Cómo pervertir al feminismo

Pilar Laura Mateo
Pilar Laura Mateo
Licenciada en Filología Hispánica por la U. Z. y Postgrado de Género por la UNED
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Resulta que ahora casi todo el mundo se declara feminista. La sociedad entera se define feminista. Lejos quedan aquellos tiempos en los que esa palabra, feminista, era utilizada como un insulto para las mujeres que nos atrevíamos a defender nuestros derechos dentro y fuera de casa. Pero ahora todo eso ha cambiado. El feminismo está de moda.

El problema es que el feminismo no es una moda. Y, desde luego, no es ese batiburrillo confuso de causas tras el que se parapetan intereses como el transgenerismo o el proxenetismo de nuevo cuño que se nos venden como feministas aprovechando la ola del momento. Un batiburrillo que últimamente tantos inocentes seguidores/as ha captado y que, en realidad, está convirtiendo el movimiento de liberación de las mujeres en una especie de carnaval de drag queens y de recital de compradores famosos de bebés. La cuestión es que hoy estamos asistiendo a una doble contradicción. Mientras parece que el discurso feminista ha triunfado socialmente, la realidad es que ha sufrido un “entrismo” de causas ajenas que lo está fagocitando y vampirizando por el procedimiento de devaluar la defensa de los derechos de las mujeres, obstaculizar las medidas y políticas que podrían favorecer la igualdad e impidiendo cambiar las estructuras que producen esa desigualdad.

Estos “feminismos” tan de moda hoy vienen disfrazados de libertades individuales e identitarias en las que cada grupo defiende exclusivamente su interés, sin importar nada el colectivo social y menos, la dignidad y los derechos de la mitad de la especie humana: las mujeres. Escarbando un poco en estas ideas que nos presentan como lo más moderno y feminista, se descubre lo mucho que hay en ellas de artificio y de reacción patriarcal, pues en general presentan un desinterés radical por la ética, un desprecio por la verdad científica y por el pensamiento crítico y una glorificación de la opinión personal, el individualismo y el sentimiento. Así, lo que “mola” es cómo me siento yo, qué opino yo y qué deseo yo, es el solipsismo total. El yo lo veo así, me siento así y no tengo que dar explicaciones de mis actos a nadie es el nuevo mantra que triunfa por doquier.

Ante tal simplicidad cualquier ser pensante descubre inmediatamente que eso no es feminismo. Que no puede serlo. Solo es una caricatura de las teorías más reaccionarias, de la carcundia de siempre, de la guerra solapada contra el avance de las mujeres. El capitalismo necesita cuerpos para experimentar, pues les explica a los adolescentes e incluso a los niños y niñas sobre lo maravilloso que es un cambio de sexo que solucionará todos sus problemas. Que necesita tener úteros y óvulos de recambio para producir criaturas de diseño perfectas y dóciles, criaturas útiles a sus propósitos y no esos “desgraciados infantes adoptables” que pueden tener múltiples taras, pues los compra. Que necesita cuerpos jóvenes con los que colmar los placeres, sanos o insanos, de los puteros que puedan pagarlos, que son todos, ya que siempre habrá una mujer prostituida, gastada y mendicante que lo hará por unos pocos euros, pues convence a las chicas pobres de que eso es un trabajo, por supuesto voluntario, donde ganarán mucho dinero.  Así, jóvenes y bellas para los ricos y usadas y más mayores para los pobres, que para todos habrá.

Si no fuera tan terrible, sonaría a chiste que algunas personas llamen feminismo a satisfacer esos deseos del ego basados en la explotación del cuerpo de las mujeres. Tan terrible como absurdo es elevar el género a la categoría fundamental del feminismo que hay que reivindicar cuando es la perversa estrategia que utiliza el patriarcado desde hace siglos para oprimir al sexo femenino. Es solo un botón de muestra, pero da cuenta de la degradación interesada a la que las nuevas teorías posmodernas y “queer” están sometiendo al feminismo convirtiéndolo en una especie de cajón de sastre donde cabe cualquier grupo identitario, sea real o inventado y que, a cambio, expulsa de él a su histórico sujeto: las mujeres. Mientras tanto, y a tenor de los datos más actuales, la violencia sexual sigue aumentando, la situación económica de muchas de ellas se depaupera a ojos vista, la brecha salarial se agranda, los cuidados siguen recayendo sobre espaldas femeninas… ¿Habrá que recordar por enésima vez a esos dirigentes, altos cargos y partidos que se autoproclaman feministas, que el feminismo no es una cuestión individual de sentimiento, individualidades e identidades, sino un movimiento político que apunta a modificar las estructuras sociales usadas para oprimirnos a nosotras, las mujeres del mundo, todas nosotras, las subordinadas, utilizadas y discriminadas por razón de nuestro sexo? Porque no parece que se hayan enterado de nada de esto.

