El miércoles, presentamos en Madrid el libro Debate prostitución. 18 voces abolicionistas.
Con este libro deseamos relanzar el debate en torno a la prostitución y dar argumentos abolicionistas. Este no es asunto menor puesto que, bajo la postura abolicionista o regulacionista, subyace una concepción radicalmente diferente sobre cuáles son los objetivos del feminismo y, más ampliamente, que tipo de sociedad buscamos.
En un país donde exista la pena de muerte, callar ante ella equivale a someterse al estatus quo. Pues igual: no oponerse a la prostitución, ese concentrado de horror, violencia y sumisión patriarcal que a todas nos afecta -y no solo a las mujeres prostituidas- equivale a consentir que siga existiendo.
Dicen que callemos en pro de la unidad del feminismo, pero la unidad solo tiene sentido si se estructura en torno a unos principios, un proyecto. Si el feminismo fuera solo una palabra vacía de contenido, tendríamos que aceptar el “feminismo” neoliberal de C’s o el medieval del PP ¿no?
Pues no. Ni hablar.
Cierto que las feministas nunca hemos estado ni estaremos a 100% de acuerdo en todo. Y no pasa nada. Es más, lo contrario sería preocupante porque significaría la burocratización, la parálisis y la muerte del movimiento feminista.
No, no podemos estar de acuerdo en todo, ni tampoco, por otra parte, podemos estar constantemente debatiéndolo todo. Pero siempre, en cada etapa histórica, ha habido reivindicaciones esenciales que son las que han vertebrado en movimiento. En torno a ellas se han articulado debates ineludibles porque conformaban el eje esencial del avance feminista en esos momentos.
Así pasó, por ejemplo, con la conquista de los derechos civiles para las mujeres. ¿Se nos ha olvidado ya todo el enfrentamiento en torno al voto que tuvo lugar con la constitución de la Segunda República? ¿qué tendría que haber hecho Campoamor? ¿callarse para no dividir? ¿callarse para no hundir la República como le reprocharon? Pues no, claro, porque los derechos humanos prevalecen sobre cualquier otro interés (por digno e importante que ese interés sea) y porque la igualdad de derechos (la de verdad, no la que es mera palabraría) constituye uno de sus valores esenciales.
Y, cierto, el feminismo tiene muchos frentes abiertos y no puede desdeñar ninguno, pero la reivindicación de la autonomía de nuestro cuerpo, su no comercialización, el hecho de que no existimos para otros, es hoy batalla esencial.
En consecuencia, este debate no puede obviarse ni relegarse porque encarna y concentra la esencia de la batalla de hoy, esa que, junto al cese de la violencia machista -y esencialmente unida a ella- proclama que somos sujetos, no objetos, no seres de segunda fila al servicio del bienestar, el placer o el ansia de dominio y poder de otros.
Por eso, esta reivindicación ataca bases fundamentales del patriarcado. Solo el debate conseguirá vencer resistencias tan enconadas y primarias.
En definitiva: sin debate, no avanzaremos y, por el contrario, en el debate, ganaremos porque nosotras tenemos argumentos.
Sabemos, por supuesto, que no merece la pena debatir con personas financiadas directa o indirectamente por las mafias, ni con quienes llevan años enrocadas en la defensa de la prostitución, ni con puteros. Con las demás, sí. Incansablemente.
Pero también sabemos que este debate no es fácil, ni mucho menos. En cuanto se aborda, se cae en un desmelene desordenado, más visceral que otra cosa. Y no, así tampoco se avanza.
Y por eso hemos escrito este libro, para que sea un instrumento útil ¿Y por qué es útil? Pues porque recoge y compila argumentos abolicionistas y los organiza por temas. En efecto, los artículos, además de figurar en un índice clásico, están referenciados en índice temático que facilita su utilización. Si alguien para justificar la prostitución apela al bienestar de las prostitutas o a la libertad de las mujeres para prostituirse, por ejemplo, podemos recurrir a los artículos que exponen argumentos abolicionistas que contrarresten tales bulos.
Aportamos esta herramienta seguras de que servirá. Deseamos que se abran debates por doquier, con o sin la presencia de las autoras, porque sabemos que en este gran movimiento contra la comercialización, el uso y el abuso de nuestros cuerpos, somos miles quienes nos implicamos. El sistema prostitucional se combate desde muchos ángulos, de distintas maneras y con diversas prácticas: investigando (pienso, por ejemplo, en el trabajo que presentó hace dos semanas Esther Torrado en Canarias), haciendo documentales que desvelen la realidad de la prostitución, creando nuevos imaginarios y nuevas figuras de mujer que sean referentes y rompan tópicos patriarcales, montando asociaciones, encuentros, jornadas, peleando en el día a día, abriendo mentes en nuestros lugares de trabajo o de estudio, como seguramente hacen la inmensa mayoría de las mujeres que acudieron al acto.
Porque la determinación militante se palpaba en el ambiente. Y el feminismo solo se abre paso así: cuando lo portan y difunden miles de mujeres sin miedo, generosas y dispuestas. Somos muchas y vamos a más.
Por eso interpelo a las feministas para que no cejen y rechacen el pesimismo. Pensemos en todo lo que el feminismo ha conseguido. Y si necesitan descansar, que descansen, para, luego, volver a la batalla. Otro mundo es posible y ese mundo será feminista, sin duda alguna.
Y, por último, quiero destacar la generosidad de las personas que han participado en el proyecto. Las que han colaborado con sus artículos, por supuesto, pero también quienes, con gran generosidad, nos han regalado su tiempo, su saber, sus energías, su imagen (hemos recibido cientos de fotos). Quiero nombrar expresamente a Guillermo S. Ramírez que hizo el vídeo, a Virginia Yagüe que se ocupó de conseguir un equipo profesional de grabación y a Ana Martínez que lo manejó, así como a Javier Cobo que gestionó el local y a Marisa Castro que nos acogió con generosidad militante.
Y, gracias, sobre todo, a todas las personas que se implican en la pelea abolicionista.
«18 voces abolicionistas». Feminismo, militancia y debate
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