Solo una broma

Amparo Mañes
Amparo Mañes
Psicóloga por la Universitat de València. Feminista. Agenda del Feminismo: Abolición del género
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Como dice Ana de Miguel, todo empieza con los pendientes. Nada más nacer, a las niñas se nos marca con la excusa de convertirnos en objetos más bonitos. A los niños, no.

Luego, mamá se preocupa de que vayas guapa, mejor con pelo largo, poco práctico pero más estético. De hecho, no le gusta que corras y sudes mucho porque lavar ese pelo que tan bien te queda, es un engorro. Mejor realizar actividades tranquilas, que no te estropeen un cabello que se convierte, así, en más importante que tú misma. Mientras, los niños, con su pelo corto y el estímulo para ser fuertes y valientes, más que correr, vuelan. Mamá, con un duchazo rápido, los dejará limpitos. Ni falta hará secarles el pelo. Cómodo y rápido y a seguir fomentando su desarrollo físico y su carácter fuerte.

Después llegan al colegio niñas y niños. Ya las primeras son más disciplinadas, menos movidas. Han aprendido a estar más tranquilas y eso favorece su mejor aprendizaje, que se mantendrá también en sus estudios universitarios.

Los niños son más indisciplinados, eso perjudica su escolarización. Pero a los críos no les importa demasiado. Desde pequeños han visto en la televisión, el cine, el móvil… dibujos y series en que es mamá, una mujer, la que provee todos los cuidados de la familia. Han aprendido que los protagonistas de todo son ellos, que todos tienen una novia que ocupa un papel secundario. En los cuentos ellos son los que rescatan a la desvalida chica. Mientras, las chicas saben que han de esperar a un chico valiente o a un príncipe encantador que las rescate de su gris y melancólica existencia.

Algo más mayores, cuando la escuela empieza a enseñar filosofía, historia, literatura, arte, matemáticas…nadie les explica a las jovencitas la razón de que no haya mujeres destacadas en ninguna de esas materias. Nadie les dice que las mujeres siempre han aportado y siempre han sido negadas, ocultadas u olvidadas. Y claro, imposible saber que esas mujeres vencieron heroicamente todo tipo de resistencias masculinas, apoyadas en su estatus o en alguna rara oportunidad que a las demás mujeres les fue vedada.

El talento femenino se fue enterrando a lo largo de la historia y la consecuencia lógica es que, si los libros de texto les dicen que el 7% del progreso humano se debe a mujeres, es porque un aplastante 93%  se debe a los hombres. Es así como, poco a poco, no directamente, siempre a base de omisiones y silencios, las niñas van asumiendo quienes son los que saben, quienes son los que pueden…quienes son los que mandan.

Al llegar a la adolescencia, se producen grandes cambios. Los chicos deben mostrar a los otros su rotunda heterosexualidad para legitimar que han de formar parte de la fratría masculina. Empiezan a observar a las mujeres, troceándolas: buenas tetas de Arantxa, menudo culo tiene Carmen…Se convierten, así, en los que eligen.

Las chicas, en cambio, saben que su papel se limita a ser elegidas. Y para ello tienen que esforzarse por agradar, al menos, al chico que ha de rescatarlas. Así es como Arantxa se preocupa por si sus tetas son excesivas, Carmen empieza a hacer régimen para no tener tanto culo, y todas en general se preocupan cuando los chicos no las miran, no las sopesan. Si eso ocurre, empiezan a sospechar que algo no va bien. Las más rellenitas hacen regímenes de adelgazamiento draconianos, las demasiado delgadas se preocupan por su poco pecho… Lo de menos es que eso les cueste inseguridad, renuncias, incomodidad… es así cómo nos convierten en juguetes rotos que es preciso arreglar constantemente para que alguien nos quiera «comprar».

