Estimado Director del Instituto Cervantes
Luis García Montero
Espero que se encuentre usted bien. Le escribo para agradecerle, y también a nuestra ex diputada Ángeles Álvarez que lo propició, que haya atendido a las palabras de una ciudadana tan insignificante como la que le escribe, y les haya dado respuesta en X. ¡Con la de papeles que tiene usted ahí encima de la mesa!
Gracias de verdad: me dio esperanzas. Ha sido noble y valiente de su parte, verá por qué se lo digo.
Si dirigí la carta anterior a esa especie de entelequia que llamé “Instituto Cervantes” fue porque no pretendía señalar a nadie, aunque, ya que lancé la piedra, tampoco voy a esconder la mano. Estando como está usted, al timón de tan magnífica nave, no podía dejar de sentirse aludido por los vientos que soplaban.
Pero como le decía, aunque es imperativo ético fincar responsabilidades, a veces en el empeño se pierde la posibilidad de la palabra, de que un diálogo ocurra y nos lleve a alguna parte. En medio del “que tú que yo” y del dejarse de mirar a los ojos, el gato que llevamos todos dentro se nos pone panza arriba, y entonces, entonces se pueden decir muchas cosas y no escuchar ninguna. Así somos y así nos va.
El caso es que nos sorprendió gratamente con su respuesta, de la que he de explicarle por qué hablo en términos de valentía, al mismo tiempo que comentarle aquello que usted mentó de “gritarse las unas a las otras”. Y por último, referirle, cuán importante aparece ante nuestros ojos, la función de quien, en última instancia, tiene a su cargo el resguardo de La caja de las letras. Ese recinto que con su puerta redonda parece sacado del país de las maravillas y que dimensionando en el Universo nuestra estatura, en su afán, por su mera existencia, dice tantas cosas sobre la humanidad. Y mire usted ¡qué curioso! Tal vez sepa que Lacan hablaba de un Tesoro, así, con mayúscula: el Tesoro de los significantes, de las palabras.
Pero en lo que estábamos. A propósito de su respuesta, mire lo que dijo Laura Lecuona, una destacada feminista, autora de Cuando lo trans no es transgresor: “el hecho de que el director del Instituto Cervantes haya dado respuesta es algo para mí nunca visto. Normalmente responden para disculparse con la otra parte, nunca para darnos a nosotras la razón” y lo dijo con conocimiento de causa, verá usted por qué.
Aunque en mi opinión, de las palabras con las que usted nos contestó, no se colige hasta qué punto ni en qué nos da la razón, deja claro, eso sí, que para usted las palabras respetuosas que se formulan de manera constructiva merecen ser escuchadas. ¡Qué menos!, podrá usted decir, pero no, y ese es el punto. Ya decir eso, contestar, ostentando como ostenta usted, un cargo tan importante, es valiente o como poco, original.
Porque ¿sabe?, a quienes somos críticas de los estereotipos sexistas y vemos el enorme peligro y consecuencias que ya está teniendo elevarlos al rango de identidad (no le faltará, espero, quien quiera hacerle un dossier con el recuento) aunque hablemos razonando y en voz baja, (además de espetarnos el arsenal de palabras mordaza consagradas por la ley: “tránsfoba”, “transodiante”, “discuro de odio antiderechos” “¡callaterf!”) lo “normal” es que se nos ignore.
Por eso, pongo a su consideración una “paráfrasis”: “mejor que hablar de “lados”, de “bandos”, o de “las unas y las otras”, todos y todas deberíamos reconocer cabalmente el contexto, que sellado por la ley, es mucho más que un mero telón de fondo”. O ¿cómo lo ve usted?. Me refiero en la “paráfrasis” a esa ley que se aprobó sin discusión pública mediante, y que negándole el espacio a una comparecencia de expertos mil y una vez solicitada, haciendo oídos sordos a todo ruego, en su tramitación le negó el lugar que le correspondía y le corresponde a la palabra.[i]
Y precisamente por eso, porque estamos frente a una realidad que se ha impuesto a nivel internacional (no, aunque las involucre, no viene de las bases), precisamente porque el entuerto va mucho más allá de “gritarse las unas a las otras”, que nos escuchara y respondiera con amabilidad y respeto, nos pareció tan excepcional como valiente por su parte.
Hablo en plural, porque me debo a muchas compañeras al lado de las cuales, a pesar de la mordaza, ya lo ve usted, también “grito”. Pero estábamos hablando de su valentía, no de la mía, usted sabrá perdonarme el desliz.
Ahora bien, tal vez se pregunte, más en particular, ¿con quién lo estamos comparando? Pues verá, hay un antecedente institucional que le puede interesar.
No bien empezaba la primavera del año en curso (nada bien) cuando esta que le escribe envió una misiva al Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM, una misiva que era en su ánimo, idéntica a la que le dirigí al “Instituto Cervantes” en estos días, sólo que en aquella ocasión no fue por una cuestión “terminológica”, sino por un caso grave de cancelación, y a diferencia de usted, nadie respondió, nadie, ni pío.[ii]
Cabe señalar, que debido a un arrebato de pudor (que los hay), la carta no se posteó en twitter ni se envió con copia “a”, ni se publicó on line. Por otra parte, y como atenuante (nunca hay que perder la empatía ni el sentido de la realidad) hay que decir que cuando la envié, el Instituto ya tenía encima una fuerte presión de grupos transactivistas.
