“Las mujeres son el único grupo oprimido al que se le exige que ame a su opresor, sexualmente y de cualquier otra forma”. En esta frase de la feminista radical Julie Bindel pienso, mientras leo por Facebook a feministas comentando una y otra vez que no odiamos a los hombres. Que estos comentarios sean como respuesta al tío de turno que nos hace un “mansplaining” en toda regla, no es casualidad. Y es que, como somos el sexo débil y nos asignan el papel de cuidadoras, es nuestro deber el calmar las ansiedades de los hombres, no vaya a ser que se ofendan y piensen que eso del patriarcado tiene algo que ver con ellos, faltaría mas.
El caso es que, aparte de los hombres, hay un sector del feminismo liberal que hace el pino puente para integrarlos a ellos en el feminismo. En esos círculos hay un orgasmo colectivo cuando cualquier actorcillo de cuarta fila dice ser feminista. Se desviven, vaya, en declarar que su churri es feminista por “ayudar” en las tareas de la casa. Basta que haya algún santo varón en las redes sociales que comente que no todos los hombres violan, para que varias voces de mujeres se esmeren en tranquilizarlo no vaya a ser que sufra su ego masculino.
Basta que haya algún santo varón en las redes sociales que comente que no todos los hombres violan, para que varias voces de mujeres se esmeren en tranquilizarlo no vaya a ser que sufra su ego masculino.
El feminismo es un movimiento radical precisamente porque critica el patriarcado. Ese argumento no se puede suavizar, sino no es feminismo, porque ni cuestionaría ni debatiría las estructuras que hacen possible la discriminación y opresión de las mujeres.
Y yo me pregunto, ¿cómo vamos a librarnos del patriarcado de una vez si ni siquiera podemos criticar a los hombres y cómo se benefician de éste? Ustedes dirán… Y es que, en efecto, las feministas no podemos hablar de las múltiples opresiones que el sistema patriarcal nos hace sin que algún tipo o incluso alguna otra feminista suelte aquello de “bueno, todos los hombres no, ¿eh?” sugiriendo que tales comentarios son un insulto hacia ellos. Pero vamos a ver, decir que los hombres cometen casi todas las violaciones, que casi todos los puteros son hombres etc, no es un insulto. Es la realidad. Y si esto ofende a los auto denominados hombres feministas, que se molesten. ¿Ahora resulta que ellos son las víctimas? Leamos entonces este artículo, en el cual una feminista radical escribe sobre los insultos y amenazas de violencia (de tipo sexual y de otros tipos) que recibe. Y solo por denunciar la opresión de las mujeres.
Si hay hombres que realmente tienen interés en aprender sobre el feminismo, lo que tienen que hacer es escuchar y luchar en sus ámbitos contra lacras como la violencia machista, la prostitución, las desigualdades económicas etc.
No es el deber de las mujeres el servir de paños de lagrimas de los hombres cuando hablamos del patriarcado, ni es nuestro trabajo el educarles en lo que es el feminismo, y menos cuando ellos se meten en según qué círculos e intentan captar la atención para que vuelva a ellos y sus asuntos. Ese tipo de acciones no tienen nada que ver con el feminismo. Si hay hombres que realmente tienen interés en aprender sobre el feminismo, lo que tienen que hacer es escuchar y luchar en sus ámbitos contra lacras como la violencia machista, la prostitución, las desigualdades económicas etc.
El feminismo lucha para liberarnos a las mujeres de un sistema, el patriarcal, el cual nos oprime a nosotras y beneficia a los hombres. Las minorías/ personas de color tienen muy claro que se quieren quitar de encima el racismo que les oprime por no ser blancos. Pero igual que estas personas saben que el sistema racista les oprime, les mata y les discrimina y no tienen ningún problema en mostrar su rechazo y a veces odio al sistema opresor y a las personas racistas, las mujeres no podemos hacer lo mismo; se nos exige que repitamos, otra vez, cuanto queremos a los hombres a pesar de todo. O sea, que Bindel tiene toda la razón. A veces pienso que hay, entre algunas feministas, bastante más preocupación por calmar la ansiedad de los hombres sobre el feminismo que en luchar contra el sistema patriarcal.
Hay, entre algunas feministas, bastante más preocupación por calmar la ansiedad de los hombres sobre el feminismo que en luchar contra el sistema patriarcal.
Y la verdad es que ya va siendo hora de cambiar esta perspectiva. Entre otros asuntos, porque por mucho que sigamos insistiendo en que no odiamos a los hombres, no sirve de nada. El acusar a una mujer de odiar a los hombres es algo muy antiguo. A muchos hombres les agobia mucho eso de que una mujer cuestione sus privilegios y el acusarla de odia-hombres es una táctica perfecta para ponerla en sus sitio. Y lo cierto es que, a pesar de los cuidados de tantas mujeres y feministas por afirmar una y otra vez que es el patriarcado, que ya sabemos que no todos los hombres son iguales, se nos sigue acusando exactamente de lo mismo. Así que, ¿para qué molestarse en repetirles la misma cantinela? Finalmente, ese argumento de nuestro odio a los varones sirve para dividir a las mujeres entre las buenas y las malas, una forma muy efectiva para desmoralizar y cargarse el feminismo desde adentro.
El feminismo es radical por naturaleza. Dice cosas que mucha gente no quiere oír, es incómodo porque desmonta unos esquemas sobre los cuales se ha construido, desde antiguamente y a nivel mundial, la opresión de las mujeres. Y si los hombres no pueden escuchar estas verdades, es su problema, no el nuestro. El nuestro es el luchar contra el patriarcado, no el masajear el ego de nuestros opresores porque no pueden soportar que les cuestionemos.