¿Qué nos mata a las mujeres?

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Aunque la pregunta parece que tiene una respuesta fácil, ya que solo hay que mirar los telediarios para ver las mujeres asesinadas, violadas, desaparecidas cada día, y así darnos cuenta de que lo que nos mata es el machismo. Quiero ir un poco más allá, y analizar aquellos aspectos ocultos del patriarcado que también afectan directamente a la salud de las mujeres y que precisamente por ser invisibles, son más difíciles de nombrar y de combatir. Y estos aspectos están directamente relacionados con la salud física y mental de las mujeres. La salud de las mujeres, esa gran desconocida.

Aunque la separación de la salud física y mental sólo nos ha llevado a percibir como elementos aislados ambos aspectos y a olvidar la conexión que hay entre una salud y otra, entender el cuerpo y la mente como un conjunto inseparable e interconectado. Esta separación nos va a resultar útil para explicar cómo la salud de las mujeres es la gran desconocida y olvidada de la historia, pero que acarrea y conlleva una peor calidad de vida.

En el ámbito de la salud física, no es necesario señalar que tanto el cuerpo como las enfermedades que afectan en su mayoría a las mujeres son las grandes olvidadas de la medicina. En primer lugar, es necesario reivindicar una salud diferencial, que entienda y analice el cuerpo de la mujer y sus diferencias respecto al cuerpo masculino. Mayor investigación en enfermedades feminizadas, para que cuando un/a profesional de la medicina se encuentre con una mujer en su consulta, sepa diagnosticar con conocimiento lo que le sucede y no achaque sus dolencias a un malestar psicológico y en la mayoría de ocasiones indeterminado.

Como vienen defendiendo expertas como Carme Valls, y que ya expuse en otro artículo, las mujeres somos más proclives a sufrir enfermedades autoinmunes y en muchas ocasiones los síntomas se asemejan a problemas de salud mental, tales como la depresión o el estrés. Sin un conocimiento profundo del cuerpo de las mujeres y sus enfermedades, sin un cambio de visión que deje de infantilizar nuestros síntomas, seguiremos silenciando a las mujeres e intentando tapar su malestar con psicofármacos que en el peor de los casos aún agravarán más sus síntomas y las posibles consecuencias.

el 85% de los psicofármacos consumidos en este país lo son por mujeres, y que en la mayoría de los casos no son recetados para hacer frente a un diagnóstico, sino para acallar síntomas que nos son molestos

No olvidemos que el 85% de los psicofármacos consumidos en este país lo son por mujeres, y que en la mayoría de los casos no son recetados para hacer frente a un diagnóstico, sino para acallar síntomas que nos son molestos; en vez de profundizar en las causas los ahogamos con barbitúricos. Aunque a priori no exista un malestar psicológico, el hecho de que las enfermedades se alarguen en el tiempo, sin encontrar una solución, que el dolor continúe sin que se le ponga remedio y que en la consulta médica le quiten importancia a los síntomas que explicamos y lo achaquen al hecho de “ser mujeres” empuja a que se desarrollen problemas de salud mental que en un principio no existían, es como un pez que se muerde la cola.

Por otro lado, la contaminación nos afecta mucho más a nosotras, ya que los agentes contaminantes inciden directamente en los estrógenos, por lo que nos provoca a nosotras muchos más problemas de salud. No somos más débiles, pero el ambiente y mala la atención que recibimos contribuye a matarnos. Si unimos el hecho de que sufrimos más problemas de salud debido a la contaminación y que los síntomas en muchos casos son semejantes a problemas de salud mental, al hecho de que las mujeres somos infantilizadas en las consultas de medicina, se forma un cóctel perfecto cuyo resultado es un detrimento en la salud de las mujeres y una sobremedicación, que también afecta a nuestra salud y a nuestras capacidades cognitivas. No solucionamos problemas, en el caso de las mujeres los agravamos.

Y cuando hablamos de salud mental la cosa no mejora. Como acabo de exponer, en muchas ocasiones, problemas de salud físicos son tomados como problemas de salud mental y se nos trata con ansiolíticos, dando por hecho que es normal que las mujeres nos sintamos mal y tengamos síntomas ansiosos o depresivos.

problemas de salud físicos son tomados como problemas de salud mental y se nos trata con ansiolíticos, dando por hecho que es normal que las mujeres nos sintamos mal y tengamos síntomas ansiosos o depresivos.

El hecho de nosotras soportemos jornadas maratonianas, de doble o incluso triple jornada laboral. De que se nos incorporara al mercado laboral pero no se contemplara una alternativa para todo ese trabajo no remunerado, ya fuese a cargo del Estado o a través de una coeducación real y efectiva que haga que los hombres se sientan igual de responsables del cuidado. Todo esto afecta directamente a nuestra salud mental. Tampoco ayuda el hecho de que muchos síntomas de enfermedades feminizadas puedan ser confundidos con problemas de salud mental, y al dar por hecho que las mujeres somos más proclives a la depresión o la ansiedad, no intentamos realizar un análisis diagnóstico que nos lleve a descubrir, verdaderamente, que problemática padecen y a buscar soluciones.

Por todo ello, la salud de las mujeres se encuentra gravemente amenazada y no solo es porque tengamos un mayor riesgo de sufrir una muerte violenta, sino que se encuentra más deteriorada. Tenemos un mayor riesgo de sufrir enfermedades, que a pesar de tener cura, en la mayoría de los casos serán tratados con fármacos sin intentar llegar al fondo y de verdad conseguir una mejora en la salud de las mujeres. Es hora de comenzar a reivindicar una salud diferencial y que se comience a tener en cuenta la diferencia en la salud femenina y masculina, que se visibilicen las violencias que sufrimos las mujeres en el ámbito sanitario, que se no se nos deje fuera de los estudios, es más, debemos exigir que los datos sean siempre disgregados por sexos para poder denunciar la invisibilización que sufrimos en estudios e investigaciones. Nuestra salud está en juego y no dejaremos de luchar por ella.

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