado hacia una igualdad más real. Recordemos los avances legislativos desde 2004 hata 2011.
No es casualidad que en los últimos años hayan surgido manifestaciones, protestas y nacieran asociaciones, de raiz ultracatólica, como arietes de esa contrarreforma que persigue dinamitar las bases consensuadas por la igualdad. Se explican así las ayudas que reciben de los gobiernos. No es casualidad. Al igual que no es casualidad que en estos días una asociación logre una amplísima repercusión con un mensaje que, además de falso desde el punto de vista médico, incita a esa división que alimenta el populismo de derechas.
Málaga, Madrid, Granada, las ciudades son diferentes pero la escena es la misma. A un lado, quienes con rosario y folletos en mano tras las pancartas condenan la libertad de las mujeres, y al otro, mujeres libres que se sienten coaccionadas y acosadas, que deciden sobre su cuerpo.

Mientras las mujeres son acosadas por abortar, hablamos de los hombres que quieren ser padres mediante los vientres de alquiler.

La hegemonía conservadora en el pensamiento económico está contaminando el pensamiento social, y en este punto, intentando revertir conquistas normativas logradas por años de lucha feminista, pero sobre todo, manipulando el debate público. ¿A qué responde si no que estemos hablando de maternidad subrogada cuando se valen de ella principalmente hombres, que ese debate entre en los medios de mano del PP, divida al ala progresista de la sociedad y se imponga al verdadero debate sobre nuestros derechos reproductivos, como el aborto? Mientras las mujeres son acosadas por abortar, hablamos de los hombres que quieren ser padres mediante los vientres de alquiler.
La reacción feminista debe ser inmediata. El machismo se ha rearmado y va de la mano de los conservadores. En el gobierno, legislan contra los derechos de la mujer. En la calle, increpan a las mujeres que abortan. En los medios, conquistan el espacio de reflexión feminista con falsos argumentos adulterando el debate con postulados supuestamente a favor de la igualdad.
Feminismo, siempre feminismo.
 

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