En la película Los amantes del puente nuevo se cuenta una historia de amor inusual. Dos sin techo, cada uno con su problemática, se enamoran y su relación se adapta a la situación económica y el lugar donde viven. El puente más antiguo de París será testigo de su relación. Han perdido vínculos importantes para llegar a vivir en la calle. Lo que les diferencia de otras parejas es que viven al margen de ciertas condiciones materiales. ¿Tendrán gustos compatibles? ¿Tendrán un restaurante favorito? ¿Podrán ir al cine a ver una película? ¿Discutirán por ello? Puede que varias de estas preguntas sean absurdas en relación al tipo de vida que llevan. No pueden ir ni a un restaurante ni al cine, pero no por ello disfrutan menos de su relación a pesar de los problemas que tienen al luchar todo el tiempo por cubrir sus necesidades básicas.
Los une la necesidad de apoyo. Viven en la necesidad, no en la libre elección como los más privilegiados. Sus deseos se limitan a cubrir sus necesidades fisiológicas. Veremos más adelante esta diferencia entre deseo y necesidad.
Es la economía, las condiciones materiales de subsistencia las que conformarán los demás aspectos de la realidad. Así dice el materialismo de Carlos Marx. En la sociedad, la tecnología, la religión, la cultura, todo se conforma según la forma en que una sociedad pueda producir los recursos que permita su subsistencia. Si nuestro sistema económico es capitalista y neoliberal no se extrañen que las relaciones personales ya están atravesadas por una lógica mercantillista o por las leyes del Marketing digital. Los objetos se acercan a las personas y las personas a los objetos ¿Se necesitan de la misma forma? Las estrategias de los que siempre ganan están ya en nuestras relaciones amorosas.
¿Y si resulta que las técnicas que aplica el marketing para la venta de productos se parecen peligrosamente a la forma que tenemos hoy de vendernos en internet con nuestro perfil en las redes sociales?
La psicología puede ayudarnos a resolver problemas personales, pero solo desde la sociología se pueden analizar las circunstancias económicas, sociales e históricas que afectan a las relaciones.
El Fin del amor, así se titula uno de los últimos libros de Eva Illouz en el que trata de contarnos como la incertidumbre en el mundo laboral se acerca a la inestabilidad en las relaciones. La verdad es que somos libres para hacer y deshacer relaciones y situaciones. Illouz tratará de explicar cuáles son las causas del desamor, ¿Por qué tantas parejas se separan y no se llegan a construir vínculos? Las relaciones están marcadas hoy por la libertad de dejarlas o de ni siquiera entrar en ellas. La libertad del yo, una idea que se ha hecho omnipotente. Hoy el yo es una ontología, define nuestra identidad, nuestro estado de ánimo. La psicología barata y Mister Wonderful nos lo dicen, primero tú y después los demás, sé tú misma y aprovecha el momento (rasgos psicológicos del capitalismo tardío)
Yo soy esto y por tanto necesito esto. Esta es nuestra máxima de la identidad y por tanto de la felicidad.
Y así seguimos buscando la felicidad y el amor, la nueva utopía del s. XXI
Y es que, ante nuestro móvil, los deseos se han convertido en necesidades, ya no hay límites físicos ni temporales a la realización de nuestros deseos. Los de siempre han vuelto a triunfar. Lo queremos todo y ahora, más que comer, engullimos.
Yo ahora te digo que el ser humano necesita interactuar con otra persona para sobrevivir. Porque no hubieras sobrevivido si nadie te hubiera cuidado. Recuérdalo. Las personas somos sociables y cuidables por naturaleza.
Los vínculos entre las personas se han vuelto inestables, líquidos. No hay vínculos, hay conexiones. La amistad requiere tiempo y sacrificio. Se trata de adaptarse a la otra persona, se trata de pedir perdón cuando hacemos algo mal. Hoy el yo recita sus deseos tras la pantalla busca algo o alguien que cubra sus necesidades. ¿Se convierten acaso las relaciones en relaciones de conveniencia?