En los años 70 del pasado siglo, el movimiento feminista se planteó si su lucha por mejorar la situación de las mujeres tendría más éxito dentro de los partidos políticos o, como movimiento independiente, fuera de ellos. Pues bien, este Gobierno que hace alarde de ser el más “feminista de la historia” y que expone como prueba su alto número de mujeres ministras (cuando, evidentemente, pertenecer a uno u otro sexo no hace a nadie feminista, hay mujeres machistas y hombres que han defendido honrosamente el feminismo), este Gobierno, digo, ha conseguido que el movimiento feminista español, al constatar que los intereses de las mujeres están ausentes de su agenda política, se vuelva a plantear este asunto de si mejor dentro o fuera de los partidos políticos. Un gran logro para apuntar en su haber.

No hace mucho que hemos vivido la última batalla de los dos partidos que conforman el Gobierno en torno a la modificación de la Ley del solo es sí, una modificación abanderada por el PSOE y apoyada por el PP, a cuya votación, hay qué decir, no asistió Pedro Sánchez. Si la modificación consigue mejorar la norma, bienvenida sea, pero lo cierto es que llega tarde y con un claro tinte de electoralista, lo cual espanta y avergüenza. Por otra parte, a estas alturas, resulta evidente que el feminismo epidérmico y grandilocuente practicado por el Ministerio de igualdad ha sido una oportunidad perdida para las mujeres, una verdadera pérdida de tiempo y dinero. Sin embargo, en todo este despropósito el papel más triste es quizá el del PSOE que ha apoyado sin rechistar los dislates de sus socios. Si lo ha hecho en aras de una supuesta paz dentro de la coalición de Gobierno no lo ha conseguido, pues los espectáculos ofrecidos han sido más bien chuscos y si realmente está de acuerdo con esas políticas, como parece que es el caso, dadas sus represalias a destacadas feministas socialistas como Amelia Valcárcel y otras, se ha convertido en cómplice de estas desastrosas actuaciones, ha perjudicado a las mujeres y ha perdido la confianza del feminismo. En sus manos está el rectificar.

 

 

