Carta de Juana Rivas a el Tribunal de Mujeres contra las violencias machistas

Redacción Tribuna
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El pasado viernes, 3 de noviembre de 2017, unos días después de volver de Italia tras haber pasado 24 horas con sus hijos, Juana Rivas viajó a Madrid para exponer su caso al veredicto del Tribunal de Mujeres contra las Violencias Machistas en el Congreso de los Diputados.
La lectura de su testimonio corrió a cargo de la plataforma 25N de Granada, para no comprometer más la situación jurídica de Juana tras el último auto publicado por el juzgado nº2 de Granada en el que se le prohíbe hablar en público directa o indirectamente de sus hijos.
El alegato final, pidiendo la condena al Estado por Violencia Institucional hacia ella y hacia sus hijos, fue expuesto por la presidenta de la Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres de España, Consuelo Abril.
La siguiente vista en el juicio de custodia en Italia será el jueves 30 de noviembre.

Buenas tardes.

Soy Juana Rivas Gómez, nací en Benalúa de las Villas, un pueblo de la comarca de los montes orientales de Granada; aunque la mayor parte de mi vida la he pasado entre la capital de Granada y el municipio de Maracena. Y un corto espacio de tiempo en Italia.

Acudo hoy ante este Tribunal a contar mi caso, el caso de mi vida y la de mis dos hijos, en la seguridad de que aquí se me va a escuchar con atención, y teniendo muy claro que no es mi caso solo, sino el de una cantidad enorme de mujeres que han recorrido el mismo circuito que yo y que a continuación les voy a exponer.

Mi historia de violencia empieza en Londres en donde conocí al que sería el padre de mis hijos. Él es Italiano, nos fuimos a vivir a Granada donde monté una empresa que por desgracia no fue bien. La primera vez que pisé un Juzgado fue en el 2009, padecía violencia psicológica (de la que en aquel momento no era consciente) y sufrí varias agresiones físicas.

Si, repito varias y es que yo esperaba que aquello fuera una cosa temporal y aguanté y aguanté hasta que no pude esconder las señales de la última paliza en mi cara, los moretones.

Fui al médico y fíjense, él mismo me animó a poner una denuncia por maltrato; él llamó a la Policía que me acompañó al Centro Provincial de la Mujer y la cosa le costó a mi maltratador una sentencia de 3 meses de prisión, prohibición del derecho de tenencia de armas durante un año y tres meses y orden de alejamiento hacia mí por un año y tres meses.

Yo estaba preocupada por la seguridad de mi hijo, volví al mismo Juzgado y presenté una demanda reclamando su custodia, dándome la guarda y custodia y un régimen de visitas y estancias para su padre.

La verdad es que yo me creí que todo iba a ir bien, y por eso no me esperaba que al final de las vacaciones del verano del 2012, no me devolviera a mi hijo, y otra vez me vi en el Juzgado denunciando por “Sustracción Internacional” ante la Policía Nacional Española al padre, y al final tuve que ir yo a Italia a recoger a mi hijo, faltando todos esos día al colegio sin que le importara nada a nadie, para empezar a su padre.

Yo entonces no sabía que existía un Convenio, el de la Haya de 1980….

A los cuatro años volví con él, ya sé que no debí hacerlo, pero como tantas otras mujeres maltratadas me creí su arrepentimiento y volví. La promesa incluía un puesto de trabajo y habitación en la casa rural de Carloforte.

Y sí, era mentira, lo descubrí al poco tiempo, descubrí que había caído en una trampa, pero el problema era entonces más grave y la situación más complicada. Me había quedado embarazada. Me encontré encerrada en una casa a 8 km del pueblo y volvieron las palizas, el maltrato, los insultos….. Hasta llegar al extremo de vigilarme en el salón para evitar que me conectara a internet mientras hacía un curso on-line de desarrollo personal.

Mi hijo mayor empezó a tener comportamientos como él, que ahora me han dicho que es lo normal, imitaba a su padre y caí enferma, se me metieron los nervios en el estómago y entonces le pedí que me dejara venir unas semanas a mi tierra a visitar a mi familia para mejorarme.

El se resistió mucho, hasta la última noche nos escondió los Pasaportes. Aún recuerdo aquellas horas horrorosas, en medio de una paliza en la se metió mi hijo grande entre los dos, su voz gritándome: “que yo no me merecía unas vacaciones en España”.

Y en esas circunstancias salí de aquella isla con mis dos hijos y con la convicción interna de que no volvería nunca con ese hombre que nos había hecho tanto daño.