¿Pero qué pasa si una persona necesita a los demás para sobrevivir? Te dirán que tienes que tener una vida satisfactoria con tus necesidades cubiertas para que alguien te pueda amar. Que solo se puede amar cuando no necesitas a nadie. Esto no es cierto, entre las personas nos necesitamos, siempre ha sido así, somos interdependientes. La independencia económica es privilegio de algunos que pueden pagar a otras personas para que atiendan sus necesidades básicas. Recordemos que hay seres que viven siempre al borde del precipicio, siempre luchando para cubrir sus necesidades básicas.
Que bien nos venía una renta básica mejor y más justa que la que tenemos. Qué bien nos vendría nuevas formas de organización de vida comunitaria, como son las viviendas comunitarias de Dinamarca.
Si el ser humano quiere ser libre, tiene que alejarse de la necesidad, eso nos dicen ahora.
Entonces, ¿Ya no necesitamos a los demás?
La cuestión, te dicen, es NO PROYECTARSE COMO NECESITADO.
Para Amaia Pérez Orozco, la dicotomía necesidad/deseo es una trampa. Esta dicotomía es propia de una epistemología heteropatriarcal y va ligada a las de producción/reproducción y crecimiento/estancamiento. La producción colma deseos/la reproducción satisface necesidades. Por eso, ella crea la palabra desesidad, la cual reúne las necesidades(tangibles) y los deseos afectivos (intangibles). Entonces, en nuestro sistema, unos viven para cubrir sus necesidades básicas mientras otros las tienen cubiertas y tienen el privilegio de poder desear otras cosas que no son tan imprescindibles. Pero todas y todos necesitamos a la vez que deseamos. Las necesidades básicas como el dar comida o cuidados van acompañadas del afecto ¿Podría hacerse de otra forma? Si separamos el afecto de la necesidad, la inteligencia artificial podría sustituir esos trabajos de cuidados.
Nos necesitamos para hacernos personas, para ser felices para entender lo que somos. La tecnología nos vende el sueño de que tú sola puedes, yo os digo que es mentira, otra mentira más que nos mantiene alejadas.
Si se han perdido las tradiciones y los valores familiares, serán los mercados los que tengan la oportunidad de llenar un creciente vacío social en un proceso en que los teóricos de la liberación confunden con una nueva era de autonomía. El prefijo –auto ya se ha empezado a añadir a muchas palabras (autoayuda, autotest, autoconciencia, etc.) . La tecnología es hoy omnipresente en todos nuestros actos, desde comprar, hacer amigos, enviar dinero, compartir ideas… ¿Cómo conformará esto nuestra realidad?
La libertad de consumo es el paradigma que determina las demás libertades como es el caso de la libertad sexual. ¿Entendemos ahora la libertad como la posibilidad de transmitir sexo en vivo a través de una cámara web?
Esta idea de libertad es defendida por el capitalismo escópico que enuncia Eva Illouz, el cual se define por la extracción de plusvalía a partir del espectáculo y la exhibición sexual de los cuerpos. La gente puede vender marcas gracias a su atractivo físico y si no es suficiente hay miles de ámbitos dedicado a ellos, filtros, cirugía estética, gimnasios, etc. Veremos que está ocurriendo para que a las parejas les cueste construir vínculos. Se está redefiniendo la forma de encontrar parejas, la belleza agradable y normativa que ayude a vender productos y las relaciones, que deben guiarse por los mismos gustos consumibles.
¿Por qué no funcionan las relaciones?
Hoy en día buscamos relaciones que no nos supongan dificultades económicas o emocionales que nos sean cómodas. No se quieren problemas ni malos rollos. Según las estadísticas, de 100 parejas que se crean, se separan unas 50 y de esas 50, solo unas 25 se sienten satisfechas con su relación.
Amigos con derechos, amigovios, follamigos es la nueva nomenclatura teniendo en cuenta este nuevo tipo de relaciones que huyen del compromiso.
En las aplicaciones de citas hay una evaluación visual modelos estandarizados, evitan a personas desprovistas de atractivo. El Tinder se basa en una evaluación binaria: elección o no elección. El benchmarking se basa en la medición de los resultados y en la eficiencia de las operaciones cruciales comparándolo con los mejores resultados de otras organizaciones. Esta comparación también se produce a la hora de elegir las candidatas y candidatos del Tinder, pues se hace una comparación con sus homólogos para evaluar cuál elegir. Así que estamos mejorando y creando nuestro perfil para optimizarlo y para que pueda ser elegido. Esto, además, está relacionado con el sexteo o sexting, práctica para evaluar un cuerpo sexual: El cuerpo se presenta en partes para ser evaluado mejor.
