Feministas Mexicanas contra Vientres de Alquiler forma parte de un movimiento internacional de feministas empeñadas en señalar cuán problemática es esta práctica que en los últimos años ha querido normalizarse e idealizarse. Tienen alianzas con agrupaciones españolas afines a su lucha, como Stop Vientres de Alquiler o la campaña No Somos Vasijas, y hemos seguido de cerca los logros del movimiento feminista español, que con mucho trabajo ha conseguido frenar reiterados intentos de diferentes partidos políticos por legalizar la práctica.
Preocupadas por la poca información disponible , la parcialidad y la falta de análisis que lleva a algunos a concluir que la explotación reproductiva de las mujeres pueda tener algo de feminista, han elaborado 25 razones que ponen en evidencia como esa practica contradice los principios más fundamentales del feminismo y de la ética feminista, y no toma en cuenta la salud y el bienestar de las mujeres.
La «renta de mujeres» empobrecidas para gestar y dar a luz bebés que serán criados como hijos de otras personas, atenta contra los derechos de las mujeres y de la infancia, y representa un terreno fértil para la trata de personas.
Las Feministas Mexicanas contra Vientres de Alquiler urgimos al Congreso y al Senado de la República a prohibir la llamada “maternidad subrogada” por las siguientes veinticinco razones:
1. Es una clara manifestación de control sexual de las mujeres. Se pretende que gesten para terceros y que sirvan para satisfacer los deseos de otros. Esta idea de las mujeres como medios y como objetos al servicio de los demás ayuda a perpetuar la inequidad de género.
2. Mercantilizar el cuerpo de las mujeres es una forma más de violencia contra ellas.
3. Usar los úteros como objeto de comercio refuerza el estereotipo de las mujeres como fábricas de niños.
4. Pretender que la gestación subrogada es una técnica de reproducción asistida olvida el verdadero papel de los cuerpos de las mujeres y el embarazo en la reproducción. El embarazo no es una técnica.
5. Gestar y parir para otros no es un derecho ni un ejercicio de la libertad de elección de las mujeres. No nos engañemos y no nos dejemos engañar: ese mensaje que nos han querido vender es falso. En la práctica, las mujeres que son contratadas como madres gestantes se encuentran en precariedad económica, ante una falta de auténticas oportunidades laborales que les garanticen un salario digno con el cual cubrir sus necesidades básicas. Cuando la alternativa es la pobreza extrema o la carencia constante de recursos, la elección no es libre. Además, quienes buscan que se legalice la renta de vientres no son las mujeres empobrecidas sino las empresas intermediarias, que encuentran en los países del tercer mundo un negocio jugosísimo. Esa legalización no favorecería el bienestar de las mujeres sino la ganancia de unos empresarios.
6. El mercado de vientres de alquiler sólo es posible en un contexto de feminización de la pobreza; es una práctica clasista y racista. En general, se trata de mujeres pobres de países tercermundistas gestando para personas ricas de países primermundistas y de mujeres marginadas, muchas veces analfabetas, que gestan para personas acaudaladas dentro del mismo país. Los precios lo dicen todo: para gestar se busca a mujeres para las que 10 mil euros pueden parecer la solución a todos sus problemas económicos, y quienes buscan el servicio son personas o parejas con la capacidad de pagar hasta 240 mil euros para cumplir su deseo de tener un hijo. Las mujeres gestantes reciben, como norma, un diez por ciento de lo que pagan los clientes de la subrogación; en el mejor de los casos llega a alcanzar el 17% pero, en la India ese porcentaje ha llegado a ser tan bajo como 0.9%. De ese tamaño es la asimetría entre las partes.
7. Tal como se da en la práctica, a las mujeres contratadas como madres gestantes se las explota: mientras ellas se embarazan y arriesgan su salud e incluso la vida, la inmensa mayoría de las ganancias son para las empresas intermediarias que lucran con la necesidad de mujeres pobres, por un lado, y con el deseo legítimo de ser madres y padres, por otro. Lo que tenemos aquí no es una demanda de mujeres: es una demanda de empresas mercantilistas. Tan solo en la India se llegó a calcular que el negocio oscilaba entre los mil y los dos mil trescientos millones de dólares al año. Se entiende así por qué el mercado de bebés recién nacidos está en auge.