En el tiempo que viví allí pedí ayuda a vecinos incluso a los Servicios Sociales del pueblo. No me apoyaron. Mi situación era de aislamiento total, tanto geográfico como personal. Ahora comprenderán, que no tuviera posibilidades de poner una denuncia en aquel país.

Me vine a Maracena donde vive mi familia, con la suerte de dar con el equipo del Centro Municipal de la Mujer de Maracena y empecé a asistir a un grupo de terapia para mujeres maltratadas en el Instituto Andaluz de la Mujer en Granada.

El día 12 de julio de 2016 cuando pude recuperarme un poco y sentirme más segura, me dirigí al Juzgado con la Letrada que había solicitado la Asesora Jurídica del Centro de la Mujer al Cuartel de la Guardia Civil de Maracena y puse una denuncia contra mi maltratador por “malos tratos físicos y psicológicos habituales”.

Y ahí empezó todo.

Créanme si les digo que me cuesta trabajo poner en orden los recuerdos que tengo en mi mente de este último período de mi vida y que solo puedo decir que a partir de ese momento, mi vida se convirtió en un entrar y salir de los Juzgados, hasta que al pasar unos meses me llevé la sorpresa, de que yo era la denunciada, que según la Justicia, había incumplido un montón de Leyes y que de VÍCTIMA había pasado a la categoría de ACUSADA.

Mis abogados y abogadas me decían que tenía a mi favor muchas leyes entre ellas:

  • Estatuto de la Víctima del Delito

  • Convenio de la Haya de 25 de octubre de 1980.

  • Ley Orgánica 1/1996 de 15 de enero de Protección Jurídica del menor.

  • Ley Orgánica 1/2004 de 28 de diciembre de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género.

  • Reforma de la anterior L.O. 8/2015 de 22 de julio de modificación del sistema de protección a la infancia y a la adolescencia.

Pero la verdad es que yo solo sé que me he sentido indefensa, que me he sentido vapuleada por todas las instancias de la Autoridad Judicial a las que he acudido, llámense como se llamen:

  • Juzgado de Instrucción.

  • Juzgado de Violencia sobre la Mujer.

  • Juzgado de Primera Instancia

  • Abogacía del Estado.

  • Dirección General de Cooperación Jurídica Internacional del Ministerio de Justicia.

  • Autoridad Central de Italia.

  • Ministerio Fiscal.

  • Equipo Psicosocial.

  • Unidad de Valoración Integral de Violencia de Género.

  • Audiencia Provincial.

  • Fiscalía General del Estado.

  • Tribunal Supremo.

  • Tribunal Constitucional.

Y que conste, que he acudido a todas ellas.

Y vuelvo al principio de mi intervención, acudo a este Tribunal, a PEDIR JUSTICIA PARA MI Y PARA MIS HIJOS.

Y lo hago, porque he comprobado en mi piel, que a pesar de la existencia de toda esa legislación y de tantos recursos como existen para apoyar a las mujeres víctimas de violencia de género en nuestro país, algo falla, porque el resultado al final del periplo que viene detrás de poner una denuncia por violencia de género, con frecuencia, con demasiada frecuencia suele ser contrario a los derechos de nosotras las mujeres.

Yo misma soy un ejemplo. Después de llamar a todas las puertas posibles, el resultado que puedo contar es que mis hijos están con su padre en Italia y yo me enfrento a un montón de denuncias que van a hipotecar gran parte de mi vida futura y a arruinar la de mis hijos y la de mi familia. Por todo eso,

Pido que se tenga en cuenta lo siguiente:

  • Que el padre de mis hijos tiene a sus espaldas una sentencia firme por delito de lesiones del 2009, y que por tanto es reincidente.

  • Yo no entiendo cómo el Juzgado dijo que no podía hacer nada.

  • Tuve que reiterar mi denuncia el 12 de julio de 2017, cuando él estaba aquí en España, y por tanto la Justicia Española sí tenía competencia para actuar, pero volvieron a decirme que no podían hacer nada…está claro que la violencia sufrida por mí y mis dos hijos no les interesaba, les interesaba más el de seguir para adelante con la exigencia de la entrega de mis hijos a su padre.
  • Que mi denuncia ha permanecido desde entonces guardada en un cajón a la espera de que se traduzca al italiano y a día de hoy aún no ha llegado a Italia. Que se pidan responsabilidades por ello.
  • Yo no entiendo cómo el Juzgado de Violencia sobre la Mujer nº 2 de Granada dice que no le corresponde y ahí se queda, y según me dicen mis abogados, hay un artículo (17 de la Ley 4/2015, de 27 de abril) del Estatuto de la Víctima del Delito que dice que tienen que mandar la denuncia presentada (a las autoridades competentes del Estado en cuyo territorio se hubieran cometido los hechos), es decir a Italia.
  • Si esa denuncia se hubiera tramitado a su tiempo, yo sería reconocida como víctima de violencia de género y mis hijos también, y todo hubiera rodado de otra manera.
  • Yo soy su madre, yo soy quien ha sufrido la violencia de su padre, ellos han sido víctimas a mi vez,