A esa edad los chicos adolescentes ya hace varios años que ven pornografía. No han recibido educación afectivo sexual pero ya saben qué les excita de las relaciones sexuales con mujeres: fundamentalmente, humillarlas y agredirlas sexualmente. No es que sean malvados, no. Es que la pornografía les ha enseñado que es, precisamente ESO, lo que les gusta a las chicas. Años más tarde ya ni eso último importará. Ya sabrán que el sexo lo dirigen ellos sin importar lo que opinen ellas.

Las chicas, por su parte, buscan también en la pornografía el aprendizaje sexual que les niega la escuela. Y ahí descubren que las mujeres no son sujetos agentes de la sexualidad, ese papel se le reserva en exclusiva a los hombres. Ahí aprenden que, increíblemente, a las mujeres casi adolescentes como ellas, les gusta que las asfixien, las abofeteen, tragar semen, que se lo echen por rostro y cuerpo, el sexo oral y anal incluso en grupo. Todo eso mientras les dicen «puta», «guarra», «¿eso te gusta, eh, viciosa?».

Y, aunque les desagraden profundamente esas prácticas sexuales, van cediendo porque, si a las demás les gusta, es que algo debe ir mal en ellas; o, aunque no crean que el problema sea suyo, saben que si no ceden, serán tachadas de mojigatas, rancias, estrechas…y, por ese camino, nunca conseguirán al héroe o príncipe encantador que ha de rescatarlas y cumplir así el sueño inculcado en cualquier chica adolescente desde la más tierna infancia: formar una familia, tener hijos e hijas.

Claro que, afortunadamente, aún quedan chicos amables con los que el sexo es otra cosa. Pero hasta en esas ocasiones las chicas saben que lo importante es el orgasmo masculino y que él se sienta bien. Todo está al servicio de ese objetivo, incluso el fingir el orgasmo para que él vea reforzada su masculinidad.

Finalizada la enseñanza secundaria, llegamos a la Universidad. Y algunas chicas van a un Colegio Mayor femenino porque papá y mamá ya saben cómo las gastan los chicos de esas edades, mejor prevenir que curar. Los chicos van al masculino porque nada como un Colegio Mayor para reforzar esa fratría masculina recién adquirida que les hace dueños del mundo.

Por eso, como broma de principio de curso, a los chicos ¿qué se les puede ocurrir mejor que llamar «putas» a las chicas del colegio mayor situado enfrente del suyo? ¿Acaso no es divertido amedrentar a esas chicas, insultándolas y amenazándolas? Si las chicas disfrutan con ello!

Para perplejidad de la ciudadanía, esas chicas agredidas manifestarán luego no sentirse ofendidas «para nada» con los insultos, y que el hecho de que les digan «Putas, salid de vuestras madrigueras, conejas. Sois unas putas ninfómanas. Os prometo que vais a follar todas en la capea», «no es un canto machista ni mucho menos, es algo habitual aquí como te pueden gritar otra cosa». Así es que, finalmente, no hay problema.

Pero claro que hay problema. Por el hecho en sí, que revela un asqueroso machismo interiorizado en cada célula de sus cuerpos y porque esa es la cantera de donde salen los chicos que, viendo cómo sus conductas quedan impunes, piensan luego que no hay nada grave en propasarse con las chicas, drogarlas, o incluso violarlas, mejor si es en manada, para que todos los demás comprueben lo machotes que son. Al fin y al cabo, practican lo que han visto y tanto les excita en la pornografía y que muchos ya habrán experimentado en algún burdel sin que la mujer prostituida se quejara. Incluso algunos se asombran cuando alguna chica les denuncia. Y es que no entienden nada.

Con todo, no es eso lo más triste. Porque lo más triste, e indecente, es haber conseguido la sumisión de las estudiantes de ese Colegio Mayor. Que ellas ya hayan interiorizado que no hay nada que pueda hacerse frente a esas conductas masculinas, que siempre han existido, que es inútil resistirse a ellas. Indefensión aprendida, lo llaman.

A estas chicas, a todas las chicas les digo que sí hay un remedio, y solo uno, para combatir esta terrible tragedia: Feminismo, más Feminismo!

#StopMisoginia

#AboliciónPornografía
#AboliciónProstitución

 

 

 

 

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