8. La práctica se presta a que las mujeres jóvenes de una familia sean explotadas y usadas como fuente de ingresos por los demás miembros o por sus maridos en una especie de proxenetismo reproductivo, como ya ha quedado documentado en estudios hechos en la India. Un ejemplo emblemático más cercano a nosotros son las hermanas Hernández, de Tabasco: cuatro mujeres de entre 22 y 30 años a las que su abuela alienta a embarazarse cuantas veces puedan antes de cumplir los 35.
9. La llamada maternidad subrogada implica que las mujeres que se rentan para gestar hijos ajenos renuncien a un derecho básico: el de filiación. Uno de los mayores temores de las agencias intermediarias es que las mujeres creen un vínculo emocional con el futuro bebé. Por eso, con ayuda de psicólogos y “talleres de desapego”, se empeñan en convencerlas de que ese hijo al que van a parir “no es suyo”, pero ¿cómo le explicas a una madre que ella no es más que la portadora temporal del bebé que se formó en sus entrañas, si ese mensaje contradice todo lo que su cuerpo, su psicología y su sentido común le están comunicando? Uno de los primeros casos en poner de manifiesto los problemas jurídicos y éticos a que da lugar esto fue el conocido como Baby M. En 1986 en Estados Unidos William y Elizabeth Stern se enfrentaron con Mary Beth Whitehead por la custodia de la bebé que nació como resultado de un acuerdo de subrogación tradicional, en el que Whitehead aportó su óvulo y este fue fecundado con semen de William Stern. Después de nacida la niña, la mujer se arrepintió de haberla entregado, rechazó el dinero e inició un proceso legal. Al cabo de un largo juicio, la Suprema Corte de Nueva Jersey declaró inválidos los acuerdos de subrogación, reconoció a Mary Beth Whitehead como la madre legal y se le concedieron derechos de visita, pero la custodia la obtuvieron los Stern.
10. Negar el parto como señal inequívoca de maternidad supone un retroceso a los tiempos en que lo determinante en un nuevo ser humano era la aportación genética del hombre; la mujer era apenas una simple vasija, un lugar de paso. Esta postura, además, no toma en cuenta que para un bebé recién nacido no importa de dónde haya venido el óvulo: madre es la mujer que lo gestó y lo parió.
11. En nuestras leyes, el cuerpo humano y sus partes no son objeto de comercio, pero en la llamada maternidad subrogada se rentan cuerpos de mujeres (no solo los úteros, sino su cuerpo entero y sus funciones) para producir bebés, que a su vez también serán objeto de un intercambio comercial. Por mucho que a este intercambio de dinero se le llame “compensación”, no deja de ser una transacción comercial en la que la mercancía es un bebé.
12. Aunque no hay muchos estudios que indiquen qué pasa con los niños hijos de la subrogación ni cómo asimilan los otros hijos de las mujeres contratadas para gestar que su madre entregue a un hermano suyo a cambio de dinero (y esta omisión ya es significativa), empiezan a salir a la luz algunos testimonios. Ya podemos conocer la opinión de algunos jóvenes que nacieron por este tipo de acuerdos de subrogación y saber cómo se sienten. Es el caso del estadounidense Brian, que a los diecisiete años abrió un blog en el que explica emociones comunes a él y otros niños que al nacer fueron separados de las madres que los parieron: “Como yo lo veo es que fui comprado y vendido. Puedes adornarlo con palabras bonitas, [pero] cuando intercambias algo por dinero se le llama mercancía. Los bebés no son mercancías: son seres humanos. ¿Cómo crees que nos sentimos por saber que se dio dinero a cambio de nosotros? […] No puedes hacer una sustitución de madres y pretender que eso nos guste. Puedes tener todo el amor del mundo y todas las buenas intenciones, pero eso para nosotros no resuelve el problema”.
