En 2014, la misión de la OTAN en territorio afgano expiró, aunque las tropas occidentales se mantuvieron en el país en apoyo al gobierno de Kabul hasta 2021. Su retirada precipitada propició el retorno al poder de los talibanes, que tomaron la capital del país el 15 de agosto de 2021.
Durante el período 2001-2021, la violencia contra las mujeres y las niñas continuó siendo endémica, aunque se tomaron medidas importantes, como la creación del Ministerio de Asuntos de la Mujer, o el impulso de legislación en favor de sus derechos, como la aprobación de la Ley de Eliminación de la Violencia contra las Mujeres o la normativa contra el acoso sexual de las mujeres y las niñas.
A pesar de la desigual situación en diferentes regiones, las niñas pudieron ir a la escuela y las jóvenes accedieron a la universidad; las mujeres pudieron ingresar en el ejército y abrir sus propios negocios y, en algunos ámbitos, como el policial, se crearon consejos de mujeres profesionales. El gobierno de Afganistán llegó a tener cuatro ministras, una gobernadora provincial y, en 20 provincias, una vicegobernadora de asuntos sociales.
Con la llegada del nuevo régimen talibán, todos estos avances quedaron cercenados. En el actual gobierno no sólo no hay representación de ninguna mujer, sino que, además, se ha eliminado el citado Ministerio de Asuntos de la Mujer y se ha creado el Ministerio de Propagación de la Virtud y Prevención del Vicio, lo que augura la voluntad de cercenar todas y cada una de las libertades públicas alcanzadas por las mujeres y las niñas afganas.
En el ámbito del trabajo, las mujeres deben abstenerse de presentarse hasta que se establezcan “sistemas adecuados para garantizar su seguridad”, salvo en el sector sanitario, donde se les ha permitido volver como consecuencia del contexto de pandemia que vivimos. Otras profesionales, como las periodistas, se han visto obligadas a quedarse en sus casas por el miedo a sufrir agresiones.
En materia educativa y formativa, se impone a todas las estudiantes, profesoras y personal de centros educativos y universidades el uso de una túnica abaya islámica negra y un niqab que cubra el pelo, el cuerpo y la mayor parte de la casa, así como guantes. Estas directrices se recogen el decreto expedido por el Ministerio de Educación el pasado 5 de septiembre de 2021, en el que también se prohíbe la coeducación, especificando que las clases deben estar separadas por sexo, y que las alumnas sólo deben ser enseñadas a ser mujeres.
La mayoría de las escuelas del país se han cerrado para las niñas y las familias sienten temor de llevarlas por las posibles represalias de los talibanes. Esta situación se replica también en la educación superior y las universidades. Además, la grave situación económica que se vive ha obligado a muchas familias a poner a trabajar a sus hijos e hijas.
Las represalias contra aquellas mujeres que se salieron del arquetipo de feminidad prefijado por el fanatismo islámico han sido las más furibundas. Especial referencia a las mujeres juezas o policías que han sido fuertemente censuradas y violentadas, especialmente por los hombres a quienes condenaron. Los ataques a sus propiedades y familias también han sido una constante.
Pese a todo ello, a la situación de violencia, terror y pedagogía del miedo a la que los talibanes han sometido al país, las protestas, movilizaciones y manifestaciones de mujeres afganas se han sucedido y se suceden por diversas ciudades del país. Ellas están moviendo el mundo, manteniendo viva llama de la lucha contra la institucionalización del patriarcado más despiadado. Están exigiendo a la Comunidad Internacional que no las olvide, y yo escribo este artículo porque siento que, aunque sea de manera profundamente humilde, necesito poner mi pequeño granito de arena para que no suceda. Para que no las olvidemos, porque nuestro olvido puede ser su sentencia final.
Hoy en día hay una generación de mujeres afganas que no saben lo que es vivir bajo el yugo talibán, pero también otras que han sido parte activa de los avances que las mujeres fueron experimentando en Afganistán en las dos últimas décadas. Todavía quedaban múltiples retos por delante, pero la senda era de mirar al futuro y no al pasado. La Comunidad Internacional debe velar por sus derechos y libertades. Por su vida. La política exterior de las potencias democráticas debe articularse y alinearse en torno a la defensa de las condiciones de vida de la población afgana, especialmente de las mujeres y las niñas porque sus vidas cuentan, sus vidas importan.
Mis consideraciones se ajustan a reales situaciones, a riesgo de padecer reiteradas restricciones a las mismas.
a) {Con la llegada del nuevo régimen talibán, todos estos avances quedaron cercenados. En el actual gobierno no sólo no hay representación de ninguna mujer, sino que, además, se ha eliminado el citado Ministerio de Asuntos de la Mujer y se ha creado el Ministerio de Propagación de la Virtud y Prevención del Vicio, lo que augura la voluntad de cercenar todas y cada una de las libertades públicas alcanzadas por las mujeres y las niñas afganas.}
Pues, todo lo que nos parece grandioso, enigmático y místicamente obvio en la ética de la transexual ecuménica perversa civilización patriarcal, debe tal carácter a su vínculo y origen de la voluntad del padre como poseedor del objeto – mujer. No ignoramos que, a la mujer, se le atribuye una debilidad mental fisiológica, esto es, una inteligencia inferior a la del varón. La voz del intelecto femenino es hoy muy débil en comparación con el perverso irresoluble y ambiguo sexual varón, pero con esta debilidad sucede algo muy especialísimo; la voz del intelecto de la mujer apagada a través de los tiempos, no descansa hasta haberse logrado oír y siempre termina por conseguirlo, después de ser rechazada infinitas veces, siendo un punto en el cual podemos ser optimistas en cuanto al porvenir de la Humanidad.
b) {Las represalias contra aquellas mujeres que se salieron del arquetipo de feminidad prefijado por el fanatismo islámico han sido las más furibundas. Especial referencia a las mujeres juezas o policías que han sido fuertemente censuradas y violentadas, especialmente por los hombres a quienes condenaron. Los ataques a sus propiedades y familias también han sido una constante.}
Pues, lo que interpretamos, desde el comienzo de la transexual ecuménica perversa civilización patriarcal al presente, queda de manera totalmente general sin conclusión, sin cierre, sin fin, sin terminación y circulan de un lado a otro por la red ramificada y reticulada de nuestro mundo del pensamiento; esclavo y amo, siervo y señor, súbdito y monarca, izquierda y derecha, que son los lugares más densos de éste entrelazamiento, donde surge el deseo de la transexual ecuménica perversa civilización patriarcal; como un hongo de su micelio, que nos pone constantemente en el abismo.
El sentido y la verdad del feminismo (la mujer) es la derrota del varón; perverso irresoluble y ambiguo sexual
“El feminismo es única y absolutamente la mujer”
Un travesti o un trans; no es una mujer
El discurso de la acción femeninológica, de mi ciencia de lo femenino (Femeninologia), expone al varón frente a aquello que ha silenciado en el pasado; el fundamento agresivo que encubre con su hipócrita moral y ética patriarcal, que se demuestran insostenibles en el presente.
Buenos Aires
Argentina
20 de enero de 2022
Osvaldo V. Buscaya (OBya)
Psicoanalítico (Freud)
Femeninologia
*Ciencia de lo femenino