Qué tan fuerte habrá sido esta presión cuando, tan destacada institución, no sólo no contestó la carta de quien le escribe (lo que dada mi insignificancia podría ser “normal”) sino que organizó un coloquio, ¿para dialogar?, ¿para escuchar a las dos partes en un contexto académico universitario, que permitiera acercar posiciones y contribuyera a desactivar la polarización reinante? No: para disculparse con los grupos de presión transactivista. La institución había osado invitar, para que hablara veinte minutos, en un Simposio conmemorativo de los 20 años del Colegio de Bioética que duró tres días, precisamente a Laura Lecuona. Pero una vez que el Simposio se hubo celebrado (no antes, porque les había pasado desapercibido) con estruendos le dejaron muy claro a la institución, que no debía haberla invitado, NO, de ninguna manera, a ella NO, nunca y en ningún caso. Y prepárese, porque esto sin duda le sorprenderá: además, la participación estrictamente académica y muy oportuna para la ocasión de la autora (la puede usted revisar) [iii], fue eliminada de las memorias del evento en cuestión, cumpliendo con la exigencia de los transactivistas. Todo un borrado en la memoria de un acto de conmemoración. Así los tiempos.
Con poco que uno se detenga, uno puede imaginarse muy bien el enorme daño que todo esto causó a la escritora. Es más difícil, al menos para una que va a pie, imaginar lo que habrán sentido para sus adentros, la directora del Colegio de Bioética y el director del Instituto (IIF), quienes tuvieron que presidir semejante acto de contrición, que del otro lado de la moneda fue de difamación y linchamiento simbólico, a una pensadora que ni siquiera tuvo derecho a réplica. (Merece mucho la pena visionarlo para saber lo que nos está pasando).[iv]
Y tal vez usted pensará que el rasurado no es un vecino tan cercano, pero la cancelación de las feministas abolicionistas del género, defensoras de los derechos de las mujeres por razón de su sexo, campa a sus anchas en todo el mundo, y España no es de todo esto, ninguna isla lejana. Algo habrá escuchado y estoy segura que no le faltará a sus alrededores quien quiera acercarle testimonios, hacerle un dossier, sí, otro.
Ya le digo, no estamos frente a un asunto de señoras que no se saben poner de acuerdo y se gritan las unas a las otras porque no lo pueden evitar. Y no digo que sea eso lo que usted quiso decir en su tuit. Si pretendiera saber lo que usted quiso decir con esas palabras o con otras, no haría sino alarde de mi neurosis alejándome de toda ética. Con todo, no me extrañaría que en medio de los innumerables y delicados asuntos que tiene usted que atender, de esta cuestión tan enrevesada no haya podido escuchar sino “gritos”.
En cualquier caso, a quien le critique por la (a mis parecer gentil) respuesta que dio a mi carta anterior, le diría, que por una vez que alguien nos contesta y desde un lugar tan relevante (y también en cualquier otro caso), merece la pena respirar, renunciar a la descalificación automática o a la acusación refleja, que merece la pena dejar dispuesto el espacio abierto a la palabra.
Y es de eso, de la palabra, de lo que por último, si me permite, le quería hablar. Porque el Caballo de Troya que se nos ha colado parasitando al feminismo, para dar vuelta a la cerradura, entre otras llaves, ha usado la contorsión del lenguaje.
“Más que gritarse las unas a las otras, deberíamos todos luchar contra el machismo”, escribe usted, pero al margen de lo que haya usted tenido en mente al decirlo, le quiero preguntar amistosamente: ¿qué se hace si se está echando reversa a la nave de la que depende la empresa, dirigiéndola hacia el naufragio, al precipicio?, ¿qué se hace si encima le tapan la boca a quien quiere avisar?, ¿qué se hace si para conseguirlo se nos pide renunciar al sentido común?, ¿qué se hace si se cambian las reglas y el significado a las palabras en pleno juego?, qué, además de gritar.
Sobre cambiar el significado de las palabras, entiendo que el lenguaje es algo vivo, algo que se transforma y nos transforma y entiendo que eso está muy bien, de eso va la humanidad. Entiendo que la poesía trasciende los límites que tiene la significación de las palabras, pero que precisamente por eso, no podría existir sin esos límites. Ya me dirá usted si me equivoco. Pero mire por dónde, esa función que cumple el límite semántico vamos a llamarle, tiene su correlato psíquico: si bien es verdad que la subjetividad es posible precisamente porque a diferencia de un código de signos, el lenguaje está hecho de significantes que pueden tener múltiples significados, para que el lenguaje y la subjetividad sean posibles, junto a esa flexibilidad semántica tiene que haber puntos de amarre; de lo contrario, la metáfora, la subjetividad y en esa medida, la humanidad, no son posibles.