13. Según los artículos 7 y 8 de la Convención de los Derechos del Niño, las y los menores tienen derecho a conocer su origen e identidad. La práctica de vientres de alquiler complica enormemente el ejercicio de este derecho porque en el proceso pueden estar involucrados hasta seis adultos (quien aporta el óvulo, quien aporta los espermatozoides, la madre gestante, la pareja de la madre gestante, la madre contratante, el padre contratante). La también estadounidense Jessica Kern, que nació por un contrato de subrogación, ilustra el punto de vista del menor: “Los hijos de la subrogación se enfrentan a los mismos traumas que los niños adoptivos: queremos saber de dónde venimos, queremos saber quiénes son nuestras madres biológicas, queremos saber quiénes nos dieron a luz y cómo son […] Cuando sabes que gran parte de la razón por la que viniste al mundo se reduce a un cheque, y que tras el pago fuiste desechable, te entregaron y nunca más pensaron en ti, eso influye en tu concepción de ti mismo”.
14. Los contratos mercantiles asociados a la llamada maternidad subrogada suelen incluir cláusulas abusivas para controlar diversos aspectos de la vida de las mujeres que fungirán como madres gestantes: alimentación, actividad sexual, sueño, etc. Es lo que ocurre en las famosas granjas (o, como las clínicas de fertilidad prefieren decirles, “colonias residenciales”), donde viven largos meses, separadas de sus familias y sometidas al puntual tratamiento, las mujeres que están gestando para otros. Incluso se les limita el derecho a la interrupción legal del embarazo o a veces se les impone. Un caso muy sonado que ocurrió en Tabasco ilustra los abusos a los que se presta contratar a mujeres empobrecidas para embarazarlas con embriones procedentes de otras personas. Como se sabe, después de que la India restringió esta práctica, las agencias internacionales de alquiler de vientres empezaron a establecerse en Tabasco, cuyo código civil permite la subrogación gestacional desde 1998. Estas empresas aprovechan que Cancún es centro de turismo médico y destino vacacional y ponen ahí sus oficinas. Eso hizo la agencia Planet Hospital, con sede en California y pionera en utilizar Cancún como destino de turismo reproductivo. Tras ser acusada de engañar a decenas de clientes, en 2014 se declaró en quiebra y se enfrentó a una investigación del FBI. Al cerrar, la agencia dejó a cinco mujeres embarazadas y a muchas otras ya con tratamientos hormonales iniciados. Las madres gestantes se enfrentaron a maltratos de los directivos de Planet Hospital, a la falta de apoyo de las personas que supuestamente las cuidaban, a la incertidumbre de no saber qué iba a ocurrir con los bebés que pronto nacerían, y a la imposibilidad de contactar con las parejas solicitantes..
15. En la gestación por contrato es común inyectarles hormonas a las mujeres dos o tres veces al día durante tres a cuatro meses y transferirles varios embriones para aumentar la probabilidad de que el embarazo sea exitoso y la empresa pueda cumplir con la entrega del producto. Eso implica una serie de efectos secundarios y riesgos para la salud de la gestante, mayores posibilidades de embarazo múltiple y mayor riesgo de preeclampsia, diabetes gestacional y hemorragia postparto, y a menudo abortos selectivos (o, como ellos lo llaman, “reducción embrionaria”), que se practican sin consideración a las creencias y deseos de la mujer, y que tampoco están exentos de riesgos. En 2015 se dio un caso que pone de manifiesto una de las muchas negligencias médicas a que son expuestas las madres gestantes. Una mujer de Aguascalientes se embarazó para ser madre subrogada después de contactar a la agencia estadounidense Surrogacy Beyond Borders, a cambio de $170,000 pesos. Para la fecundación se utilizó semen de uno de los solicitantes, infectado de VIH, dato que a la mujer nunca se le comunicó. Cuando se enteró y confrontó a la agencia, esta le mintió y no reconoció ninguna responsabilidad.
16. La industria de la gestación subrogada está directamente relacionada con otra práctica especialmente riesgosa para las mujeres, que es la venta de óvulos (tramposamente llamada “donación”). Los procesos asociados a la extracción de los óvulos son riesgosos, pueden tener diversos efectos secundarios en la salud de las mujeres que se someten a él e incluso comprometer su vida y su propia fertilidad. Aunque, por una omisión muy criticable, tampoco para este tema se cuenta con estudios a largo plazo, se sabe de varias jóvenes que han estado al borde de la muerte a consecuencia de haberse sometido al agresivo tratamiento que posibilita la producción y consecuente extracción de hasta cuarenta óvulos a la vez.