  • ¿¿Y esperan que los entregue obviando todo esto??. ¿¿¿Eso lo hace una madre responsable???. Pues no, no los entregué y lo intenté todo y aguanté hasta el límite de mis fuerzas.

  • Solo pedía que les aplicaran las leyes que dicen que el interés del menor es superior a todo las demás circunstancias.

  • El Juzgado niega que la situación de violencia vivida por la madre afecte directamente a los hijos, justo lo contrario de lo que dice la Ley.

  • Se le da más importancia a la opinión de la Psicóloga del Juzgado de Familia Nº3, que no está especializada en violencia de género que a la Ley del 2015 y no se tiene en cuenta la opinión de mi hijo mayor, que ha pedido insistentemente ser escuchado. Mis hijos han sufrido la violencia de su padre como testigos de la violencia ejercida sobre mí, y en ocasiones también sobre ellos. Esto lo sabe el Juzgado, hay Informes que así lo acreditan.

  • ¿¿¿Cómo les explico yo a mis hijos que existen leyes que les reconocen la defensa de sus intereses como menores, pero que no se cumplen???

La parte positiva de todo esto ha sido sentir el afecto, el cariño y el apoyo que venía de miles de personas, muchas de ellas desconocidas, que me han acompañado a lo largo del durísimo camino que he recorrido y con las que espero seguir contando, hasta que consigamos que mis hijos estén donde ellos quieren.

La primera de las concentraciones la organizaron en el parquecillo que hay enfrente del Centro Municipal de la Mujer de Maracena, recuerdo que había una pancarta y me he enterado al verla en las fotos, que ponía “Tu silencio te hace cómplice” y que pertenecía a la Plataforma 25 de noviembre contra la Violencia de Género de Granada, y a esa siguieron muchas otras: en la Plaza del Ayuntamiento de Maracena, en la puerta de los Juzgados de la Caleta y en muchas ciudades españolas, movidas a través de la Plataforma del 7N, muy importante también la Manifestación del 9 de septiembre.

Mi caso empezó a despertar el interés de las cadenas de Televisión y también empecé a salir en la prensa, y yo pensaba, no debo de estar tan loca ni equivocada cuando tanta gente me apoya.

No voy a mentir, también sé que hay gente que no me apoya. Y buena prueba de ello, la tengo de cuando se presentó la Asociación de padres que están de acuerdo con la custodia compartida impuesta, intentando agredir a un grupo de mujeres feministas en Granada. Tuvo que acudir hasta la Policía Nacional a defenderlas.

Capítulo aparte, se merecen que yo las mencione a la ASESORA JURÍDICA PAQUI GRANADOS y la PSICÓLOGA MAITE SANZ, trabajadoras del Centro Municipal de la Mujer de Maracena del I.A.M. De Granada.

Siento mucho que por defender mi causa hayan visto alterada su vida y la de su familia, y me preocupa que lo que les ha caído encima a ellas tenga consecuencias en el ánimo de tantas y tantas y magníficas profesionales de Andalucía, y que esta situación pueda influir en el apoyo que dan a las mujeres que estén en mi misma situación.

Sólo me queda volver a mis palabras del comienzo, lamentablemente mi caso no es único, hay muchas mujeres en una situación similar a la mía, y muchos niños y niñas que viven lo mismo que están viviendo mis hijos, que son testigos y víctimas de esta situación de violencia.

Por eso, deseo que todo esto no caiga en saco roto, que se apliquen de verdad las leyes nacionales e internacionales que protegen a las mujeres que somos víctimas de violencia y a sus hijas e hijos… para que después de todo lo que han vivido junto al maltratador, el sufrimiento termine y puedan volver a vivir sus vidas con LIBERTAD, PAZ Y TRANQUILIDAD, con normalidad, con los mismos problemas y dificultades que cualquier otra FAMILIA.

MUCHAS GRACIAS

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