Voy a enunciar otras características del marketing que se aplican a la hora de elegir a la candidata o candidato ideal. Esta información está tomada del libro de Eva Illouz, El fin del amor.
El encuentro como entrevista de evaluación: Nuestros yos se construyen como yos de marca, se presentan bajo su mejor apariencia. El objetivo es saber si hay compatibilidad de gustos, estilos de vida y rasgos psicológicos. Forma evaluativa parecida a la entrevista de trabajo. Evaluación de consumo. Las relaciones se sitúan en escenarios de consumo, son dos personas que se evalúan mutuamente como consumidores. El enamoramiento puede mediarse por una evaluación del consumidor.
Devaluación sexual: Chistes humillantes sobre las mujeres con sobrepeso, denigrar a las mujeres mayores. Crearse un perfil indica tener ciertas características de belleza normativas. Jerarquías de valor basadas en la belleza y la delgadez. Siempre hay opciones, si algo no funciona bien, puedes sustituirlo. Hay que tener en cuenta que la sexualidad está situada en un mercado controlado por hombres. En la pornografía, por ejemplo, se eligen cuerpos de belleza normativa y qué formas de relaciones sexuales gustan más a los hombres. Los hombres controlan la mayor parte de las industrias visuales-sexuales y, por ende, controlan la definición de lo que importa en una mujer. En segundo lugar, los hombres controlan la definición de los criterios que determinan el atractivo femenino.
La belleza como obsolescencia: Cosificar a otra persona es convertirla en el objeto de mi poder y mi control, definiendo su valor o su estima de maneras que dependen de mi mirada y de mi aprobación. Si el poder de una parte, define la estima de la otra, cabe concluir que el objeto sexualizado en realidad se encuentra en una relación de inferioridad.
LA TECNOLOGÍA ha permitido nuevos fines sexuales que amplifican la sexualización, el proceso de fraccionamiento del cuerpo. En general la tecnología aísla, nos da la idea de que podemos hacer solos lo que queremos sin contar con el otro.
Hay una cuestión que debemos resolver: La libertad sexual que se ganó a fuerza de lucha, se ha convertido en una norma apremiante.
El desapego es una expresión estratégica con miras a conciliar sus metas emocionales con las restricciones impuestas por el hombre. Hombres y mujeres suscriben los contratos emocionales de diferentes maneras.
Se crean vínculos con escasos proyectos de futuro, se viven como puro presente y parecen satisfacer los propósitos sexuales de ambas partes. ¿Esto realmente nos realiza como personas?
La cuestión es NO PROYECTARSE COMO NECESITADO, eso nos dice la psicología de autoayuda, serás feliz si te liberas del desapego y del otro. Demasiado desapego me parece a mí que nos llevará a demasiado aislamiento y por si no fuera poco, la tecnología nos ayuda a ello.
“La especulación y la evaluación de riesgos han devenido actividades cruciales para la economía y la misma mentalidad guía a las personas al entablar relaciones personales.” Así nos dice Eva Illouz en su libro El fin del amor.
En la película Los amantes del Point Neuf, estos vagabundos viven al margen, con el dinero justo para cubrir sus necesidades y estas condiciones hacen que no tengan una relación en la que solo pueden compartir ciertas cosas, como son las necesidades básicas. No tienen el suficiente poder adquisitivo para ir al cine o discutir en relación a la obra de teatro que quieren ver ni tampoco tendrán que elegir cuál es su restaurante favorito. Lo cierto es que ellos se alejan más de esa lógica mercantilista que ha impregnado nuestras relaciones.… el apoyo del uno al otro marca el ritmo de su relación y eso me conmueve de alguna forma, pues su situación no elegida les aleja de esa lógica perversa en la que está basada nuestras relaciones actuales.
Bibliografía
Pérez Orozco, Amaia. Subversión feminista de la economía, Madrid, Traficantes de sueños, 2014
Illouz, Eva. El fin del amor, Berlín, Katz Editores, 2018.