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Comentarios

  1. Es Delito de Lesa Humanidad el enriquecimiento en la gestión gubernativa de los “representantes”, el fraude sobre el Estado, el abuso sobre la niñez, la trata, el proxenetismo, el travestismo y sus consecuencias, como toda violencia de género.
    “Las fuertes resistencias contra lo femenino no serían de índole intelectual, sino que proceden de fuentes afectivas; la irresoluble perversión no sublimada y ambigüedad sexual del varón que posee la decisión final en éste esquema, donde lo masculino sigue siendo la ley”. Osvaldo Buscaya
    a) {El problema es que el feminismo no es una moda. Y, desde luego, no es ese batiburrillo confuso de causas tras el que se parapetan intereses como el transgenerismo o el proxenetismo de nuevo cuño que se nos venden como feministas aprovechando la ola del momento. Un batiburrillo que últimamente tantos inocentes seguidores/as ha captado y que, en realidad, está convirtiendo el movimiento de liberación de las mujeres en una especie de carnaval de drag queens y de recital de compradores famosos de bebés. La cuestión es que hoy estamos asistiendo a una doble contradicción. Mientras parece que el discurso feminista ha triunfado socialmente, la realidad es que ha sufrido un “entrismo” de causas ajenas que lo está fagocitando y vampirizando por el procedimiento de devaluar la defensa de los derechos de las mujeres, obstaculizar las medidas y políticas que podrían favorecer la igualdad e impidiendo cambiar las estructuras que producen esa desigualdad.}
    Pues, el transexual ecuménico perverso patriarcado se traduce como una denegación de la verdad como causa, que deniega lo que funda lo femenino para considerarse en la sociedad como parte interesada; entonces hay pocas probabilidades de dar a lo que llaman historia de la civilización unos límites cualesquiera, es decir algún rigor. Digamos que se pretende que la mujer le deje al transexual ecuménico perverso patriarcado el “cargo” de la civilización, pero con ello lo femenino corta su propio acceso a la verdad, “Mientras parece que el discurso feminista ha triunfado socialmente, la realidad es que ha sufrido un “entrismo” de causas ajenas que lo está fagocitando y vampirizando por el procedimiento de devaluar la defensa de los derechos de las mujeres, obstaculizar las medidas y políticas que podrían favorecer la igualdad e impidiendo cambiar las estructuras que producen esa desigualdad”. Así la mujer se ve arrastrada a remitir al transexual ecuménico perverso patriarcado la causa de su deseo de no ser un mero objeto, lo cual es propiamente el “objeto” del sacrificio que le impone el transexual ecuménico perverso varón. El juego seductor del ecuménico transexual perverso patriarcado entra por ahí, instalando la verdad sobre la mujer en un estatuto de culpabilidad. Resulta de ello una desconfianza para con el saber, tanto más sensible en el ecuménico transexual ecuménico perverso patriarcado cuanto más determinante se muestran en materia razón sobre el mero objeto – mujer.
    b) {En los años 70 del pasado siglo, el movimiento feminista se planteó si su lucha por mejorar la situación de las mujeres tendría más éxito dentro de los partidos políticos o, como movimiento independiente, fuera de ellos. Pues bien, este Gobierno que hace alarde de ser el más “feminista de la historia” y que expone como prueba su alto número de mujeres ministras (cuando, evidentemente, pertenecer a uno u otro sexo no hace a nadie feminista, hay mujeres machistas y hombres que han defendido honrosamente el feminismo), este Gobierno, digo, ha conseguido que el movimiento feminista español, al constatar que los intereses de las mujeres están ausentes de su agenda política, se vuelva a plantear este asunto de si mejor dentro o fuera de los partidos políticos. Un gran logro para apuntar en su haber.}
    Pues, señalo en mi Ciencia de lo femenino (Femeninologia) cuanto tenemos que aprender, sobre la estructura de la relación de la mujer con la verdad como causa, en la imposición del ecuménico transexual perverso patriarcado incluso en las primeras decisiones de la horda primitiva. El racionalismo que organiza el pensamiento del ecuménico transexual perverso patriarcado es, en el más riguroso sentido institucional de una realidad, que cubre la verdad del sometimiento de la mujer como mero objeto “que expone como prueba su alto número de mujeres ministras (cuando, evidentemente, pertenecer a uno u otro sexo no hace a nadie feminista, hay mujeres machistas y hombres que han defendido honrosamente el feminismo)”. El feminismo no debe caer en la trampa del ecuménico transexual perverso patriarcado, que se ufana de: “proyectarse en una realidad espiritual donde constituyen el mundo de los valores ideales infinitamente integrantes; Las creencias, el ideal, los valores del juicio lógico y de la conciencia moral”, que en verdad se articulan en un programa vital repugnante con respecto al juicio lógico como con la conciencia moral, que deben ser desdeñados.
    Un penoso conflicto que la mujer padecería sería; ¿Cómo admitir que el patriarcado es el padre, el hermano, el compañero, el dirigente, el ecuménico, etc., y que en esta regla no habría excepción?
    Señalo en mi Ciencia de lo femenino (Femeninologia) cuanto tenemos que aprender, sobre la estructura de la relación de la mujer con la verdad como causa, en la imposición del transexual ecuménico genocida perverso patriarcado incluso en las primeras decisiones de la simiesca horda primitiva.

    “Experimentamos así la impresión de que la civilización es algo impuesto a una mayoría contraria a ella por una minoría que supo apoderarse de los medios de poder y coerción.” (Freud)
    El sentido y la verdad del feminismo, es la derrota del varón; perverso irresoluble y ambiguo sexual
    Un travesti no es una mujer
    Lo femenino es el camino
    Buenos Aires
    Argentina
    1 de mayo de 2023
    Osvaldo V. Buscaya (OBya)
    Psicoanalítico (Freud)
    *Femeninologia
    *Ciencia de lo femenino

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