A esos puntos de amarre, Lacan los llamaba, “puntos de capitón”, esa especie de botones con los que se “abrochan” algunos edredones para que el relleno permanezca en su sitio y pueda cumplir su función.
Y qué mejor que La caja de las letras para abrochar y resguardar esos botones, pudiendo ser así el último bastión de la resistencia frente al transhumanismo y su neolengua que desfigura las palabras, no para hacer poesía ni para ampliar su significado y sentido, sino incluso para vaciarlas del mismo, más o menos, según convenga.
Hoy es rebeldía decir “No todo puede querer decir cualquier cosa en cualquier momento ni en cualquier caso”, ya sea gritando o bajito. Y no sé cómo lo verá usted, pero a veces toca.
Por eso le escribo, porque no lo puedo evitar y porque si no es a usted ¿a quién? Seguro que se lo imagina. Sigo preocupada. Después de lo dicho, ¡¿cómo no lo iba a estar?!
Ya sin voz ni “voto”, yace en sus manos la intrincada suerte de nuestra monja Alférez. Mire que ya la vida no la tuvo fácil. Ojalá todavía se pudiera hacer algo por ella. Porque, puestos a cuidar los amarres del Tesoro, de esa preciosa lengua en la que ella escribió, una de dos: o se le quita a la autora el ‘trans’, o llamándole “autOr trans”, se le quita a la monja la tarta de la boca, la del día de las escritorAs, que por cierto, estaba tan sabrosa y tanto nos costó hornear. No hay más: o lo uno o lo otro.
No se puede todo.
O usted, ¿cómo lo ve?
¿Cree que todavía se pueda hacer algo por la monja Alférez? Ojalá, porque ya le digo, recién se está llevando la tarta a la boca y ¡ya se la quieren quitar!
Así el ¿feminismo?
No es una petición, es tan sólo la manifestación de un deseo. Un deseo que no sólo por la monja, sino por todas las mujeres, por las y los menores, y por la humanidad, es irrenunciable, eso también es verdad. Pero a ver a usted que va al timón, a dónde lo lleva el suyo. Su deseo y su criterio, claro está.
Un saludo cordial, y una vez más, gracias por escuchar.
[i] https://www.youtube.com/watch?v=U5LPhExRmdE
[ii] https://tribunafeminista.org/2023/04/quien-da-y-quien-quita-la-palabra-pensamiento-feminista-radical-y-autonomia-universitaria/
[iii] https://www.youtube.com/watch?v=WxndrVKNdX0
[iv] https://www.youtube.com/watch?v=q7s8bWa411w
Es Delito de Lesa Humanidad el enriquecimiento en la gestión gubernativa de los “representantes”, el fraude sobre el Estado, el abuso sobre la niñez, la trata, el proxenetismo, el travestismo y sus consecuencias, como toda violencia de género.
“Las fuertes resistencias contra lo femenino no serían de índole intelectual, sino que proceden de fuentes afectivas; la irresoluble perversión no sublimada y ambigüedad sexual del varón que posee la decisión final en éste esquema, donde lo masculino sigue siendo la ley”. Osvaldo Buscaya
a) {Carta agradecida a Luis García Montero, director del Instituto Cervantes. A propósito de los gritos, la cancelación y la función de la palabra.}
Pues, la mujer jamás debe confiar en el transexual ecuménico perverso varón. Debemos “saltar” los muros impuestos; decimos “saltar” y no demoler, pues será efectiva la demolición, cuando lo femenino tome, y, asuma el poder. Deberíamos considerar como ilegalidad, las leyes “legales” del transexual ecuménico perverso patriarcado. Respetar la “legalidad” del transexual ecuménico perverso patriarcado sería respetar su irresoluble perversión y ambigüedad sexual.
Un penoso conflicto que la mujer padecería sería; ¿Cómo admitir que el patriarcado es el padre, el hermano, el compañero, el dirigente, el ecuménico, etc., y que en esta regla no habría excepción?
Señalo en mi Ciencia de lo femenino (Femeninologia) cuanto tenemos que aprender, sobre la estructura de la relación de la mujer con la verdad como causa, en la imposición del transexual ecuménico genocida perverso patriarcado incluso en las primeras decisiones de la simiesca horda primitiva.
“Experimentamos así la impresión de que la civilización es algo impuesto a una mayoría contraria a ella por una minoría que supo apoderarse de los medios de poder y coerción.” (Freud)
Vivir, es una burlesca simiesca parodia siniestra idiota.
El mundo es idiota, me aburre en todos sus niveles; Sin excepción; ¡¡¡Siendo un error olvidarlo!!!
El sentido y la verdad del feminismo, es la derrota del varón; perverso irresoluble y ambiguo sexual
Un travesti no es una mujer
Lo femenino es el único y absoluto camino
Buenos Aires
Argentina
7 de noviembre de 2023
Osvaldo V. Buscaya (OBya)
Psicoanalítico (Freud)
*Femeninologia
*Ciencia de lo femenino