‘El hombre que no deberíamos ser’ (Planeta) es el último libro de Octavio Salazar, profesor de Derecho Constitucional en la universidad de Córdoba que se define a sí mismo como un hombre feminista. Su obra es un manifiesto que reclama un nuevo pacto entre hombres y mujeres que permita la igualdad real. Entre los ejemplos de hombre poco aconsejables destaca al presidente de EEUU, Donald Trump, como ejemplo de hombría rancia, reaccionaria y homofóbica. Pero no es el único político afectado. Según Salazar, el modelo de masculinidad machista y patriarcal lo encontramos también en la política española, nuevos partidos incluidos.
Con su libro, pretende colocar a la sociedad frente al espejo para hacer posible una nueva sociedad en la que los hombres dejen de ser los poderosos y la mujeres las subordinadas.
P ¿Qué título define mejor tu libro, ‘El hombre que deberíamos ser’ o ‘El hombre que no deberíamos ser’?
R.-
Estamos jugando con eso. El título es el hombre que no deberíamos ser. El punto de partida es la crítica al modelo machista, el modelo tradicional de masculinidad que es el dominante y provoca tantas injusticias. Sin embargo planteamos también la alternativa: hacer una masculinidad más igualitaria, más feminista en definitiva. Pero el punto de partida es el del hombre que nunca deberíamos ser y que, por tanto, deberíamos rechazar.
P En tu libro, ejemplificas con personajes como Donald Trump el modelo machista de hombres. ¿Qué otros personajes públicos debemos rechazar como fuente de inspiración?
R.-
Los liderazgos a nivel mundial, del poder económico, empresarial, responden a estos patrones del modelo de masculinidad tradicional. No solo Trump, también Putin. La política española también reproduce este modelo y los pulsos políticos se traducen en ver quién la tiene más grande. El gran problema que tenemos desde el punto de vista de la construcción de una masculinidad alternativa es la falta de referentes. En la política, la música, el cine… El cine, por ejemplo, juega un papel esencial a la hora de construir en el imaginario colectivo el papel dominante masculino, con personajes que utilizan a las mujeres, depredadores sexual, sujeto competitivo… Este modelo de hombre se nos se nos cuela no solo en el cine, también en la televisión o la publicidad. Hay algunas miradas alternativas pero lo mayoritario, lo comercial, es ese modelo tradicional.