Las políticas demográficas de marca fascista y racista deben ser rechazadas

Irene Starace
Irene Starace
Investigadora en literatura japonesa y, cuando hay suerte, traductora. Secretaria de WILPF (Women International League for Peace and Freedom) Italia. Italiana y ciudadana del mundo.
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Al acercarse las elecciones, se vuelve a hablar del problema de la bajada demográfica y de cómo resolverlo, especialmente desde la derecha, que lo aprovecha para tratar de volver a esclavizar las mujeres.

Por otro lado, es cierto que en los países más industrializados del mundo la sociedad está envejeciendo, y que esto plantea problemas nuevos, pero ¿de verdad se pueden resolver teniendo más hijos?

Yo creo que no. En primer lugar, porque la crisis de las sociedades industriales no es solo demográfica y económica, sino mucho más profunda. Es una crisis política, social, cultural y, en definitiva, humana, por lo tanto habría que abordarla de raíz, en vez de dejar la responsabilidad en los hombros de las generaciones futuras. En segundo lugar, porque es tremendamente necesario reconceptualizar la maternidad desde otro punto de vista. La libertad de elección individual es fundamental, pero no suficiente. La maternidad es de todas maneras un asunto público y político, y  si queremos de verdad librarla del control patriarcal tenemos que repensarla como tal, y a nivel planetario, entre las mujeres de todo el mundo. Las políticas demográficas de marca fascista y racista deben ser rechazadas, no solo por que se basan en ideologías inhumanas, sino también por que son totalmente inadecuadas para resolver los problemas de nuestro tiempo. El mundo nunca ha sido tan interdependiente como ahora, con lo cual ningún problema se puede afrontar, ni mucho menos resolver, solo a escala nacional. El medio ambiente, las guerras, el acceso a los recursos, los movimientos migratorios, etc… son asuntos de alcance planetario. Si miramos el tema de la maternidad en esta escala, se hacen evidentes algunas conclusiones: una es que hace falta una drástica bajada demográfica a nivel mundial, porque los recursos se están agotando, y las medidas de adaptación a los cambios climáticos no son tan radicales como deberían. Las perspectivas de futuro son escasas y tristes para todo el planeta, y muchas somos bien conscientes de esto.

Por otro lado, existe la posibilidad de crear un equilibrio entre la sobrepoblación de algunas zonas del mundo, encaminadas a vaciarse tanto por esto, como porque los cambios climáticos las están haciendo inhabitables, y el envejecimiento de otras, que lleva al vaciamiento de muchísimos pueblos. La respuesta a esto es el modelo de acogida de Riace, que solo puede tener consecuencias positivas, y también es la mejor solución a largo plazo, porque el número de los refugiados climáticos va a aumentar en los próximos decenios, y esto significa que el espacio a disposición de la humanidad será menor y habrá que utilizarlo de manera racional, para darles cabida a todos.

Otra tarea pendiente es el cuidado de l@s niñ@s huérfan@s, que son más de 170 millones en el mundo. Garantizarles cariño y una vida digna es un objetivo fundamental.

En fin, la liberación de la maternidad de los mandatos neofascistas debe pasar necesariamente por una visión global, ambiciosa y solidaria de los problemas de nuestro planeta: un nuevo antifascismo feminista.

 

 

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