17. En este mercado sin escrúpulos, ni las mujeres contratadas para gestar ni las mujeres a las que les compran óvulos reciben información suficiente para poder otorgar un auténtico consentimiento informado. Para que quede clara esta falta de consideración a ellas: según un estudio publicado en 2014 por el Centre for Social Research, 88 por ciento de las mujeres gestando para otros en Delhi y 76 por ciento en Mumbai no conocían los términos del contrato.
18. Así como por razones éticas un Estado de derecho no puede permitir la venta de órganos, también debe prohibir el alquiler de las mujeres y sus úteros. Cuando a una persona se le ofrece dinero a cambio de uno de sus órganos se la está empujando a actuar en contra de sus propios intereses; por eso mismo está prohibido.
19. Muchos contratos mercantiles asociados a la “gestación subrogada” abren la puerta a la eugenesia. Puedes elegir, aunque pagues más, que los donantes de gametos sean rubios, tengan determinado color de piel o un coeficiente intelectual más alto, etcétera. Por ejemplo, una petición en change.org que busca una gestación subrogada completamente libre reclama “que se pueda ofrecer y pedir el nivel de cociente intelectual, así como cualquier otra característica física o psicológica que los donantes tengan a bien ofrecer o que los padres tengan necesidad de saber”.
20. Es, como se ve, una fabricación de niños a la carta. En países en los que se ha legalizado alguna de las modalidades de esta práctica, como ocurre también aquí en nuestro estado de Tabasco, ha llegado a pasar que se abandona a las criaturas cuando su aspecto o características no responden a los deseos de las personas contratantes. La llaman “no satisfacción del servicio” y permite rechazar a bebés que no sean del sexo solicitado, cuyo color de piel no sea el esperado o que presenten alguna enfermedad o discapacidad. Un caso internacional muy sonado fue el de Baby Gammy, en 2013. Una mujer tailandesa de nombre Janbua fue contratada como gestante por una pareja australiana, Wendy Li y David Farnell. Ella dio a luz gemelos, uno de ellos con síndrome de Down. La pareja australiana solo quiso a la niña y dejó al niño, Gammy, al cuidado de Janbua, que lo crio como suyo a pesar de las dificultades, empeoradas por su situación de vulnerabilidad económica y social. El caso fue muy polémico, entre otras razones porque más adelante se supo que David Farnell tenía acusaciones de pederastia. En 2016, la Corte Familiar decidió que Gammy se quedaría en Tailandia con Janbua, y su hermana gemela Pipah viviría en Australia con los Farnell (nótese, sin preocuparse por el riesgo de que la niña sufriera abuso sexual del padre). En respuesta a los numerosos problemas a que dio lugar el caso, Tailandia decidió cerrar la práctica de la maternidad subrogada. Actualmente sólo está disponible de forma altruista, para matrimonios heterosexuales de origen tailandés, y es requisito que las madres gestantes tengan una relación de parentesco con la pareja solicitante. En México tenemos también el famoso caso de Rodolfo, que nació en diciembre de 2015 de Laura, contratada para gestar por la Fundación Ayudando a crear Familias. El niño presentó complicaciones de salud. Laura lo cuidó durante todo el tiempo que el pequeño estuvo enfermo e internado en el hospital; después lo registró con sus apellidos y los de su esposo, ante el abandono de Eduardo, el padre biológico. Este apareció tiempo después, el 10 de julio de 2017, y le pidió al niño a la madre so pretexto de hacerle unas pruebas de ADN. Ella accedió y él desapareció con todo y niño. En opinión de Laura, las autoridades se negaban a actuar. Alerta Amber México atrajo el caso; aparecía la ficha de búsqueda del menor pero fue desactivada. Después de varios meses lejos de su familia, Rodolfo fue localizado en Tijuana y puesto bajo custodia del DIF municipal, hasta que a fines de octubre pudo regresar con su madre. Este caso es emblemático porque pone de manifiesto el abandono al que se exponen los niños producto de los vientres de alquiler y la poca protección a sus derechos.
21. No perdamos de vista que el deseo de maternidad/paternidad, por intenso y legítimo que sea, no es un derecho, mucho menos tomando en cuenta que ese deseo a veces puede entrar en conflicto con derechos de las mujeres y de la infancia.
22. La práctica de vientres de alquiler no es una alternativa a la adopción. Mientras que la adopción busca dar protección a una niña o un niño que ya ha nacido (procurando en todo momento el interés superior del menor), la “gestación subrogada” busca satisfacer los deseos de unos adultos. Mientras que en la adopción solo se puede pedir el consentimiento de la madre pasado un tiempo para asegurarse de que no se arrepienta, en la gestación subrogada ella debe darlo incluso antes de la transferencia de embriones, antes de vivir el embarazo y el parto. Las criaturas nacidas por gestación subrogada reciben un trato discriminatorio desde el momento en que se les niega la tutela institucional. A diferencia de lo que sucede con los procesos de adopción, en los vientres de alquiler no hay un análisis serio y profundo de las motivaciones de los adultos interesados: basta con que puedan pagar a las empresas intermediarias. Si para adoptar un niño en la Ciudad de México se piden cartas de antecedentes no penales y recomendaciones y se somete a los solicitantes a entrevistas exhaustivas, para contratar un embarazo el único requisito es el dinero. Lo ilustra dramáticamente el caso del hombre de Victoria, Australia, que confesó haber abusado sexualmente de dos hijas gemelas que había obtenido por gestación subrogada a cambio de 44,000 dólares con la intención de explotarlas sexualmente. Al allanar su casa, cabe agregar, la policía australiana descubrió más de 26,000 películas e imágenes de pornografía infantil, muchas tomadas por él mismo, y en las que no sólo aparecían las gemelas sino también sus sobrinas.
23. El mercado de vientres de alquiler se presta a la trata de personas. Esto cobra especial importancia en un país como México, en el que el delito de trata de personas es un gravísimo problema. Aprendamos de Nigeria, cuya policía el primero de junio de 2011 rescató de una casa a 32 niñas embarazadas, de entre 15 y 17 años de edad. Algunas declararon que les habían ofrecido aproximadamente 192 dólares a cambio de sus bebés. El precio de las criaturas podía rebajarse dependiendo del sexo. Los compradores las adquirían por cantidades entre los 1,920 y los 6,400 dólares. Está claro que esta industria tiene un fuerte parentesco con el tráfico de menores.
24. La regulación a favor de la “maternidad subrogada” no garantiza la protección de las partes involucradas, especialmente la de las criaturas nacidas y de las mujeres contratadas como “madres gestantes”. Es ingenuo pensar que dicha regulación terminará con todas las malas prácticas y los múltiples abusos a los que se presta el uso de mujeres como fábricas de niños. Por el contrario, sólo seguirá promoviendo el turismo reproductivo y la trata de personas.
25. Así como la esclavitud fue abolida, para las Feministas Mexicanas contra Vientres de Alquiler, la abolición de la renta de mujeres en situaciones económicas desesperadas para que gesten y entreguen a terceros bebés paridos por ellas, será la única manera de garantizar el respeto a los derechos humanos y a la dignidad de mujeres e infantes. La gente no debe ser objeto de comercio, mujeres y niños no deben ni pueden rentarse o venderse en ningún Estado respetuoso de las garantías individuales.
Como se ve, los vientres de alquiler no solo son totalmente contrarios a la ética y al feminismo, sino que en la práctica tienen múltiples complicaciones y riesgos. No vemos ninguna buena razón para legalizarlos, y sí numerosas razones de peso para prohibirlos. Instamos a la sociedad y a nuestros legisladores a no permitir que se legalice y con eso se normalice la idea de las mujeres como meros instrumentos al servicio de los deseos de otros, aun a costa de su vida y de su bienestar.
Esta práctica se permite en los estados de Tabasco y Sinaloa y hay actualmente varias iniciativas que pretenden regularla en un plano federal. Se acaba el periodo legislativo y esto no puede quedar en el cajón de los pendientes. Urgimos a que se prohíba la explotación reproductiva de las mujeres de una vez por todas. Nuestras leyes estipulan que las partes del cuerpo y las personas no están sujetas al comercio; así debe seguir siendo. Por todo esto, y por un principio ético y feminista irrenunciable, nos oponemos firmemente a que se normalice, cristalizándola en leyes, una práctica que atenta contra la dignidad humana de las mujeres.
Pedimos a las cámaras del Congreso de la Unión, a los candidatos presidenciales, a las feministas y a la sociedad en general que por razones humanitarias también se opongan a la llamada maternidad subrogada y se resistan a la descarada y engañosa propaganda en torno a ella.